Historia del World of the Warcraft Capitulo 1
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Historia del World of the Warcraft Capitulo 1
LOS TITANES Y LA FORMACION DEL UNIVERSO
Nadie sabe exactamente cómo inició el Universo. Algunos teorizan que una
catastrófica explosión cósmica envió al infinito una inmensidad de
mundos desconocidos hacia la vastedad de la Gran Oscuridad del Más Allá
? mundos que algún día albergarían una diversidad maravillosa y terrible
de formas de vida. Otros creen que el Universo fue creado por una sola
Todopoderosa Entidad benigna, cuya Sagrada Luz ilumina desde tiempos
inmemoriales, las vidas de todos y cada uno de los seres del Universo.
Aunque los orígenes del caótico Universo ciertamente son inciertos, está
claro que una raza poderosa se encargó de estabilizar los varios mundos
y asegurarse que a futuro esos mundos siguieran sus mismos pasos.
Los Titanes, colosales dioses de piel metálica de las infinidades del
cosmos, exploraron el naciente universo, y trabajaron en los mundos que
iban encontrando. No está claro de dónde vinieron y por qué lo hacían,
pero ordenaron los mundos levantando poderosas montañas y drenando
vastos océanos. Rasgaron los cielos y atmósferas respirables surgieron.
En cada lugar que encontraron, elaboraron un plan para darle orden al
caos existente. Al mismo tiempo, le dieron poderes a razas primitivas
para que trabajaran y mantuvieran la integridad de sus respectivos mundos.
Regidos por una elite llamada El Panteón, cuyo Alto Padre, Aman?thul,
gobernaba con justicia e igualdad, los Titanes le dieron orden a los
cientos de millones de mundos que exploraron en la Gran Oscuridad del
Más Allá durante las primeras eras de la creación. El benevolente
Panteón, para salvaguardar las estructuras de estos mundos, siempre
estuvo vigilante contra el ataque extradimensional de las viles razas
del Torbellino del Vacío. El Torbellino, una dimensión etérea de magia
caótica que conecta una miríada de mundos del universo, era el hogar de
un número infinito y primigenio de maléficos demonios, cuyo único
objetivo era destruir la vida y devorar las energías del universo
viviente. Incapaces de concebir el mal o la extinción de cualquier forma
de vida, los Titanes se vieron obligados a hallar una forma de terminar
los constantes ataques de los demonios.
SARGERAS Y LA TRAICION
Con el paso del tiempo, las entidades demoníacas encontraron la forma de
penetrar en los mundos de los Titanes desde el Torbellino del Vacío, y
el Panteón eligió a sus más grandes guerreros, Sargeras, para actuar
como primera línea de defensa. El noble gigante de bronce bruñido,
Sargeras, cumplió con sus deberes por interminables milenios, buscando y
destruyendo demonios donde quiera que los encontrara. A través de los
eones, Sargeras encontró dos poderosas razas demoníacas, ambas con
ambición de ganar poder y dominio sobre el universo físico.
Los Eredar, una insidiosa raza de hechiceros diabólicos, usaron sus
embrujos mágicos para invadir y esclavizar un número de mundos. Las
razas indígenas de estos mundos mutaron por los poderes malévolos de los
Eredar y se volvieron demonios ellos mismos. Aunque los cercanamente
ilimitados poderes de Sargeras eran más que suficientes para derrotar a
los viles Eredar, el gigante encontró muchos problemas para detener la
corrupción y envilecimiento de las criaturas. Incapaz de soportar tanta
depravación, el gran Titán empezó caer en una gran depresión. A pesar de
su creciente insatisfacción, Sargeras arrasó del Universo a los brujos
atrapándolos en una esquina del Torbellino.
Mientras su confusión y miseria se profundizaban, Sargeras se vio
forzado a combatir otro grupo que intentaba romper el orden de los
Titanes: los Nathrezim. Esta oscura raza de demonios-vampiro (también
conocidos como Señores del Terror) conquistó un número de mundos
poblados poseyendo a sus habitantes y volviéndolos hacia la sombra. Los
nefastos y esquemáticos señores del terror tornaban a las naciones unas
contra otras manipulándolas dentro de un odio irracional y perverso.
Sargeras derrotó a los Nathrezim fácilmente, pero su corrupción lo
afectó profundamente.
Con sus sentidos obcecados y desesperados, Sargeras perdió toda
conciencia no solo de su misión, sino también de la visión de los
Titanes de un universo ordenado. Eventualmente, empezó a creer que el
concepto de un universo ordenado era inútil, y que el caos y la
depravación eran los únicos absolutos del oscuro y solitario universo.
Sus compañeros Titanes trataron de persuadirlo de su error y calmar sus
iracundas emociones, pero él había interpretado sus más optimistas
creencias como desilusiones inútiles. Abandonando sus filas para
siempre, Sargeras salió en busca de su propio lugar en el Universo.
Aunque el Panteón lamentó profundamente su partida, los Titanes jamás
pudieron predecir que tan lejos llegaría su hermano perdido.
Con el tiempo, la locura de Sargeras habría consumido sus últimos
vestigios de su valioso espíritu, creyendo que los Titanes eran los
responsables del fracaso de la creación. Decidido, finalmente, a
deshacer sus trabajos en todo el universo, decidió conformar un ejército
imparable que consumiría al universo físico.
Eventualmente la forma titánica de Sargeras se fue distorsionando por la
corrupción que plagaba su una vez noble corazón. Sus ojos, cabello y
barba eructaron en fuego, y su piel metálica broncínea se abrió
revelando su nueva forma de odio infinito.
En su furia, Sargeras liberó de sus prisiones a los Eredar y los
Nathrezim. Estas astutas criaturas se postraron ante la vasta ira el
oscuro Titán y ofrecieron servirle en cualquiera de sus maliciosos
caminos. De las filas de los poderosos Eredar, Sargeras eligió dos
campeones para comandar su demoníaco ejército de destrucción. Kil´jaeden
el Embaucador fue elegido para escoger a las más oscuras razas del
universo y reclutarlas dentro de las filas de Sargeras. El segundo
campeón, Archimonde el Profanador, fue elegido para dirigir los enormes
ejércitos en la batalla contra cualquiera de los que osaran resistir los
deseos del Titán.
El primer movimiento de Kil´jaeden fue esclavizar a los vampíricos
señores del terror bajo su terrible poder. Los señores del terror le
servirían como sus agentes personales en el universo, y ellos
placenteramente localizarían razas primitivas para que su maestro las
corrompiera y las exterminara. El primero entre los señores del terror
era Tichondrius el Oscuro, quien servía a Kil´jaeden como el perfecto
soldado y llevaría la ardiente voluntad de Sargeras a todas las oscuras
esquinas del universo.
El poderoso Archimonde también escogió temibles agentes para sí mismo.
Llamando a los maléficos señores del foso y su barbárico líder,
Mannoroth el Destructor, Archimonde esperaba establecer una élite
luchadora que acabaría con cualquier creación de vida.
Una vez que Sargeras vio que sus ejércitos fueron amasados y listos para
seguir sus mandatos, lanzó sus coléricas fuerzas en la vastedad de la
Gran Oscuridad. El bautizó a su creciente ejército como la LEGION
ARDIENTE. Hasta la fecha, no está claro cuántos mundos han sido
consumidos y quemados por la insana cruzada ardiente alrededor del universo.
LOS DIOSES ANTIGUOS Y EL ORDENAMIENTO DE AZEROTH
Sin conocer la misión destructiva de Sargeras sobre sus incontables
trabajos, los Titanes continuaron moviéndose de mundo en mundo, dando
forma y ordenando cada planeta como ellos creían. A lo largo de sus
viajes repararon en un pequeño mundo al cual sus habitantes llamarían
más tarde Azeroth. Cuando los Titanes hicieron su camino sobre la
primitiva tierra, encontraron un número de hostiles ?principios
elementales?, que serían conocidos únicamente como los Dioses Antiguos,
quienes querían echar a los Titanes de su mundo.
El Panteón, molesto por la inclinación de los Dioses Antiguos a hacer el
mal, entabló una guerra contra los Elementales y sus oscuros maestros.
Los ejércitos de los Dioses Antiguos eran dirigidos por cuatro poderosos
lugartenientes: Ragnaros el Señor del Fuego, Therazane la Madre Roca,
Al?Akir el Señor del Viento y Neptulon el Cazador de las Mareas (Los
Cuatro Elementos). Sus caóticas fuerzas avanzaban por la faz de la
tierra y chocaban con los colosales Titanes. Aunque los Elementales eran
poderosos más allá de toda compresión mortal, sus fuerzas combinadas no
pudieron detener a los poderosos Titanes. Uno por uno, Los Cuatro
Elementos fueron cayendo y sus fuerzas fueron dispersadas.
El Panteón asedió las ciudadelas de los Dioses Antiguos y encerraron a
los cuatro malvados dioses bajo la superficie de la tierra. Sin los
Dioses Antiguos para conducir sus iracundos espíritus sobre el mundo
físico, los elementales pasaron a un plano abismal, donde ellos se
contendrían uno al otro por toda la eternidad. Con la partida de los
elementales, la Naturaleza se calmó y el mundo entró en una pacífica
armonía. Los Titanes observaron que la lucha había sido contenida e
iniciaron su trabajo.
Crearon un número de razas para que les ayudaran a modelar el mundo. De
las profundidades de las cavernas rocosas surgieron los Titánides,
creados de la piedra viva. Para retirar los océanos y sacar la tierra
firme, los Titanes crearon los inmensos pero gentiles Gigantes del Mar.
Por muchas edades los Titanes modelaron la tierra, hasta que se formó un
perfecto continente. En el centro del continente, crearon un lago de
centelleantes energías primordiales. El lago, que sería llamado EL POZO
DE LA ETERNIDAD, sería una fuente de vida para el mundo. Sus potentes
energías conmoverían las raíces del mundo y la vida emergería sobre el
fértil suelo. Con el tiempo, plantas, árboles y criaturas de toda
especie empezarían a conquistar el continente. Cuando llegó el día final
de sus labores, los Titanes nombraron al continente KALIMDOR, ?La tierra
de la eterna luz de las estrellas?.
EL ENCARGO DE LOS DRAGONES ALADOS
Satisfechos de que el pequeño mundo estuviera ordenado y su trabajo
concluido, los Titanes se prepararon para abandonar Azeroth. Sin
embargo, antes de partir, encargaron a las especies más grandes del
mundo con la misión de proteger Kalimdor contra cualquier fuerza que
amenazara su perfecta tranquilidad. En esa época había muchos dragones
voladores. Entonces ellos escogieron a cinco de los más poderosos para
dominar a sus hermanos y apacentar el mundo. Los grandes miembros del
Panteón les dieron una porción de su poder a cada uno de los líderes de
los dragones. Los majestuosos dragones serían conocidos como los Grandes
Aspectos.
Aman'Thul, el Alto Padre del Panteón, otorgó parte de su poder cósmico
sobre el gigantesco dragón de bronce, Nozdormu, para que protegiera el
tiempo y las inconmensurables vías del destino. El estoico y honorable
Nozdormu sería conocido como el Único Imperecedero.
Eonar, el Titán patrón de toda vida, dio parte de su poder a Alexstrasza
la Roja, la Protectora de la Vida, cuya misión sería salvaguardar toda
vida que creciera en el mundo. Por su suprema visión e ilimitada
compasión por todas las cosas vivas Alexstrasza fue coronada como Reina
de los Dragones y se le dio dominio sobre toda su especie.
Eonar también bendijo a la pequeña hermana de Alexstrasza, la luminosa
dragona verde Ysera, con una porción de la influencia sobre la
Naturaleza. Ysera caería en un trance eterno, y sería conocida como La
Soñadora, velando por los salvajes bosques del mundo desde su verde
reino, El Sueño Esmeralda.
Norgannon, el Titán protector y maestro de las artes mágicas, le dio al
dragón azul, Malygos, una porción de su vasto poder. Desde ese momento,
Malygos sería conocido como el Tejedor de Hechizos, el guardián de la
magia arcana oculta.
Khaz'goroth, el Titán forjador del mundo, le dio parte de su vasto poder
al poderoso dragón negro, Neltharion, conocido como el Guardián de la
Tierra, y se le dio dominio sobre la tierra y los profundos lugares del
mundo. El controlaría la fuerza del mundo y sería el gran soporte de
Alexstrasza.
Con estos poderes, los Cinco Aspectos se encargarían de la defensa del
mundo en la ausencia de los Titanes. Con los Dragones preparados para
salvaguardar su creación, los Titanes dejaron atrás Azeroth para
siempre. Desafortunadamente, pasaría muy poco tiempo antes de que
Sargeras conociera al pequeño mundo recién nacido.
EL DESPERTAR DEL MUNDO Y EL POZO DE LA ETERNIDAD
Hace aproximadamente diez mil años antes de la Primera Guerra entre
Orcos y Humanos, el mundo de Azeroth se constituía en un solo
continente, rodeado por el mar. La masa de tierra, conocida como
Kalimdor, era el hogar de un sinnúmero de razas y criaturas, todas
luchando por sobrevivir sobre el salvaje mundo. En el oscuro centro del
continente existía un misterioso lago de energías incandescentes. El
lago, el cual más tarde sería llamado el Pozo de la Eternidad, era un
verdadero corazón de magia y poder natural. Extrayendo sus energías
desde la infinita Gran Oscuridad más allá del mundo, el Pozo actuaba
como una fuente mística, enviando sus potentes energías a lo largo del
mundo para que surgieran innumerables y maravillosas formas de vida.
Con el tiempo, una primitiva tribu de humanoides de costurmbres
nocturnas precavidamente fue haciendo su camino hacia las riberas del
lago encantado. Los nómadas humanoides, guiados por las extrañas
energías del Pozo, construyeron sus hogares en las tranquilas riberas
del lago. Con el tiempo, el cósmico poder del Pozo afectó a la tribu,
haciéndola más fuerte, inteligente y virtualmente inmortal. La tribu
adoptó el nombre Kaldorei, que significa ?niños de las estrellas? en su
lengua primitiva. Para celebrar su creciente sociedad, construyeron
grandes palacios y templos alrededor del lago.
Los Kaldorei, o ELFOS NOCTURNOS, como serían llamados más tarde,
adoraban a Elune, la diosa de la Luna, y creían que ella dormía en la
profundidad del Pozo durante las horas del día. Los tempranos sacerdotes
elfos estudiaban el Pozo con insaciable curiosidad, tratando de conocer
sus intangibles secretos y poderes. Conforme su sociedad crecía, los
elfos nocturnos exploraban Kalimdor para desenvolver sus misterios. Las
únicas criaturas que les dieron pausa fueron los ancestrales y poderosos
dragones. Las grandes bestias a menudo se comportaban reclusivos, y los
elfos nocturnos descubrieron que los dragones se habían constituido en
los protectores del mundo, por lo que era mejor que sus secretos no
fueran revelados.
El Pozo de la Eternidad fue la llave del verdadero avance y conocimiento
de los Kaldorei. Mientras estudiaban las poderosas energías del Pozo,
los Kaldorei fueron imbuidos con su poder, volviéndose prácticamente
inmortales e inmunes al paso de los años, por sobre todoas las criaturas
de la tierra. Rápidamente aprendieron las energías del Pozo
directamente. Habia comenzado el estudio de la magia arcana.
Con el tiempo, la curiosidad de los elfos nocturnos los llevó a conocer
a una serie de poderosas criaturas, pero la más interesante de todas fue
CENARIUS, un poderoso semidios de los bosques primigenios. El valiente,
noble y atrevido Cenarius se mostró complacido con los inquisitivos
elfos nocturnos y ocupó una gran cantidad de tiempo en enseñarles acerca
del mundo natural. Los tranquilos Kaldorei desarrollaron una fuerte
empatía por los vivientes bosques de Kalimdor y el armonioso balance de
la naturaleza.
Algunos Kaldorei creían que el uso abusivo de las magia arcana del Pozo
podrían traer serias consecuencias, pero sus precavidas palabras fueron
ignoradas por el resto de sus hermanos, quienes habían penetrado
profundamente en el estudio de la magia. Los grandes hechiceros y magos
construyeron hermosas ciudades, elaboraron impresionantes artefactos
mágicos, y apacentaron el mundo de acuerdo a sus propias necesidades.
Una de las más poderosas de las hechiceras Kaldorei se llamaba Aszhara,
una mujer altatmente dotada que ansiaba el conocimiento de la magia
arcana mucho más que cualquier otra criatura viva. Su conocimiento llegó
a ser tan basto, que eventualmente los Kaldorei la coronaron como Reina
de Kalimdor, y un inmenso y vetusto palacio le fue construido en las
orillas del Pozo de la Eternidad.
Con el paso de las eras, la civilización de los elfos nocturnos se
expandió territorial y culturalmente. Sus templos, caminos y lugares de
estudio se expandieron por el oscuro continente. Azshara, la hermosa y
generosa reina de los elfos nocturnos escogió a sus servidores favoritos
para sus enjoyados salones. Sus servidores, conocidos como los
Quel´dorei o ?Bien Nacidos? (Highborne), fueron dotados de todo poder y
se creyeron mejores que el resto de sus hermanos. Su líder, Dath?Remar,
fue nombrado alto concejal de la reina y rápidamente se hizo con el
control político de a nación. Aunque la Reina Azshara era igualmente
amada por todo el pueblo, los Bien Nacidos eran secretamente envidiados
por el resto de los elfos nocturnos. Aún así, los Bien Nacidos empezaron
a venerar a su reina como una diosa, y llamaron ?la encarnación misma de
Elune?. Esto los llevó a tener serias disputas con las sacerdotisas de
la diosa Elune, cuyo templo se levantaba en las afueras de los sagrados
Claros de la Luna, cerca del Santuario de Cenarius, y en especial, con
la joven e impulsiva Alta Sacerdotisa, Tyrande Whisperwind.
Imitando la curiosidad de los sacerdotes sobre el Pozo de la Eternidad,
Azshara ordenó a los Bien Nacidos desentrañar sus secretos y revelar su
verdadero propósito sobre el mundo. Los Bien Nacidos se sumergieron en
su trabajo y estudiaron el Pozo concienzudamente. Con el tiempo
desarrollaron la habilidad de manipular y controlar las cósmicas
energías del Pozo. Conforme sus experimentos progresaban, los Bien
Nacidos descubrieron que podían usar sus nuevos poderes para crear o
destruir a su placer. Los ignorantes Bien Nacidos habían descubierto la
magia primitiva y estaban resueltos a dedicarse exclusivamente a
desenvolver sus misterios. Sin pensar que la magia podía ser peligrosa
si no se usaba responsablemente, Azshara y sus Bien Nacidos empezaron a
practicar sus encantos con evidente abandono. Cenarius y muchos de los
letrados elfos nocturnos advirtieron que solamente calamidades podrían
resultar si se jugaba con las claramente volátiles artes de la magia.
Eventualmente, Azshara y sus seguidores continuaron expandiendo sus
crecientes poderes.
Conforme sus poderes crecían, un cambio distintivo empezó a ocurrir en
Azshara y los Bien Nacidos. La clase alta comenzó a tornarse cruel y
despreciativa con sus compañeros elfos nocturnos. Una oscura palidez
cubrió la anterior belleza de Azshara. Ella comenzó a apartarse de sus
amados súbditos y rechazar la interacción con cualquiera que no fueran
sus sacerdotes Bien Nacidos. Esta terrible comunión tendría un terrible
precio que pagar.
Un joven erudito llamado Malfurion Stormrage, quien había ocupado mucho
de su tiempo en estudiar las primitivas artes del druidismo junto a
Cenarius, comenzó a sospechar que un terrible poder había corrompido a
los Bien Nacidos y a su amada reina. Aunque no podía concebir de donde
provenía este mal, sabía que las vidas de los elfos nocturnos cambiarían
para siempre...
LA GERRA DE LOS ANCESTROS
Hace aproximadamente 10 000 años
El irresponsable uso de la magia por parte de los Bien Nacidos, envió
ondas de energía desde el Pozo de la Eternidad a través de la Gran
Oscuridad del Más Allá. Las desordenadas ondas de energía fueron
percibidas por terribles mentes alienígenas. Sargeras ? el Gran Enemigo
de toda vida, el Destructor de Mundos ? percibió los poderes del Pozo y
buscó el distante punto de origen. Espiando el primigenio mundo de
Azeroth y sintiendo las energías ilimitadas del Pozo de la Eternidad,
Sargeras fue consumido por un insaciable apetito. El gran dios oscuro
resolvió destruir el joven mundo y reclaman sus energías para si mismo
Sargeras condujo a su vasta Legión Ardiente e hizo su camino hacia el
inocente mundo de Azeroth. La Legión fue conformada por un millón de
escandalosos demonios, recogidos de todos los rincones del universo,
ansiosos por la conquista. Los tenientes de Sargeras, Archimonde el
Profanador y Mannoroth el Destructor, prepararon sus infernales
monstruos para el ataque. La Reina Azshara, obcecada por el terrible
éxtasis mágico, cayó víctima del imparable poder de Sargeras, y le
ofreció abrirle una entrada al mundo. Incluso sus Bien Nacidos, caídos
bajo la inevitable corrupción mágica, convirtieron a Sargeras en su
dios. Para demostrar su fidelidad a la Legión, los Bien Nacidos
convencieron a su reina de abrir un portal mágico en el Pozo de la
Eternidad.
Una vez que los preparativos estuvieron terminados, Sargeras comenzó su
catastrófica invasión sobre Azeroth. El delgado velo que separa la
realidad del mundo de las sombras finalmente fue roto. Los guerreros de
la Legión Ardiente entraron en el mundo a través del Pozo de la
Eternidad y comenzaron el asedio sobre las durmientes ciudades de los
elfos nocturnos. Liderados por Archimonde y Mannoroth, la Legión marchó
sobre las tierras de Kalimdor, dejando solo desolación y terror a su
paso. Los brujos demoníacos Eredar invocaron a los Infernales, unos
inmensos gigantes de piedra y fuego verde que cayeron del cielo en forma
de meteoros sobre los templos. Una banda de ardientes y sanguinarios
asesinos llamada la Guardia de la Perdición, dirigidos por el voraz
Azzinoth, marchó sobre las tierras de Kalimdor, acabando con todo a su
paso. Jaurías de salvajes Felhounds (sabuesos diabólicos) atacaron
salvajemente sin oposición. Aunque los guerreros elfos defendieron su
ancestral hogar, se vieron forzados a retroceder, pulgada a pulgada,
ante el avance de la Legión.
Ante el terrible ataque, Malfurion Stormrage escapó para buscar ayuda
para su gente. Su propio hermano gemelo, Illidan Stormrage, aunque no
era parte de los Bien Nacidos, practicaba sus artes mágicas.
Convenciendo a Illidan de olvidar su peligrosa obsesión, ambos escaparon
al bosque para organizar la resistencia. La hermosa y joven sacerdotisa
de la luna, Tyrande Whisperwind, se decidió a acompañarles en el nombre
de Elune. Ambos hermanos profesaban un amor insaciable por la idealista
sacerdotisa, pero el corazón de Tyrande suspiraba solamente por
Malfurion. Illidan se sentía resentido por el naciente romance entre su
hermano y Tyrande, pero su corazón roto no era nada comparado por el
dolor que le producía su adicción a la magia. En efecto, el continuo
contacto de Illidan con las magias arcanas del Pozo, lo había corrompido
a tal punto de desarrollar en él la temible sed de magia que a su vez
consumía a los Bien Nacidos. Illidan creyó que, utilizando las mismas
energías malignas de los demonios contra ellos, podría lograr
derrotarlos de una vez por todas, por lo cual él y algunos de sus
seguidores más cercanos, formaron una secta secreta cuyo objetivo era
erradicar a los demonios de Kalimdor. Estos guerreros, conocidos como
los Cazadores de Demonios, se sacaban ritualmente los ojos, para de este
modo, utilizar toda su energía mágica contra la Legión. Malfurion nunca
le perdonaría esto, pero Illidan no combatiría por él: lo haría por amor
a Tyrande.
Mientras tanto, Cenarius, quien se ocultaba en los sagrados Claros de la
Luna en el distante Monte Hyjal, se comprometió a ayudar a los elfos
nocturnos buscando a los ancestrales dragones y asegurándose su ayuda.
Los dragones, liderados por la grandiosa Alexstrasza la Roja, atacaron
desde el aire a los demonios y sus amos infernales. Cenarius mismo llamó
a los espíritus de los bosques encantados, reclutando un ejército de
Ancestros y Treants, los hombres-árbol, y los guió en un sorpresivo
asalto sobre la Legión. Malfurion, Illidan y Tyrande, al mando de las
fuerzas de los elfos, organizaron un valiente y feroz contraataque. El
ágil y valiente Cazador de Demonios se habría paso a través de las
fuerzas de la Legión, destrozando las filas de los demonios, mientras su
cuerpo ardía en un incandescente aura mágica de fuego que había creado a
su alrededor, dañando todo lo que tocaba. Fue así como se encontró cara
a cara con el terrible Azzinoth, capitán de la Guardia de la Perdición,
y una gran batalla se entabló entre ambos contendientes. Illidan,
utilizando todos los poderes concebidos por su secta, logró derrotar a
Azzinoth y se apoderó de sus espadas curvas, las cuales, con el
transcurso del tiempo, logró dominar con tal habilidad, que se volvieron
un rasgo distintivo de su personalidad y casi eran extensiones de sus
brazos.
Las fuerzas aliadas a los elfos nocturnos convergieron sobre el templo
de Azshara y el Pozo de la Eternidad. Conociendo la fuerza de sus nuevos
aliados, Malfurion y sus colegas sabían que la Legión no sería derrotada
solamente por la fuerza de las armas. Mientras la titánica batalla
alrededor de la ciudad capital aumentaba, Azshara esperaba con ansiedad
el arribo de Sargeras. El señor de la Legión preparaba su paso a través
del Pozo de la Eternidad y su entrada en el mundo. Conforme su enorme
sombra se acercaba a la superficie del Pozo, Azshara guió a los más
poderosos de sus Bien Nacidos cerca de la superficie. Solamente
enfocando sus poderes mágicos sobre el Pozo podrían abrir un portal lo
suficientemente grande para que Sargeras penetrara. Mannoroth el
Destructor en persona, el terrible Señor del Foso, General de los
Ejércitos de la Legión, guardaba la entrada al Templo de Azshara.
Cenarius invocó los altos poderes de los bosques y se enfrentó a
Mannoroth, dándoles suficiente tiempo a Malfurion, Tyrande y sus
guerreros de penetrar en el templo.
Mientras la batalla bramada sobre los ardientes campos de Kalimdor, un
terrible evento volcaría la situación. Los detalles de tal evento se han
perdido en el tiempo, pero es conocido que Neltharion, el Gran Dragón
Negro de la Tierra, se volvió loco durante un crítico ataque de la
Legión Ardiente. El empezó a lanzar flamas sin sentido y la ira hizo
brotar su lado oscuro. Renombrándose asimismo Ala de la Muerte
(Deathwing), el dragón traicionó a sus hermanos y dejó el campo de
batalla. La traición sorpresiva de Neltharion fue tan destructiva que
sus hermanos nunca se recobraron de ella. Avergonzada y aterrorizada,
Alexstrazsa y los otros nobles dragones se vieron obligados a abandonar
a sus aliados mortales. Malfurion y sus compañeros, ahora
desesperanzados, temieron no sobrevivir el abandono de sus poderosos
aliados.
Malfurion, convencido de que el Pozo de la Eternidad era el cordón
umbilical que unía a los demonios con el mundo físico, insistía en que
debía ser destruido. Sus compañeros elfos, conociendo que el Pozo era la
fuente de su inmortalidad y sus poderes, se horrorizaron ante esta
noción. Pero Tyrande creía en la teoría de Malfurion, y convenció a
Cenarius y sus camaradas de atacar el templo de Azshara y encontrar el
modo de destruir el Pozo para bien.
EL OCASO DEL MUNDO
Malfurion y sus compañeros entraron en el corazón del templo de Azshara.
Una vez en la cámara principal, encontraron a los Bien Nacidos en medio
del final de su oscuro encantamiento. El comunal hechizo había creado un
vórtex inestable de poder sobre las turbulentas aguas del Pozo. La
voluminosa sombra de Sargeras se apresuraba a cruzar el portal hacia la
superficie, por lo que Malfurion se decidió a atacar.
Pero Azshara estaba más que preparada para su arribo. Todos los aliados
de Malfurion fueron capturados antes de que estos atacaran a la
enloquecida reina. Tyrande, tratando de atacar a Azshara por detrás, fue
detenida por la guardia personal de Bien Nacidos. Al luchar contra
ellos, la hermosa sacerdotisa sufrió graves heridas en sus manos. Al ver
la caída de su amada, Malfurion entró en una terrible cólera y se
dispuso a acabar con la vida de la reina.
Para su sorpresa, Illidan apareció desde las sombras cerca de una de las
orillas del lago. Conociendo que la destrucción del Pozo impediría que
volviese a practicar la magia de nuevo, Illidan se convenció a si mismo
de abandonar al grupo y prevenir a los Bien Nacidos del plan de su
hermano. Debido a la locura secundaria a su adicción y al reciente
romance de su hermano con su amada Tyrande, Illidan no sintió ningún
remordimiento en traicionar a Malfurion y aliarse con Azshara y los
suyos. Illidan estaba dispuesto a defender el Pozo por todos los medios
necesarios. Portando unos frascos mágicos especialmente manufacturados
para su propósito, Illidan los llenó con el agua procedente del Pozo.
Convencido que los demonios destrozarían la civilización de los elfos
nocturnos, planeó robar las sagradas aguas y tomar sus energías para sí
mismo.
Azshara, habiendo recibido la advertencia de Illidan, entabló una
terrible batalla con Malfurion, quien, con el corazón destrozado por la
traición de su hermano, estaba dispuesto a vencer o morir. Pero el
hechizo de los Bien Nacidos había entrado en un caos tremendo al ser
atacados, y el inestable portal sobre las ondas del Pozo explotó en una
catastrófica tormenta que llevaría al ocaso al mundo entero. La masiva
explosión resquebrajó el templo hasta sus bases y una serie de
estremecedores terremotos abrieron la torturada tierra. Como la
terrorífica batalla entre la Legión y los Elfos Nocturnos se realizaba
alrededor de la ruinosa ciudad capital, el Pozo de la Eternidad colapsó
sobre todos ellos.
Las ondas de choque de la implosión del Pozo rompieron las bases del
mundo. Los mares bramaron e invadieron la tierra. Cerca del ochenta por
ciento de la masa de Kalimdor fue consumida, separándose en continentes
separados por un nuevo y embravecido océano. En el centro del nuevo mar,
donde una vez estuvo el Pozo de la Eternidad, una tumultuosa tormenta de
mareas enfurecidas y caóticas energías se formó. La terrible tormenta,
conocida como el Maelstrom, nunca cesaría su furiosa vorágine. Se
constituiría en el recuerdo de la terrible catástrofe? y la utópica era
que se había perdido para siempre.
EL MONTE HYJALY LA OFRENDA DE ILLIDAN
En la nueva costa del destruido continente, dos cuerpos yacen
inconscientes sobre la arena. Tyrande lentamente despierta, aún aturdida
por la terrible explosión del Pozo de la Eternidad. Sobresaltada por la
imagen de la muerte de su amado, se abalanza sobre el cuerpo de
Malfurion quien, agotado por la lucha, se halla a su lado. Por la gracia
de Elune habían sido salvados de la hecatombre. Sobre uno de los riscos
de la costa, el semidios Cenarius le sonreía a la sorprendida
sacerdotisa, quien aún no comprendía que su poderoso amigo les había
rescatado de una muerte segura.
Los pocos elfos nocturnos que habían sobrevivido a la horrible explosión
se habían reunido cerca de la costa. Los agotados héroes decidieron
guiar a sus compañeros sobrevivientes para establecer un nuevo hogar
para su pueblo. Aunque Sargeras y la Legión habían sido desterrados del
mundo por la destrucción del Pozo, Malfurion y los suyos observaron el
terrible costo de la victoria.
Entonces se dieron cuenta de que muchos de los Bien Nacidos habían
sobrevivido al cataclismo. Ellos hicieron su camino por las riberas de
la nueva tierra con los otros elfos nocturnos. Aunque Malfurion
desconfiaba de las motivaciones de los Bien Nacidos, estaba seguro de
que no serían una amenaza sin las energías del Pozo.
Para alegría de los elfos nocturnos, descubrieron que la montaña
sagrada, Hyjal, había sobrevivido a la catástrofe. Buscando establecer
un nuevo hogar para ellos mismos, Malfurion y los elfos nocturnos
escalaron las faldas de Hyjal, hasta el valle allende el monte. Al
descender al valle, entre los enormes picos de la montaña, encontraron
un pequeño y tranquilo lago. En ese momento, uno de los Bien Nacidos se
lanzó sobre las aguas con alegría indescriptible. Para horror de todos,
las aguas del lago rebozaban de magia.
Illidan, que había sobrevivido al Ocaso, había llegado a Hyjal mucho
antes que Malfurion y los elfos. En su locura por mantener fluyendo la
magia en el mundo, Illidan había vaciado sus frascos con las preciosas
aguas del Pozo de la Eternidad, en el lago de la montaña. Las potentes
energías del agua rápidamente había formado un nuevo Pozo de la
Eternidad. El exultante Illidan, creyendo que su nuevo Pozo era una
ofrenda para las futuras generaciones, se vio contrariado cuando
Malfurion le lanzó sobre el suelo. Malfurion le dijo a su hermano que la
magia era innatamente caótica y que su uso inevitablemente llevaría a la
corrupción y el sufrimiento. Sin embargo, Illidan se negó a abandonar
sus poderes mágicos, y una vez más, el conflicto surgió entre los gemelos.
Sabiendo que la tendencia de Illidan a irrespetar los esquemas lo
llevaría a romper las reglas, Malfurion decidió acabar de una vez por
todas con la locura de poder de su hermano. Con la ayuda de Cenarius,
Malfurion encerró a Illidan en una basta prisión bajo la superficie, las
Tálamos Profundos, donde su apetito de poder se consumiría hasta el
final de los tiempos. Para asegurar la prisión de su hermano, Malfurion
encargó a una joven Guardiana, Maiev Shadowsong, para ser la carcelera
personal de Illidan. Cenarius, a su vez, encomendó a uno de sus hijos,
Califax el Guardián del Bosque, de asistir a la Guardiana en la custodia
de Illidan durante las edades por venir.
Considerando que la destrucción del nuevo Pozo podría provocar una nueva
catástrofe, los elfos nocturnos resolvieron no tocarlo. Sin embargo,
Malfurion declaró que nadie volvería nunca a practicar de nuevo las
artes mágicas. Bajo el ojo vigilante de Cenarius, los elfos comenzaron a
estudiar las antiguas artes del druidismo con el propósito de sanar la
tierra y hacer crecer de nuevo sus amados bosques en las faldas del
monte Hyjal.
EL ARBOL DEL MUNDO Y EL SUEÑO ESMERALDA
9000 años antes de la Primera Guerra
Por muchos años, los elfos nocturnos trabajaron ardorosamente en
reconstruir su ancestral hogar. Con sus viviendas, templos y caminos
hundidos, construyeron sus nuevos hogares entre los verdes árboles y las
sombreadas colinas de las faldas del monte Hyjal, buscando siempre la
armonía con la naturaleza. Con el tiempo, los dragones que habían
sobrevivido al Ocaso surgieron de sus secretas guaridas.
Alexstrasza la Roja, Ysera la Verde, Malygos el Azul y Nozdormu el
Broncíneo descendieron sobre las tranquilas praderas de los druidas y
observaron los frutos de los trabajos de los elfos nocturnos. Malfurion,
quien con los años se había convertido en un Shan?do (archi-druida) de
inmenso poder, recibió a los poderosos dragones y les habló sobre la
creación del nuevo Pozo de la Eternidad. Los grandes dragones se vieron
alarmados al escuchar las oscuras noticias y especularon que la
presencia del Pozo a largo plazo podría motivar el regreso de la Legión.
Malfurion y los tres dragones resolvieron hacer un pacto para asegurarse
de que los agentes de la Legión Ardiente nunca regresaran al mundo. Los
Cuatro Aspectos cedieron parte de su poder para crear un poderoso
artefacto llamado Alma de Demonio (Demon Soul), cuyo poder podría
controlar infligir daño a la Legión Ardiente en caso de un ataque.
Neltharion, sin embargo, no cedió sus energías al Alma de Demonio, por
lo que conservó su fuerza intacta y se convirtió en el más poderoso de
los dragones. Secretamente, el enloquecido dragón negro hurdía un plan
que asolaría nuevamente al mundo?
Alexstrasza, la Protectora de la Vida, plantó una sencilla semilla
encantada en el corazón del Pozo de la Eternidad. La semilla, activada
por las potentes aguas mágicas, dio vida a un colosal árbol. Las
poderosas raíces succionaron las aguas del Pozo, y la verde copa del
árbol se abrió hacia los cielos. El inmenso árbol sería para siempre
símbolo de la unión de los elfos nocturnos con la Naturaleza, y sus
energías sanadoras se extenderían sobre el resto del mundo. Los elfos
nocturnos llamaron a su Árbol del Mundo con el nombre de Nordrassil, que
significa en su lengua ?Corona de los Cielos?.
Nozdormu, El Imperecedero, lanzó un encantamiento sobre el Árbol de
Mundo para asegurarse que el inmenso árbol les diera a los elfos
nocturnos la seguridad de que nunca envejecerían o padecerían de enfermedad.
Ysera, La Soñadora, también lanzó un encantamiento sobre el Árbol del
Mundo, uniéndolo a su propio reino, la dimensión etérea conocida como el
Sueño Esmeralda. Este reino es un enorme mundo espiritual que existe
únicamente en los sueños. Ysera regularía el flujo de la naturaleza y la
evolución del mundo. Los druidas elfos nocturnos, incluido Malfurion
mismo, deberían unirse al Sueño junto al Árbol del Mundo. Como parte de
este pacto místico, los druidas deberían dormir por los siglos para que
sus espíritus recorrieran los infinitos caminos del Sueño Esmeralda.
Aunque los druidas fueron advertidos ante el prospecto de perder muchos
años de su vida durante la hibernación, se mostraron satisfechos con
unirse al sueño de Ysera. Pero el Sueño de Ysera tenía un terrible
secreto que, en ese momento, no fue revelado por los dragones?
LOS IMPERIOS TROLLS Y EL ALMA DEL DEMONIO
A pesar del gran conocimiento y el amplio desarrollo de su civilización,
los Kaldorei no conocieron hasta muy tardíamente, la existencia de otras
culturas inteligentes. Muy hacia el este, en el otro extremo de
Kalimdor, mucho tiempo antes del Ocaso del Mundo, otra raza había
logrado forjar un inmenso imperio guerrero. Mil años antes de que la
raza de los kaldorei naciera existían dos imperios trolls enfrentados:
Gurubashi y Amani. Se cree que su origen se encuentra en lo que se
conoce como el Valle de Strangletorn, donde impenetrables junglas
evitaban el asedio a su ciudad principal y más antigua, Zul?gurub. Los
Amani, que constituyeron su imperio en el norte, en lo que después fue
Lordaeron, fundaron la gran ciudad de Zul?Aman. También había otro
imperio en el norte, Gundrak, pero nunca se ganó la importancia de estas
dos. Aunque constituían una misma raza, no se tenían en alta estima,
pero estaban unidos para derrotar a unos terribles insectoides llamados
Azi'Aqir, cuyo objetivo era destrozar todo aquello que no fuera insecto.
Al final tuvieron éxito en su empresa y derrotaron los bastiones de
Azjol-Nerub al norte y de Anh'Qirai al sur.
Tras esto unos pocos trolls comenzaron a explorar el mundo y a
evolucionar. Se toparon con el Pozo de la Eternidad y lo utilizaron para
sus fines... Por eso puede ser que los Kaldorei o elfos nocturnos
procedan de los trolls. Los elfos libraron varias guerras con los
imperios trolls, hasta que al final lograron expulsarles por completo.
Replegados hacia el este, permanecieron ignorantes de las subsecuentes
actividades de los elfos hasta que ocurrió la implosión del Pozo. La
catástrofe produjo la división del supercontinente de Kalimdor en cuatro
grandes islas, por lo que las distintas tribus trolls quedaron
definitivamente aisladas.
Los trolls de la jungla adoraban a Hakkar el Devorador de Almas, un
sanguinario dios que era seguido de manera absolutamente devota por una
parte de ellos, los Atal'ai. Hakkar demandó las almas de los niños
trolls para manifestarse en el mundo, por lo que los trolls se dieron
cuenta de que era perverso y les conduciría a su propia destrucción, por
lo que acordaron renunciar a él, causando la gran ira de Hakkar.
Solamente los Atal'ai siguieron fieles al corrupto dios, por lo que los
Gurubashi los expulsaron de Strangletorn, y emigraron hacia el Pantano
de las Lamentaciones. Divididos por esta decisión, los Gurubashi
iniciaron una terrible guerra tribal, donde dos prominentes tribus,
Skullsplitter y Darkspear, luchaban por el predominio. Finalmente, cada
uno tomó su propio camino y tierras. El poderío y superioridad de los
Skullsplitter obligó a los Darkspear a abandonar para siempre el
continente, y fueron exiliados a una isla del Gran Mar, la que han
habitado desde entonces.
Mientras tanto, los trolls Atal?ai continuaron tratado de invocar a su
dios Hakkar. En el tiempo en que los Kaldorei empezaron a reconstruir
sus ciudades en el norte del nuevo Kalimdor, los Atal?ai iniciaron una
serie de cultos y sacrificios para lograr que Hakkar se materializara en
el mundo físico. Ante el inminente peligro que significaba este hecho,
Ysera La Soñadora envió a uno de sus hijos preferidos, Eranikus, a
advertirles de la nueva e inminente catástrofe. Ante la insistencia de
los profetas y brujos Atal?ai de continuar con el ritual, Ysera en
persona llegó para combatirlos, y con sus inmensos poderes, hundió la
ciudadela de los Atal?ai, formando lo que se llama la Fosa de las
Lágrimas. Debido a esto, Hakkar en retribución, utilizó sus inmensos
poderes para corromper a Ysera, por lo que los Grandes Aspectos, ante la
conmoción que podría producir la pérdida de otro de sus hermanos, la
dejaron encerrada para siempre en el etéreo mundo del Sueño Esmeralda.
Para estabilizar los continuos poderes de Ysera y evitar que la
corrupción acabara con el balance de la vida natural sobre Azeroth, los
Grandes Aspectos acordaron con los druidas Kaldorei que ellos
penetrarían en el Sueño Esmeralda y serían el soporte de Ysera a través
de las generaciones, a cambio de hacer crecer el Arbol del Mundo.
Neltharion, el maligno dragón negro, sin embargo, tenía otros planes
para con sus hermanos los Grandes Aspectos. Corrompido profundamente por
la terrible fuerza maligna de los poderes de la Legión, Neltharion
desarrolló un malvado ardid para convercer a los otros dragones de ceder
parte de sus poderes a un artefacto mágico llamado el Alma del Demonio.
Hablando a sus hermanos, les dijo que ellos, los dragones, no vivirían
por siempre, sino que llegaría el día en que, con su desaparición, las
razas mortales dominarían el mundo, y nada las protegería de la Legión
Ardiente. En un esfuerzo para pararse para esta época, Neltharion
convenció a su hermano Malygos, el Dragón Azul Señor de la Magia, de
imbuir sus poderes en el Alma del Demonio, con el objetivo de utilizarlo
como arma ante una nueva invasión de la Legión Ardiente. Aunque los
dragones alados no estaban muy seguros de confiar en Neltharion, la
reciente batalla de Ysera con Hakkar y la Guerra de los Ancestros habían
demostrado que sus esfuerzos no habían sido suficientes para contener a
las fuerzas malignas. Recordando el encargo de los Titanes, decidieron
aceptar la propuesta de Neltharion. Éste, sin embargo, no cedió sus
poderes al artefacto. Su objetivo estaba claro: con todos sus poderes
intactos, Neltharion se convertiría en el más fuerte de todos los
dragones. Rompiendo su promesa, utilizó el Alma de Demonio para destruir
a los dragones azules. Malygos quedó solo y sin herencia, por lo que
viajó al helado Northrend para refugiarse y creó un gran cementerio para
sus hijos, conocido como el Dragonbligth, donde pudieran descansar sus
restos. Encargó a uno de sus sirvientes sobrevivientes, el poderoso
Sapphiron, de proteger el Dragonblight por todas las edades. Conociendo
las malvadas intenciones de Neltharion, Alexstrasza la Protectora de la
Vida tómo el Alma de Demonio y la enterró profundamente en las vetustas
montañas de Khaz Modan. Neltharion esperó el momento propicio para atacar?
EL EXILIO DEL LOS ALTOS ELFOS
7300 años antes de la Primera Guerra
Con el paso de los siglos, la sociedad de los elfos nocturnos creció de
nuevo fuertemente y se expandió por el bosque que se llama Ashevale.
Muchas de las criaturas y especies que abundaban antes del Gran Ocaso,
como los furbolgs y los quilboars, reaparecieron y florecieron sobre la
tierra. Bajo el liderazgo benevolente de los druidas, los elfos
nocturnos disfrutaron de una era de improcedente paz y tranquilidad bajo
las estrellas.
Sin embargo, mucho de los originales Bien Nacidos sobrevivientes vivían
intranquilos. Como Illidan antes de ellos, cayeron víctimas de una
depresión inmensa por la pérdida de sus poderes mágicos. Se veían
constantemente tentados a tomar las energías del Pozo de la Eternidad y
caer de nuevo en sus prácticas mágicas. Dath'Remar, el insolente líder
de los Bien Nacidos, comenzó a hablar en contra de los druidas,
acusándolos de cobardes por rehuir el uso de la magia que él decía les
correspondía por derecho. Malfurion y los druidas minimizaron los
argumentos de Dath´Remar y previnieron a los Bien Nacidos que cualquier
uso de la magia sería castigado con la muerte. En un insolente y
peligroso intento de convencer a los druidas de rescindir su ley,
Dath´Remar y sus seguidores convocaron una terrible tormenta mágica
sobre Ashenvale.
Los druidas no podían arrojarse ellos mismos la culpa de llevar a la
muerte a muchos de su propia raza, por lo que decidieron exiliar a los
Bien Nacidos de sus tierras. Dath´Remar y sus seguidores, orgullosos de
librarse de sus conservadores primos al fin, elaboraron una serie de
barcos especiales y se hicieron a la mar. Aunque no sabían que les
esperaba más allá de las rugientes aguas del Maelstrom, iban decididos a
establecer su propia patria, donde pudieran practicar sus artes mágicas
impunemente. Los Bien Nacidos, o Quel´dorei, como Azshara los bautizó en
épocas pasadas, llegaron eventualmente a un tierra al este que los
humanos llamarían más tarde Lordaeron. Allí fundarían su propio reino
mágico, Quel?thalas, y renegarían de los preceptos de los elfos
nocturnos sobre la actividad nocturna y los trabajos a la luz de la
Luna. Por siempre, abrazarían el Sol y serían conocidos solamente como
Altos Elfos.
LAS CENTINELAS Y LA LARGA VIGILIA
Con la partida de sus altaneros primos, los elfos nocturnos volcaron su
atención en la seguridad de su patria. Los Kaldorei realizaron un
poderoso conjuro druídico sobre las fronteras de Ashenvale, cerrando la
entrada a ese bosque en un eterno misterio. Allí, permanecerían ocultos
por cientos de años, sin contacto con otras criaturas o razas.. Los
druidas, sintiendo que el tiempo de su hibernación estaba cercano, se
prepararon para el sueño y dejaron atrás sus amadas familias y esposas.
Tyrande, que se había convertido en Alta Sacerdotisa de Elune, le pidió
a su amado, Malfurion, que no la dejara por el Sueño Esmeralda de Ysera.
Pero Malfurion, honrado por entrar en los encantados Caminos del Sueño,
se despidió de la sacerdotisa y le dijo que nada podría apartarle
verdaderamente de su gran amor.
Sola para proteger Kalimdor de los peligros del nuevo mundo, Tyrande
ensambló una poderosa fuerza entre sus hermanas elfas. Las mujeres
guerreras, altamente entrenadas, sin miedo, se llamaron a si mismas las
Centinelas. Su misión sería defender Kalimdor y patrullas los sombríos
bosques de Ashenvale, y para esto contaban con numerosos aliados a quien
llamar en tiempos de urgencia. Cenarius, el poderoso semidios, habitaba
en los cercanos Prados de la Luna del Monte Hyjal. Sus hijos, los
llamados Guardianes de los Bosques, se asentaron cerca de los elfos
nocturnos y regularmente ayudaban a las Centinelas a mantener la paz en
la tierra. Incluso las bellas hijas de Cenarius, las dríades, empezaron
a aparecer en los claros con incrementada frecuencia.
Con los largos siglos por venir, y sin Malfurion a su lado, Tyrande
nunca dejó de temer una segunda invasión demoníaca. Nunca dejó de pensar
que la Legión Ardiente seguía allí, más allá de la Gran Oscuridad del
cielo, planeando su venganza sobre los elfos nocturnos y el mundo de
Azeroth.
Nadie sabe exactamente cómo inició el Universo. Algunos teorizan que una
catastrófica explosión cósmica envió al infinito una inmensidad de
mundos desconocidos hacia la vastedad de la Gran Oscuridad del Más Allá
? mundos que algún día albergarían una diversidad maravillosa y terrible
de formas de vida. Otros creen que el Universo fue creado por una sola
Todopoderosa Entidad benigna, cuya Sagrada Luz ilumina desde tiempos
inmemoriales, las vidas de todos y cada uno de los seres del Universo.
Aunque los orígenes del caótico Universo ciertamente son inciertos, está
claro que una raza poderosa se encargó de estabilizar los varios mundos
y asegurarse que a futuro esos mundos siguieran sus mismos pasos.
Los Titanes, colosales dioses de piel metálica de las infinidades del
cosmos, exploraron el naciente universo, y trabajaron en los mundos que
iban encontrando. No está claro de dónde vinieron y por qué lo hacían,
pero ordenaron los mundos levantando poderosas montañas y drenando
vastos océanos. Rasgaron los cielos y atmósferas respirables surgieron.
En cada lugar que encontraron, elaboraron un plan para darle orden al
caos existente. Al mismo tiempo, le dieron poderes a razas primitivas
para que trabajaran y mantuvieran la integridad de sus respectivos mundos.
Regidos por una elite llamada El Panteón, cuyo Alto Padre, Aman?thul,
gobernaba con justicia e igualdad, los Titanes le dieron orden a los
cientos de millones de mundos que exploraron en la Gran Oscuridad del
Más Allá durante las primeras eras de la creación. El benevolente
Panteón, para salvaguardar las estructuras de estos mundos, siempre
estuvo vigilante contra el ataque extradimensional de las viles razas
del Torbellino del Vacío. El Torbellino, una dimensión etérea de magia
caótica que conecta una miríada de mundos del universo, era el hogar de
un número infinito y primigenio de maléficos demonios, cuyo único
objetivo era destruir la vida y devorar las energías del universo
viviente. Incapaces de concebir el mal o la extinción de cualquier forma
de vida, los Titanes se vieron obligados a hallar una forma de terminar
los constantes ataques de los demonios.
SARGERAS Y LA TRAICION
Con el paso del tiempo, las entidades demoníacas encontraron la forma de
penetrar en los mundos de los Titanes desde el Torbellino del Vacío, y
el Panteón eligió a sus más grandes guerreros, Sargeras, para actuar
como primera línea de defensa. El noble gigante de bronce bruñido,
Sargeras, cumplió con sus deberes por interminables milenios, buscando y
destruyendo demonios donde quiera que los encontrara. A través de los
eones, Sargeras encontró dos poderosas razas demoníacas, ambas con
ambición de ganar poder y dominio sobre el universo físico.
Los Eredar, una insidiosa raza de hechiceros diabólicos, usaron sus
embrujos mágicos para invadir y esclavizar un número de mundos. Las
razas indígenas de estos mundos mutaron por los poderes malévolos de los
Eredar y se volvieron demonios ellos mismos. Aunque los cercanamente
ilimitados poderes de Sargeras eran más que suficientes para derrotar a
los viles Eredar, el gigante encontró muchos problemas para detener la
corrupción y envilecimiento de las criaturas. Incapaz de soportar tanta
depravación, el gran Titán empezó caer en una gran depresión. A pesar de
su creciente insatisfacción, Sargeras arrasó del Universo a los brujos
atrapándolos en una esquina del Torbellino.
Mientras su confusión y miseria se profundizaban, Sargeras se vio
forzado a combatir otro grupo que intentaba romper el orden de los
Titanes: los Nathrezim. Esta oscura raza de demonios-vampiro (también
conocidos como Señores del Terror) conquistó un número de mundos
poblados poseyendo a sus habitantes y volviéndolos hacia la sombra. Los
nefastos y esquemáticos señores del terror tornaban a las naciones unas
contra otras manipulándolas dentro de un odio irracional y perverso.
Sargeras derrotó a los Nathrezim fácilmente, pero su corrupción lo
afectó profundamente.
Con sus sentidos obcecados y desesperados, Sargeras perdió toda
conciencia no solo de su misión, sino también de la visión de los
Titanes de un universo ordenado. Eventualmente, empezó a creer que el
concepto de un universo ordenado era inútil, y que el caos y la
depravación eran los únicos absolutos del oscuro y solitario universo.
Sus compañeros Titanes trataron de persuadirlo de su error y calmar sus
iracundas emociones, pero él había interpretado sus más optimistas
creencias como desilusiones inútiles. Abandonando sus filas para
siempre, Sargeras salió en busca de su propio lugar en el Universo.
Aunque el Panteón lamentó profundamente su partida, los Titanes jamás
pudieron predecir que tan lejos llegaría su hermano perdido.
Con el tiempo, la locura de Sargeras habría consumido sus últimos
vestigios de su valioso espíritu, creyendo que los Titanes eran los
responsables del fracaso de la creación. Decidido, finalmente, a
deshacer sus trabajos en todo el universo, decidió conformar un ejército
imparable que consumiría al universo físico.
Eventualmente la forma titánica de Sargeras se fue distorsionando por la
corrupción que plagaba su una vez noble corazón. Sus ojos, cabello y
barba eructaron en fuego, y su piel metálica broncínea se abrió
revelando su nueva forma de odio infinito.
En su furia, Sargeras liberó de sus prisiones a los Eredar y los
Nathrezim. Estas astutas criaturas se postraron ante la vasta ira el
oscuro Titán y ofrecieron servirle en cualquiera de sus maliciosos
caminos. De las filas de los poderosos Eredar, Sargeras eligió dos
campeones para comandar su demoníaco ejército de destrucción. Kil´jaeden
el Embaucador fue elegido para escoger a las más oscuras razas del
universo y reclutarlas dentro de las filas de Sargeras. El segundo
campeón, Archimonde el Profanador, fue elegido para dirigir los enormes
ejércitos en la batalla contra cualquiera de los que osaran resistir los
deseos del Titán.
El primer movimiento de Kil´jaeden fue esclavizar a los vampíricos
señores del terror bajo su terrible poder. Los señores del terror le
servirían como sus agentes personales en el universo, y ellos
placenteramente localizarían razas primitivas para que su maestro las
corrompiera y las exterminara. El primero entre los señores del terror
era Tichondrius el Oscuro, quien servía a Kil´jaeden como el perfecto
soldado y llevaría la ardiente voluntad de Sargeras a todas las oscuras
esquinas del universo.
El poderoso Archimonde también escogió temibles agentes para sí mismo.
Llamando a los maléficos señores del foso y su barbárico líder,
Mannoroth el Destructor, Archimonde esperaba establecer una élite
luchadora que acabaría con cualquier creación de vida.
Una vez que Sargeras vio que sus ejércitos fueron amasados y listos para
seguir sus mandatos, lanzó sus coléricas fuerzas en la vastedad de la
Gran Oscuridad. El bautizó a su creciente ejército como la LEGION
ARDIENTE. Hasta la fecha, no está claro cuántos mundos han sido
consumidos y quemados por la insana cruzada ardiente alrededor del universo.
LOS DIOSES ANTIGUOS Y EL ORDENAMIENTO DE AZEROTH
Sin conocer la misión destructiva de Sargeras sobre sus incontables
trabajos, los Titanes continuaron moviéndose de mundo en mundo, dando
forma y ordenando cada planeta como ellos creían. A lo largo de sus
viajes repararon en un pequeño mundo al cual sus habitantes llamarían
más tarde Azeroth. Cuando los Titanes hicieron su camino sobre la
primitiva tierra, encontraron un número de hostiles ?principios
elementales?, que serían conocidos únicamente como los Dioses Antiguos,
quienes querían echar a los Titanes de su mundo.
El Panteón, molesto por la inclinación de los Dioses Antiguos a hacer el
mal, entabló una guerra contra los Elementales y sus oscuros maestros.
Los ejércitos de los Dioses Antiguos eran dirigidos por cuatro poderosos
lugartenientes: Ragnaros el Señor del Fuego, Therazane la Madre Roca,
Al?Akir el Señor del Viento y Neptulon el Cazador de las Mareas (Los
Cuatro Elementos). Sus caóticas fuerzas avanzaban por la faz de la
tierra y chocaban con los colosales Titanes. Aunque los Elementales eran
poderosos más allá de toda compresión mortal, sus fuerzas combinadas no
pudieron detener a los poderosos Titanes. Uno por uno, Los Cuatro
Elementos fueron cayendo y sus fuerzas fueron dispersadas.
El Panteón asedió las ciudadelas de los Dioses Antiguos y encerraron a
los cuatro malvados dioses bajo la superficie de la tierra. Sin los
Dioses Antiguos para conducir sus iracundos espíritus sobre el mundo
físico, los elementales pasaron a un plano abismal, donde ellos se
contendrían uno al otro por toda la eternidad. Con la partida de los
elementales, la Naturaleza se calmó y el mundo entró en una pacífica
armonía. Los Titanes observaron que la lucha había sido contenida e
iniciaron su trabajo.
Crearon un número de razas para que les ayudaran a modelar el mundo. De
las profundidades de las cavernas rocosas surgieron los Titánides,
creados de la piedra viva. Para retirar los océanos y sacar la tierra
firme, los Titanes crearon los inmensos pero gentiles Gigantes del Mar.
Por muchas edades los Titanes modelaron la tierra, hasta que se formó un
perfecto continente. En el centro del continente, crearon un lago de
centelleantes energías primordiales. El lago, que sería llamado EL POZO
DE LA ETERNIDAD, sería una fuente de vida para el mundo. Sus potentes
energías conmoverían las raíces del mundo y la vida emergería sobre el
fértil suelo. Con el tiempo, plantas, árboles y criaturas de toda
especie empezarían a conquistar el continente. Cuando llegó el día final
de sus labores, los Titanes nombraron al continente KALIMDOR, ?La tierra
de la eterna luz de las estrellas?.
EL ENCARGO DE LOS DRAGONES ALADOS
Satisfechos de que el pequeño mundo estuviera ordenado y su trabajo
concluido, los Titanes se prepararon para abandonar Azeroth. Sin
embargo, antes de partir, encargaron a las especies más grandes del
mundo con la misión de proteger Kalimdor contra cualquier fuerza que
amenazara su perfecta tranquilidad. En esa época había muchos dragones
voladores. Entonces ellos escogieron a cinco de los más poderosos para
dominar a sus hermanos y apacentar el mundo. Los grandes miembros del
Panteón les dieron una porción de su poder a cada uno de los líderes de
los dragones. Los majestuosos dragones serían conocidos como los Grandes
Aspectos.
Aman'Thul, el Alto Padre del Panteón, otorgó parte de su poder cósmico
sobre el gigantesco dragón de bronce, Nozdormu, para que protegiera el
tiempo y las inconmensurables vías del destino. El estoico y honorable
Nozdormu sería conocido como el Único Imperecedero.
Eonar, el Titán patrón de toda vida, dio parte de su poder a Alexstrasza
la Roja, la Protectora de la Vida, cuya misión sería salvaguardar toda
vida que creciera en el mundo. Por su suprema visión e ilimitada
compasión por todas las cosas vivas Alexstrasza fue coronada como Reina
de los Dragones y se le dio dominio sobre toda su especie.
Eonar también bendijo a la pequeña hermana de Alexstrasza, la luminosa
dragona verde Ysera, con una porción de la influencia sobre la
Naturaleza. Ysera caería en un trance eterno, y sería conocida como La
Soñadora, velando por los salvajes bosques del mundo desde su verde
reino, El Sueño Esmeralda.
Norgannon, el Titán protector y maestro de las artes mágicas, le dio al
dragón azul, Malygos, una porción de su vasto poder. Desde ese momento,
Malygos sería conocido como el Tejedor de Hechizos, el guardián de la
magia arcana oculta.
Khaz'goroth, el Titán forjador del mundo, le dio parte de su vasto poder
al poderoso dragón negro, Neltharion, conocido como el Guardián de la
Tierra, y se le dio dominio sobre la tierra y los profundos lugares del
mundo. El controlaría la fuerza del mundo y sería el gran soporte de
Alexstrasza.
Con estos poderes, los Cinco Aspectos se encargarían de la defensa del
mundo en la ausencia de los Titanes. Con los Dragones preparados para
salvaguardar su creación, los Titanes dejaron atrás Azeroth para
siempre. Desafortunadamente, pasaría muy poco tiempo antes de que
Sargeras conociera al pequeño mundo recién nacido.
EL DESPERTAR DEL MUNDO Y EL POZO DE LA ETERNIDAD
Hace aproximadamente diez mil años antes de la Primera Guerra entre
Orcos y Humanos, el mundo de Azeroth se constituía en un solo
continente, rodeado por el mar. La masa de tierra, conocida como
Kalimdor, era el hogar de un sinnúmero de razas y criaturas, todas
luchando por sobrevivir sobre el salvaje mundo. En el oscuro centro del
continente existía un misterioso lago de energías incandescentes. El
lago, el cual más tarde sería llamado el Pozo de la Eternidad, era un
verdadero corazón de magia y poder natural. Extrayendo sus energías
desde la infinita Gran Oscuridad más allá del mundo, el Pozo actuaba
como una fuente mística, enviando sus potentes energías a lo largo del
mundo para que surgieran innumerables y maravillosas formas de vida.
Con el tiempo, una primitiva tribu de humanoides de costurmbres
nocturnas precavidamente fue haciendo su camino hacia las riberas del
lago encantado. Los nómadas humanoides, guiados por las extrañas
energías del Pozo, construyeron sus hogares en las tranquilas riberas
del lago. Con el tiempo, el cósmico poder del Pozo afectó a la tribu,
haciéndola más fuerte, inteligente y virtualmente inmortal. La tribu
adoptó el nombre Kaldorei, que significa ?niños de las estrellas? en su
lengua primitiva. Para celebrar su creciente sociedad, construyeron
grandes palacios y templos alrededor del lago.
Los Kaldorei, o ELFOS NOCTURNOS, como serían llamados más tarde,
adoraban a Elune, la diosa de la Luna, y creían que ella dormía en la
profundidad del Pozo durante las horas del día. Los tempranos sacerdotes
elfos estudiaban el Pozo con insaciable curiosidad, tratando de conocer
sus intangibles secretos y poderes. Conforme su sociedad crecía, los
elfos nocturnos exploraban Kalimdor para desenvolver sus misterios. Las
únicas criaturas que les dieron pausa fueron los ancestrales y poderosos
dragones. Las grandes bestias a menudo se comportaban reclusivos, y los
elfos nocturnos descubrieron que los dragones se habían constituido en
los protectores del mundo, por lo que era mejor que sus secretos no
fueran revelados.
El Pozo de la Eternidad fue la llave del verdadero avance y conocimiento
de los Kaldorei. Mientras estudiaban las poderosas energías del Pozo,
los Kaldorei fueron imbuidos con su poder, volviéndose prácticamente
inmortales e inmunes al paso de los años, por sobre todoas las criaturas
de la tierra. Rápidamente aprendieron las energías del Pozo
directamente. Habia comenzado el estudio de la magia arcana.
Con el tiempo, la curiosidad de los elfos nocturnos los llevó a conocer
a una serie de poderosas criaturas, pero la más interesante de todas fue
CENARIUS, un poderoso semidios de los bosques primigenios. El valiente,
noble y atrevido Cenarius se mostró complacido con los inquisitivos
elfos nocturnos y ocupó una gran cantidad de tiempo en enseñarles acerca
del mundo natural. Los tranquilos Kaldorei desarrollaron una fuerte
empatía por los vivientes bosques de Kalimdor y el armonioso balance de
la naturaleza.
Algunos Kaldorei creían que el uso abusivo de las magia arcana del Pozo
podrían traer serias consecuencias, pero sus precavidas palabras fueron
ignoradas por el resto de sus hermanos, quienes habían penetrado
profundamente en el estudio de la magia. Los grandes hechiceros y magos
construyeron hermosas ciudades, elaboraron impresionantes artefactos
mágicos, y apacentaron el mundo de acuerdo a sus propias necesidades.
Una de las más poderosas de las hechiceras Kaldorei se llamaba Aszhara,
una mujer altatmente dotada que ansiaba el conocimiento de la magia
arcana mucho más que cualquier otra criatura viva. Su conocimiento llegó
a ser tan basto, que eventualmente los Kaldorei la coronaron como Reina
de Kalimdor, y un inmenso y vetusto palacio le fue construido en las
orillas del Pozo de la Eternidad.
Con el paso de las eras, la civilización de los elfos nocturnos se
expandió territorial y culturalmente. Sus templos, caminos y lugares de
estudio se expandieron por el oscuro continente. Azshara, la hermosa y
generosa reina de los elfos nocturnos escogió a sus servidores favoritos
para sus enjoyados salones. Sus servidores, conocidos como los
Quel´dorei o ?Bien Nacidos? (Highborne), fueron dotados de todo poder y
se creyeron mejores que el resto de sus hermanos. Su líder, Dath?Remar,
fue nombrado alto concejal de la reina y rápidamente se hizo con el
control político de a nación. Aunque la Reina Azshara era igualmente
amada por todo el pueblo, los Bien Nacidos eran secretamente envidiados
por el resto de los elfos nocturnos. Aún así, los Bien Nacidos empezaron
a venerar a su reina como una diosa, y llamaron ?la encarnación misma de
Elune?. Esto los llevó a tener serias disputas con las sacerdotisas de
la diosa Elune, cuyo templo se levantaba en las afueras de los sagrados
Claros de la Luna, cerca del Santuario de Cenarius, y en especial, con
la joven e impulsiva Alta Sacerdotisa, Tyrande Whisperwind.
Imitando la curiosidad de los sacerdotes sobre el Pozo de la Eternidad,
Azshara ordenó a los Bien Nacidos desentrañar sus secretos y revelar su
verdadero propósito sobre el mundo. Los Bien Nacidos se sumergieron en
su trabajo y estudiaron el Pozo concienzudamente. Con el tiempo
desarrollaron la habilidad de manipular y controlar las cósmicas
energías del Pozo. Conforme sus experimentos progresaban, los Bien
Nacidos descubrieron que podían usar sus nuevos poderes para crear o
destruir a su placer. Los ignorantes Bien Nacidos habían descubierto la
magia primitiva y estaban resueltos a dedicarse exclusivamente a
desenvolver sus misterios. Sin pensar que la magia podía ser peligrosa
si no se usaba responsablemente, Azshara y sus Bien Nacidos empezaron a
practicar sus encantos con evidente abandono. Cenarius y muchos de los
letrados elfos nocturnos advirtieron que solamente calamidades podrían
resultar si se jugaba con las claramente volátiles artes de la magia.
Eventualmente, Azshara y sus seguidores continuaron expandiendo sus
crecientes poderes.
Conforme sus poderes crecían, un cambio distintivo empezó a ocurrir en
Azshara y los Bien Nacidos. La clase alta comenzó a tornarse cruel y
despreciativa con sus compañeros elfos nocturnos. Una oscura palidez
cubrió la anterior belleza de Azshara. Ella comenzó a apartarse de sus
amados súbditos y rechazar la interacción con cualquiera que no fueran
sus sacerdotes Bien Nacidos. Esta terrible comunión tendría un terrible
precio que pagar.
Un joven erudito llamado Malfurion Stormrage, quien había ocupado mucho
de su tiempo en estudiar las primitivas artes del druidismo junto a
Cenarius, comenzó a sospechar que un terrible poder había corrompido a
los Bien Nacidos y a su amada reina. Aunque no podía concebir de donde
provenía este mal, sabía que las vidas de los elfos nocturnos cambiarían
para siempre...
LA GERRA DE LOS ANCESTROS
Hace aproximadamente 10 000 años
El irresponsable uso de la magia por parte de los Bien Nacidos, envió
ondas de energía desde el Pozo de la Eternidad a través de la Gran
Oscuridad del Más Allá. Las desordenadas ondas de energía fueron
percibidas por terribles mentes alienígenas. Sargeras ? el Gran Enemigo
de toda vida, el Destructor de Mundos ? percibió los poderes del Pozo y
buscó el distante punto de origen. Espiando el primigenio mundo de
Azeroth y sintiendo las energías ilimitadas del Pozo de la Eternidad,
Sargeras fue consumido por un insaciable apetito. El gran dios oscuro
resolvió destruir el joven mundo y reclaman sus energías para si mismo
Sargeras condujo a su vasta Legión Ardiente e hizo su camino hacia el
inocente mundo de Azeroth. La Legión fue conformada por un millón de
escandalosos demonios, recogidos de todos los rincones del universo,
ansiosos por la conquista. Los tenientes de Sargeras, Archimonde el
Profanador y Mannoroth el Destructor, prepararon sus infernales
monstruos para el ataque. La Reina Azshara, obcecada por el terrible
éxtasis mágico, cayó víctima del imparable poder de Sargeras, y le
ofreció abrirle una entrada al mundo. Incluso sus Bien Nacidos, caídos
bajo la inevitable corrupción mágica, convirtieron a Sargeras en su
dios. Para demostrar su fidelidad a la Legión, los Bien Nacidos
convencieron a su reina de abrir un portal mágico en el Pozo de la
Eternidad.
Una vez que los preparativos estuvieron terminados, Sargeras comenzó su
catastrófica invasión sobre Azeroth. El delgado velo que separa la
realidad del mundo de las sombras finalmente fue roto. Los guerreros de
la Legión Ardiente entraron en el mundo a través del Pozo de la
Eternidad y comenzaron el asedio sobre las durmientes ciudades de los
elfos nocturnos. Liderados por Archimonde y Mannoroth, la Legión marchó
sobre las tierras de Kalimdor, dejando solo desolación y terror a su
paso. Los brujos demoníacos Eredar invocaron a los Infernales, unos
inmensos gigantes de piedra y fuego verde que cayeron del cielo en forma
de meteoros sobre los templos. Una banda de ardientes y sanguinarios
asesinos llamada la Guardia de la Perdición, dirigidos por el voraz
Azzinoth, marchó sobre las tierras de Kalimdor, acabando con todo a su
paso. Jaurías de salvajes Felhounds (sabuesos diabólicos) atacaron
salvajemente sin oposición. Aunque los guerreros elfos defendieron su
ancestral hogar, se vieron forzados a retroceder, pulgada a pulgada,
ante el avance de la Legión.
Ante el terrible ataque, Malfurion Stormrage escapó para buscar ayuda
para su gente. Su propio hermano gemelo, Illidan Stormrage, aunque no
era parte de los Bien Nacidos, practicaba sus artes mágicas.
Convenciendo a Illidan de olvidar su peligrosa obsesión, ambos escaparon
al bosque para organizar la resistencia. La hermosa y joven sacerdotisa
de la luna, Tyrande Whisperwind, se decidió a acompañarles en el nombre
de Elune. Ambos hermanos profesaban un amor insaciable por la idealista
sacerdotisa, pero el corazón de Tyrande suspiraba solamente por
Malfurion. Illidan se sentía resentido por el naciente romance entre su
hermano y Tyrande, pero su corazón roto no era nada comparado por el
dolor que le producía su adicción a la magia. En efecto, el continuo
contacto de Illidan con las magias arcanas del Pozo, lo había corrompido
a tal punto de desarrollar en él la temible sed de magia que a su vez
consumía a los Bien Nacidos. Illidan creyó que, utilizando las mismas
energías malignas de los demonios contra ellos, podría lograr
derrotarlos de una vez por todas, por lo cual él y algunos de sus
seguidores más cercanos, formaron una secta secreta cuyo objetivo era
erradicar a los demonios de Kalimdor. Estos guerreros, conocidos como
los Cazadores de Demonios, se sacaban ritualmente los ojos, para de este
modo, utilizar toda su energía mágica contra la Legión. Malfurion nunca
le perdonaría esto, pero Illidan no combatiría por él: lo haría por amor
a Tyrande.
Mientras tanto, Cenarius, quien se ocultaba en los sagrados Claros de la
Luna en el distante Monte Hyjal, se comprometió a ayudar a los elfos
nocturnos buscando a los ancestrales dragones y asegurándose su ayuda.
Los dragones, liderados por la grandiosa Alexstrasza la Roja, atacaron
desde el aire a los demonios y sus amos infernales. Cenarius mismo llamó
a los espíritus de los bosques encantados, reclutando un ejército de
Ancestros y Treants, los hombres-árbol, y los guió en un sorpresivo
asalto sobre la Legión. Malfurion, Illidan y Tyrande, al mando de las
fuerzas de los elfos, organizaron un valiente y feroz contraataque. El
ágil y valiente Cazador de Demonios se habría paso a través de las
fuerzas de la Legión, destrozando las filas de los demonios, mientras su
cuerpo ardía en un incandescente aura mágica de fuego que había creado a
su alrededor, dañando todo lo que tocaba. Fue así como se encontró cara
a cara con el terrible Azzinoth, capitán de la Guardia de la Perdición,
y una gran batalla se entabló entre ambos contendientes. Illidan,
utilizando todos los poderes concebidos por su secta, logró derrotar a
Azzinoth y se apoderó de sus espadas curvas, las cuales, con el
transcurso del tiempo, logró dominar con tal habilidad, que se volvieron
un rasgo distintivo de su personalidad y casi eran extensiones de sus
brazos.
Las fuerzas aliadas a los elfos nocturnos convergieron sobre el templo
de Azshara y el Pozo de la Eternidad. Conociendo la fuerza de sus nuevos
aliados, Malfurion y sus colegas sabían que la Legión no sería derrotada
solamente por la fuerza de las armas. Mientras la titánica batalla
alrededor de la ciudad capital aumentaba, Azshara esperaba con ansiedad
el arribo de Sargeras. El señor de la Legión preparaba su paso a través
del Pozo de la Eternidad y su entrada en el mundo. Conforme su enorme
sombra se acercaba a la superficie del Pozo, Azshara guió a los más
poderosos de sus Bien Nacidos cerca de la superficie. Solamente
enfocando sus poderes mágicos sobre el Pozo podrían abrir un portal lo
suficientemente grande para que Sargeras penetrara. Mannoroth el
Destructor en persona, el terrible Señor del Foso, General de los
Ejércitos de la Legión, guardaba la entrada al Templo de Azshara.
Cenarius invocó los altos poderes de los bosques y se enfrentó a
Mannoroth, dándoles suficiente tiempo a Malfurion, Tyrande y sus
guerreros de penetrar en el templo.
Mientras la batalla bramada sobre los ardientes campos de Kalimdor, un
terrible evento volcaría la situación. Los detalles de tal evento se han
perdido en el tiempo, pero es conocido que Neltharion, el Gran Dragón
Negro de la Tierra, se volvió loco durante un crítico ataque de la
Legión Ardiente. El empezó a lanzar flamas sin sentido y la ira hizo
brotar su lado oscuro. Renombrándose asimismo Ala de la Muerte
(Deathwing), el dragón traicionó a sus hermanos y dejó el campo de
batalla. La traición sorpresiva de Neltharion fue tan destructiva que
sus hermanos nunca se recobraron de ella. Avergonzada y aterrorizada,
Alexstrazsa y los otros nobles dragones se vieron obligados a abandonar
a sus aliados mortales. Malfurion y sus compañeros, ahora
desesperanzados, temieron no sobrevivir el abandono de sus poderosos
aliados.
Malfurion, convencido de que el Pozo de la Eternidad era el cordón
umbilical que unía a los demonios con el mundo físico, insistía en que
debía ser destruido. Sus compañeros elfos, conociendo que el Pozo era la
fuente de su inmortalidad y sus poderes, se horrorizaron ante esta
noción. Pero Tyrande creía en la teoría de Malfurion, y convenció a
Cenarius y sus camaradas de atacar el templo de Azshara y encontrar el
modo de destruir el Pozo para bien.
EL OCASO DEL MUNDO
Malfurion y sus compañeros entraron en el corazón del templo de Azshara.
Una vez en la cámara principal, encontraron a los Bien Nacidos en medio
del final de su oscuro encantamiento. El comunal hechizo había creado un
vórtex inestable de poder sobre las turbulentas aguas del Pozo. La
voluminosa sombra de Sargeras se apresuraba a cruzar el portal hacia la
superficie, por lo que Malfurion se decidió a atacar.
Pero Azshara estaba más que preparada para su arribo. Todos los aliados
de Malfurion fueron capturados antes de que estos atacaran a la
enloquecida reina. Tyrande, tratando de atacar a Azshara por detrás, fue
detenida por la guardia personal de Bien Nacidos. Al luchar contra
ellos, la hermosa sacerdotisa sufrió graves heridas en sus manos. Al ver
la caída de su amada, Malfurion entró en una terrible cólera y se
dispuso a acabar con la vida de la reina.
Para su sorpresa, Illidan apareció desde las sombras cerca de una de las
orillas del lago. Conociendo que la destrucción del Pozo impediría que
volviese a practicar la magia de nuevo, Illidan se convenció a si mismo
de abandonar al grupo y prevenir a los Bien Nacidos del plan de su
hermano. Debido a la locura secundaria a su adicción y al reciente
romance de su hermano con su amada Tyrande, Illidan no sintió ningún
remordimiento en traicionar a Malfurion y aliarse con Azshara y los
suyos. Illidan estaba dispuesto a defender el Pozo por todos los medios
necesarios. Portando unos frascos mágicos especialmente manufacturados
para su propósito, Illidan los llenó con el agua procedente del Pozo.
Convencido que los demonios destrozarían la civilización de los elfos
nocturnos, planeó robar las sagradas aguas y tomar sus energías para sí
mismo.
Azshara, habiendo recibido la advertencia de Illidan, entabló una
terrible batalla con Malfurion, quien, con el corazón destrozado por la
traición de su hermano, estaba dispuesto a vencer o morir. Pero el
hechizo de los Bien Nacidos había entrado en un caos tremendo al ser
atacados, y el inestable portal sobre las ondas del Pozo explotó en una
catastrófica tormenta que llevaría al ocaso al mundo entero. La masiva
explosión resquebrajó el templo hasta sus bases y una serie de
estremecedores terremotos abrieron la torturada tierra. Como la
terrorífica batalla entre la Legión y los Elfos Nocturnos se realizaba
alrededor de la ruinosa ciudad capital, el Pozo de la Eternidad colapsó
sobre todos ellos.
Las ondas de choque de la implosión del Pozo rompieron las bases del
mundo. Los mares bramaron e invadieron la tierra. Cerca del ochenta por
ciento de la masa de Kalimdor fue consumida, separándose en continentes
separados por un nuevo y embravecido océano. En el centro del nuevo mar,
donde una vez estuvo el Pozo de la Eternidad, una tumultuosa tormenta de
mareas enfurecidas y caóticas energías se formó. La terrible tormenta,
conocida como el Maelstrom, nunca cesaría su furiosa vorágine. Se
constituiría en el recuerdo de la terrible catástrofe? y la utópica era
que se había perdido para siempre.
EL MONTE HYJALY LA OFRENDA DE ILLIDAN
En la nueva costa del destruido continente, dos cuerpos yacen
inconscientes sobre la arena. Tyrande lentamente despierta, aún aturdida
por la terrible explosión del Pozo de la Eternidad. Sobresaltada por la
imagen de la muerte de su amado, se abalanza sobre el cuerpo de
Malfurion quien, agotado por la lucha, se halla a su lado. Por la gracia
de Elune habían sido salvados de la hecatombre. Sobre uno de los riscos
de la costa, el semidios Cenarius le sonreía a la sorprendida
sacerdotisa, quien aún no comprendía que su poderoso amigo les había
rescatado de una muerte segura.
Los pocos elfos nocturnos que habían sobrevivido a la horrible explosión
se habían reunido cerca de la costa. Los agotados héroes decidieron
guiar a sus compañeros sobrevivientes para establecer un nuevo hogar
para su pueblo. Aunque Sargeras y la Legión habían sido desterrados del
mundo por la destrucción del Pozo, Malfurion y los suyos observaron el
terrible costo de la victoria.
Entonces se dieron cuenta de que muchos de los Bien Nacidos habían
sobrevivido al cataclismo. Ellos hicieron su camino por las riberas de
la nueva tierra con los otros elfos nocturnos. Aunque Malfurion
desconfiaba de las motivaciones de los Bien Nacidos, estaba seguro de
que no serían una amenaza sin las energías del Pozo.
Para alegría de los elfos nocturnos, descubrieron que la montaña
sagrada, Hyjal, había sobrevivido a la catástrofe. Buscando establecer
un nuevo hogar para ellos mismos, Malfurion y los elfos nocturnos
escalaron las faldas de Hyjal, hasta el valle allende el monte. Al
descender al valle, entre los enormes picos de la montaña, encontraron
un pequeño y tranquilo lago. En ese momento, uno de los Bien Nacidos se
lanzó sobre las aguas con alegría indescriptible. Para horror de todos,
las aguas del lago rebozaban de magia.
Illidan, que había sobrevivido al Ocaso, había llegado a Hyjal mucho
antes que Malfurion y los elfos. En su locura por mantener fluyendo la
magia en el mundo, Illidan había vaciado sus frascos con las preciosas
aguas del Pozo de la Eternidad, en el lago de la montaña. Las potentes
energías del agua rápidamente había formado un nuevo Pozo de la
Eternidad. El exultante Illidan, creyendo que su nuevo Pozo era una
ofrenda para las futuras generaciones, se vio contrariado cuando
Malfurion le lanzó sobre el suelo. Malfurion le dijo a su hermano que la
magia era innatamente caótica y que su uso inevitablemente llevaría a la
corrupción y el sufrimiento. Sin embargo, Illidan se negó a abandonar
sus poderes mágicos, y una vez más, el conflicto surgió entre los gemelos.
Sabiendo que la tendencia de Illidan a irrespetar los esquemas lo
llevaría a romper las reglas, Malfurion decidió acabar de una vez por
todas con la locura de poder de su hermano. Con la ayuda de Cenarius,
Malfurion encerró a Illidan en una basta prisión bajo la superficie, las
Tálamos Profundos, donde su apetito de poder se consumiría hasta el
final de los tiempos. Para asegurar la prisión de su hermano, Malfurion
encargó a una joven Guardiana, Maiev Shadowsong, para ser la carcelera
personal de Illidan. Cenarius, a su vez, encomendó a uno de sus hijos,
Califax el Guardián del Bosque, de asistir a la Guardiana en la custodia
de Illidan durante las edades por venir.
Considerando que la destrucción del nuevo Pozo podría provocar una nueva
catástrofe, los elfos nocturnos resolvieron no tocarlo. Sin embargo,
Malfurion declaró que nadie volvería nunca a practicar de nuevo las
artes mágicas. Bajo el ojo vigilante de Cenarius, los elfos comenzaron a
estudiar las antiguas artes del druidismo con el propósito de sanar la
tierra y hacer crecer de nuevo sus amados bosques en las faldas del
monte Hyjal.
EL ARBOL DEL MUNDO Y EL SUEÑO ESMERALDA
9000 años antes de la Primera Guerra
Por muchos años, los elfos nocturnos trabajaron ardorosamente en
reconstruir su ancestral hogar. Con sus viviendas, templos y caminos
hundidos, construyeron sus nuevos hogares entre los verdes árboles y las
sombreadas colinas de las faldas del monte Hyjal, buscando siempre la
armonía con la naturaleza. Con el tiempo, los dragones que habían
sobrevivido al Ocaso surgieron de sus secretas guaridas.
Alexstrasza la Roja, Ysera la Verde, Malygos el Azul y Nozdormu el
Broncíneo descendieron sobre las tranquilas praderas de los druidas y
observaron los frutos de los trabajos de los elfos nocturnos. Malfurion,
quien con los años se había convertido en un Shan?do (archi-druida) de
inmenso poder, recibió a los poderosos dragones y les habló sobre la
creación del nuevo Pozo de la Eternidad. Los grandes dragones se vieron
alarmados al escuchar las oscuras noticias y especularon que la
presencia del Pozo a largo plazo podría motivar el regreso de la Legión.
Malfurion y los tres dragones resolvieron hacer un pacto para asegurarse
de que los agentes de la Legión Ardiente nunca regresaran al mundo. Los
Cuatro Aspectos cedieron parte de su poder para crear un poderoso
artefacto llamado Alma de Demonio (Demon Soul), cuyo poder podría
controlar infligir daño a la Legión Ardiente en caso de un ataque.
Neltharion, sin embargo, no cedió sus energías al Alma de Demonio, por
lo que conservó su fuerza intacta y se convirtió en el más poderoso de
los dragones. Secretamente, el enloquecido dragón negro hurdía un plan
que asolaría nuevamente al mundo?
Alexstrasza, la Protectora de la Vida, plantó una sencilla semilla
encantada en el corazón del Pozo de la Eternidad. La semilla, activada
por las potentes aguas mágicas, dio vida a un colosal árbol. Las
poderosas raíces succionaron las aguas del Pozo, y la verde copa del
árbol se abrió hacia los cielos. El inmenso árbol sería para siempre
símbolo de la unión de los elfos nocturnos con la Naturaleza, y sus
energías sanadoras se extenderían sobre el resto del mundo. Los elfos
nocturnos llamaron a su Árbol del Mundo con el nombre de Nordrassil, que
significa en su lengua ?Corona de los Cielos?.
Nozdormu, El Imperecedero, lanzó un encantamiento sobre el Árbol de
Mundo para asegurarse que el inmenso árbol les diera a los elfos
nocturnos la seguridad de que nunca envejecerían o padecerían de enfermedad.
Ysera, La Soñadora, también lanzó un encantamiento sobre el Árbol del
Mundo, uniéndolo a su propio reino, la dimensión etérea conocida como el
Sueño Esmeralda. Este reino es un enorme mundo espiritual que existe
únicamente en los sueños. Ysera regularía el flujo de la naturaleza y la
evolución del mundo. Los druidas elfos nocturnos, incluido Malfurion
mismo, deberían unirse al Sueño junto al Árbol del Mundo. Como parte de
este pacto místico, los druidas deberían dormir por los siglos para que
sus espíritus recorrieran los infinitos caminos del Sueño Esmeralda.
Aunque los druidas fueron advertidos ante el prospecto de perder muchos
años de su vida durante la hibernación, se mostraron satisfechos con
unirse al sueño de Ysera. Pero el Sueño de Ysera tenía un terrible
secreto que, en ese momento, no fue revelado por los dragones?
LOS IMPERIOS TROLLS Y EL ALMA DEL DEMONIO
A pesar del gran conocimiento y el amplio desarrollo de su civilización,
los Kaldorei no conocieron hasta muy tardíamente, la existencia de otras
culturas inteligentes. Muy hacia el este, en el otro extremo de
Kalimdor, mucho tiempo antes del Ocaso del Mundo, otra raza había
logrado forjar un inmenso imperio guerrero. Mil años antes de que la
raza de los kaldorei naciera existían dos imperios trolls enfrentados:
Gurubashi y Amani. Se cree que su origen se encuentra en lo que se
conoce como el Valle de Strangletorn, donde impenetrables junglas
evitaban el asedio a su ciudad principal y más antigua, Zul?gurub. Los
Amani, que constituyeron su imperio en el norte, en lo que después fue
Lordaeron, fundaron la gran ciudad de Zul?Aman. También había otro
imperio en el norte, Gundrak, pero nunca se ganó la importancia de estas
dos. Aunque constituían una misma raza, no se tenían en alta estima,
pero estaban unidos para derrotar a unos terribles insectoides llamados
Azi'Aqir, cuyo objetivo era destrozar todo aquello que no fuera insecto.
Al final tuvieron éxito en su empresa y derrotaron los bastiones de
Azjol-Nerub al norte y de Anh'Qirai al sur.
Tras esto unos pocos trolls comenzaron a explorar el mundo y a
evolucionar. Se toparon con el Pozo de la Eternidad y lo utilizaron para
sus fines... Por eso puede ser que los Kaldorei o elfos nocturnos
procedan de los trolls. Los elfos libraron varias guerras con los
imperios trolls, hasta que al final lograron expulsarles por completo.
Replegados hacia el este, permanecieron ignorantes de las subsecuentes
actividades de los elfos hasta que ocurrió la implosión del Pozo. La
catástrofe produjo la división del supercontinente de Kalimdor en cuatro
grandes islas, por lo que las distintas tribus trolls quedaron
definitivamente aisladas.
Los trolls de la jungla adoraban a Hakkar el Devorador de Almas, un
sanguinario dios que era seguido de manera absolutamente devota por una
parte de ellos, los Atal'ai. Hakkar demandó las almas de los niños
trolls para manifestarse en el mundo, por lo que los trolls se dieron
cuenta de que era perverso y les conduciría a su propia destrucción, por
lo que acordaron renunciar a él, causando la gran ira de Hakkar.
Solamente los Atal'ai siguieron fieles al corrupto dios, por lo que los
Gurubashi los expulsaron de Strangletorn, y emigraron hacia el Pantano
de las Lamentaciones. Divididos por esta decisión, los Gurubashi
iniciaron una terrible guerra tribal, donde dos prominentes tribus,
Skullsplitter y Darkspear, luchaban por el predominio. Finalmente, cada
uno tomó su propio camino y tierras. El poderío y superioridad de los
Skullsplitter obligó a los Darkspear a abandonar para siempre el
continente, y fueron exiliados a una isla del Gran Mar, la que han
habitado desde entonces.
Mientras tanto, los trolls Atal?ai continuaron tratado de invocar a su
dios Hakkar. En el tiempo en que los Kaldorei empezaron a reconstruir
sus ciudades en el norte del nuevo Kalimdor, los Atal?ai iniciaron una
serie de cultos y sacrificios para lograr que Hakkar se materializara en
el mundo físico. Ante el inminente peligro que significaba este hecho,
Ysera La Soñadora envió a uno de sus hijos preferidos, Eranikus, a
advertirles de la nueva e inminente catástrofe. Ante la insistencia de
los profetas y brujos Atal?ai de continuar con el ritual, Ysera en
persona llegó para combatirlos, y con sus inmensos poderes, hundió la
ciudadela de los Atal?ai, formando lo que se llama la Fosa de las
Lágrimas. Debido a esto, Hakkar en retribución, utilizó sus inmensos
poderes para corromper a Ysera, por lo que los Grandes Aspectos, ante la
conmoción que podría producir la pérdida de otro de sus hermanos, la
dejaron encerrada para siempre en el etéreo mundo del Sueño Esmeralda.
Para estabilizar los continuos poderes de Ysera y evitar que la
corrupción acabara con el balance de la vida natural sobre Azeroth, los
Grandes Aspectos acordaron con los druidas Kaldorei que ellos
penetrarían en el Sueño Esmeralda y serían el soporte de Ysera a través
de las generaciones, a cambio de hacer crecer el Arbol del Mundo.
Neltharion, el maligno dragón negro, sin embargo, tenía otros planes
para con sus hermanos los Grandes Aspectos. Corrompido profundamente por
la terrible fuerza maligna de los poderes de la Legión, Neltharion
desarrolló un malvado ardid para convercer a los otros dragones de ceder
parte de sus poderes a un artefacto mágico llamado el Alma del Demonio.
Hablando a sus hermanos, les dijo que ellos, los dragones, no vivirían
por siempre, sino que llegaría el día en que, con su desaparición, las
razas mortales dominarían el mundo, y nada las protegería de la Legión
Ardiente. En un esfuerzo para pararse para esta época, Neltharion
convenció a su hermano Malygos, el Dragón Azul Señor de la Magia, de
imbuir sus poderes en el Alma del Demonio, con el objetivo de utilizarlo
como arma ante una nueva invasión de la Legión Ardiente. Aunque los
dragones alados no estaban muy seguros de confiar en Neltharion, la
reciente batalla de Ysera con Hakkar y la Guerra de los Ancestros habían
demostrado que sus esfuerzos no habían sido suficientes para contener a
las fuerzas malignas. Recordando el encargo de los Titanes, decidieron
aceptar la propuesta de Neltharion. Éste, sin embargo, no cedió sus
poderes al artefacto. Su objetivo estaba claro: con todos sus poderes
intactos, Neltharion se convertiría en el más fuerte de todos los
dragones. Rompiendo su promesa, utilizó el Alma de Demonio para destruir
a los dragones azules. Malygos quedó solo y sin herencia, por lo que
viajó al helado Northrend para refugiarse y creó un gran cementerio para
sus hijos, conocido como el Dragonbligth, donde pudieran descansar sus
restos. Encargó a uno de sus sirvientes sobrevivientes, el poderoso
Sapphiron, de proteger el Dragonblight por todas las edades. Conociendo
las malvadas intenciones de Neltharion, Alexstrasza la Protectora de la
Vida tómo el Alma de Demonio y la enterró profundamente en las vetustas
montañas de Khaz Modan. Neltharion esperó el momento propicio para atacar?
EL EXILIO DEL LOS ALTOS ELFOS
7300 años antes de la Primera Guerra
Con el paso de los siglos, la sociedad de los elfos nocturnos creció de
nuevo fuertemente y se expandió por el bosque que se llama Ashevale.
Muchas de las criaturas y especies que abundaban antes del Gran Ocaso,
como los furbolgs y los quilboars, reaparecieron y florecieron sobre la
tierra. Bajo el liderazgo benevolente de los druidas, los elfos
nocturnos disfrutaron de una era de improcedente paz y tranquilidad bajo
las estrellas.
Sin embargo, mucho de los originales Bien Nacidos sobrevivientes vivían
intranquilos. Como Illidan antes de ellos, cayeron víctimas de una
depresión inmensa por la pérdida de sus poderes mágicos. Se veían
constantemente tentados a tomar las energías del Pozo de la Eternidad y
caer de nuevo en sus prácticas mágicas. Dath'Remar, el insolente líder
de los Bien Nacidos, comenzó a hablar en contra de los druidas,
acusándolos de cobardes por rehuir el uso de la magia que él decía les
correspondía por derecho. Malfurion y los druidas minimizaron los
argumentos de Dath´Remar y previnieron a los Bien Nacidos que cualquier
uso de la magia sería castigado con la muerte. En un insolente y
peligroso intento de convencer a los druidas de rescindir su ley,
Dath´Remar y sus seguidores convocaron una terrible tormenta mágica
sobre Ashenvale.
Los druidas no podían arrojarse ellos mismos la culpa de llevar a la
muerte a muchos de su propia raza, por lo que decidieron exiliar a los
Bien Nacidos de sus tierras. Dath´Remar y sus seguidores, orgullosos de
librarse de sus conservadores primos al fin, elaboraron una serie de
barcos especiales y se hicieron a la mar. Aunque no sabían que les
esperaba más allá de las rugientes aguas del Maelstrom, iban decididos a
establecer su propia patria, donde pudieran practicar sus artes mágicas
impunemente. Los Bien Nacidos, o Quel´dorei, como Azshara los bautizó en
épocas pasadas, llegaron eventualmente a un tierra al este que los
humanos llamarían más tarde Lordaeron. Allí fundarían su propio reino
mágico, Quel?thalas, y renegarían de los preceptos de los elfos
nocturnos sobre la actividad nocturna y los trabajos a la luz de la
Luna. Por siempre, abrazarían el Sol y serían conocidos solamente como
Altos Elfos.
LAS CENTINELAS Y LA LARGA VIGILIA
Con la partida de sus altaneros primos, los elfos nocturnos volcaron su
atención en la seguridad de su patria. Los Kaldorei realizaron un
poderoso conjuro druídico sobre las fronteras de Ashenvale, cerrando la
entrada a ese bosque en un eterno misterio. Allí, permanecerían ocultos
por cientos de años, sin contacto con otras criaturas o razas.. Los
druidas, sintiendo que el tiempo de su hibernación estaba cercano, se
prepararon para el sueño y dejaron atrás sus amadas familias y esposas.
Tyrande, que se había convertido en Alta Sacerdotisa de Elune, le pidió
a su amado, Malfurion, que no la dejara por el Sueño Esmeralda de Ysera.
Pero Malfurion, honrado por entrar en los encantados Caminos del Sueño,
se despidió de la sacerdotisa y le dijo que nada podría apartarle
verdaderamente de su gran amor.
Sola para proteger Kalimdor de los peligros del nuevo mundo, Tyrande
ensambló una poderosa fuerza entre sus hermanas elfas. Las mujeres
guerreras, altamente entrenadas, sin miedo, se llamaron a si mismas las
Centinelas. Su misión sería defender Kalimdor y patrullas los sombríos
bosques de Ashenvale, y para esto contaban con numerosos aliados a quien
llamar en tiempos de urgencia. Cenarius, el poderoso semidios, habitaba
en los cercanos Prados de la Luna del Monte Hyjal. Sus hijos, los
llamados Guardianes de los Bosques, se asentaron cerca de los elfos
nocturnos y regularmente ayudaban a las Centinelas a mantener la paz en
la tierra. Incluso las bellas hijas de Cenarius, las dríades, empezaron
a aparecer en los claros con incrementada frecuencia.
Con los largos siglos por venir, y sin Malfurion a su lado, Tyrande
nunca dejó de temer una segunda invasión demoníaca. Nunca dejó de pensar
que la Legión Ardiente seguía allí, más allá de la Gran Oscuridad del
cielo, planeando su venganza sobre los elfos nocturnos y el mundo de
Azeroth.
Abaddon- Admin
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Fecha de inscripción : 16/04/2013
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