Historia del World of the Warcraft Capitulo 5 Segunda Parte
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Historia del World of the Warcraft Capitulo 5 Segunda Parte
EL AZOTE DE LORDAERON
La hoja no solo desgarra la carne, sino que carcome el alma. El que
blanda la hoja, blandirá también una maldición.
El misterioso Profeta, volando en forma de cuervo, llega a los cuarteles
generales de la Alianza en la Ciudad Capital de Lordaeron, donde el Rey
Terenas y los embajadores de la Alianza discuten acerca de los
recientes
levantamientos orcos y la aparición de una extraña plaga en las tierras
del norte. Allí, advierte sobre el peligro de la inminente invasión
demoníaca y urge a la Alianza de viajar hacia el oeste, a Kalimdor, pero
Terenas y el Concejo de la Alianza desacuerdan con él. Desilusionado, el
Profeta parte en busca de algún otro que escuche la advertencia para
salvar a la humanidad.
Varios días después, el Príncipe Arthas, hijo de Terenas y su heredero
al trono de Lordaeron, llega cerca del sureño poblado de Strahnbrad,
enviado para ayudar al legendario Uther el Portador de la Luz, su
maestro, a prevenir el asalto de los Orcos del clan Blackrock sobre
Strahnbrad. Luego de lidiar con los orcos en la villa, Arthas se entera
de que estos han capturado algunos pobladores y los han ejecutado en una
especie de ritual demoníaco.
Treinta minutos después, en la base de Uther, Arthas descubre que los
negociadores de Uther han sido asesinados por los orcos, por lo que
Uther lo asigna para dirigir el ataque sobre el campamento enemigo,
mientras Uther contiene los contraataques. En su camino hacia la base
orca, Arthas se encuentra con una banda de enanos dirigida por Feranor
Steeltoe, una cazador de Dragones Negros, quien se encuentra tras la
pista de un Draco llamado Searinox que habita cerca del área. El corazón
de la bestia posee un encanto mágico que puede beneficiar a su
armamento. Arthas decide matar al dragón y robar su corazón, con el cual
Feranor elabora un poderoso orbe de fuego que mágicamente coloca en el
martillo del paladín. Esta vez, Arthas lanza sus fuerzas contra el
campamento Blackrock. Conforme Arthas se aproxima a la base, el
Blademaster del clan Blackrock ejecuta a sus rehenes con el propósito de
conjurar a sus amos demonios. Las fuerzas de la Alianza rápidamente se
deshacen de los orcos, pero Arthas y Uther se encuentran profundamente
preocupados por la ceremonia. Deciden regresar a la Ciudad Capital.
Dos semanas después, en los jardines de la Ciudadela Violeta de Dalaran,
el gran Archimago Antonidas intercambia argumentos con el Profeta. Al
igual que el rey Terenas, Antonidas rechaza las advertencias del
Profeta, pues no cree la historia de este. Luego de que el Profeta
desaparece en su forma de cuervo, Jaina Proudmoore aparece y se disculpa
por espiar a su maestro. Antonidas asigna a Jaina investigar acerca de
la fuente de la plaga de las tierras del norte de Lordaeron, y le dice
que le ha conseguido un aliado especial.
Tres días después, Arthas y sus hombres esperan en el cruzo de caminos
de Alterac. Jaina aparece y lucha con un par de orcos mediante la
invocación de un elemental de agua. Después de intercambiar saludos,
ambos héroes acuerdan viajar hacia el norte a lo largo del Camino del
Rey, buscando pistas del origen de la plaga. Llegan a la villa de Brill,
donde son informados de la destrucción del puente que comunica con el
otro lado del pueblo. Dando un rodeo por los vados del río, al norte, se
enfrentan con algunos Murlocs de río y una banda de ladrones Bloodhills,
y se dirigen hacia una fuente mística al oeste. Al acercarse a Brill,
encuentran a algunos soldados luchando contra bandas de esqueletos
vivientes. La villa entera ha enloquecido. Siguiendo hacia el sur,
encuentran un granero infectado con la plaga, bajo el cual la tierra se
ha ennegrecido y secado, como si estuviera muerta. Temiendo que el grano
esté infectado, destruyen el granero y se adentran más en el pueblo,
solamente para enfrentarse nuevamente con otros grupos de esqueletos.
Ayudados por un par de sacerdotes Altos Elfos y un equipo mortero enano,
se aproximan hasta el centro de Brill, donde se hallan con un extraño
hechicero vestido de negro, ayudado por algunos acólitos, que se
encuentran cerca de un almacén de granos infectado. Mientras el
nigromante escapa, Arthas y Jaina se enfrentan a los voraces necrófagos,
más guerreros esqueletos y una abominación. Vencidos y destruido el
granero, Arthas y Jaina deciden seguir al hechicero hacia Andorhal y
averiguar, de una vez por todas, el origen de la plaga.
Al aproximarse a Andorhal, al día siguiente, las tropas de Alianza
descubren un campamento de muertos vivientes en las afueras de la
ciudad, por lo que montan asedio al mismo. Una vez dentro de Andorhal,
Arthas se encuentra nuevamente con el nigromante, que no es otro que
Kel?thuzad, quien advierte a los jóvenes acerca del Azote y del Señor
del Terror, Mal?Ganis, comandante del mismo, cuyo propósito es erradicar
a todos los seres vivos de Lordaeron. Mal?Ganis tiene su base en la
ciudad de Stratholme, y ha retado a Arthas a buscarlo y luchar con él.
El grano plagado ha sido distribuido entre los pueblos del norte de
Lordaeron. Siguiendo a Kel?thuzad hacia el exterior de la ciudad, Arthas
finalmente logra matar a Kel?thuzad, quien sombríamente pronuncia el
Azote de Lordaeron. Profundamente turbados, Arthas y Jaina se dirigen a
Stratholme.
Temprano la mañana siguiente, se aproximana a la villa de Hearthglen,
sobre el camino a Stratholme. Allí se enteran de que la marcha del Azote
ha iniciado, y un vasto ejército de muertos vivientes se dirige a la
ciudad. Arthas pide a Jaina que busque a Lord Uther mientras el defiende
Hearthglen. Casi de inmedianto, enormes masas de muertos vivientes,
necrófagos, zombis, abominaciones, nigromantes, dirigidos por
escalofriantes liches esqueléticos. Para empeorar las cosas, una
caravana del Azote, transportando grano con la plaga, ataca las diversas
villas cercanas, aumentando las filas del ejército de muertos con cada
golpe.
Después de brutales combates donde el poder de la Luz logra sostener la
voluntad y fuerzas de las tropas de Arthas, Uther y Jaina llegan a
Hearthglen, y con ellos, los Caballeros de la Orden de la Mano de Plata.
Vencido el ejército de los malditos, Uther felicita a Arthas por su
tenaz resistencia, pero el príncipe se encuentra encolerizado por los
actos del Azote, y parte hacia Stratholme para enfrentarse a Mal?Ganis.
Uther y Jaina parten tras el héroe, en parte para lidiar con el Azote,
pero también para vigilar al rápidamente deteriorado paladín.
Horas después, sobre el camino a Stratholme, Arthas se topa con el
Profeta, quien le implora que es su deber guiar a su pueblo hacia
Kalimdor, ya que Lordaeron no puede ser salvado. Arthas acusa de locura
al Profeta, y éste finalmente se va. Jaina, quien ha observado la escena
desde la invisibilidad, se materializa y trata de convercer a Arthas
acerca de la sensatez de las palabras del Profeta, pero Arthas se niega
a abandonar su patria, y ambos parten hacia Stratholme.
A la mañana siguiente, en las afueras de la ciudad, bajo un oscuro cielo
lluvioso, Arthas descubre que los habitantes de Stratholme ya se
encuentran infectados por la plaga, y decide que la ciudad entera debe
ser sometida a una purga. Uther y Jaina se horrorizan ante la sola idea
de la masacre, y el noble paladin se niega a realizar tan vil acción.
Furioso, Arthas acusa a Uther de traidor y le suspende de sus servicios
como paladín. Jaina decide darle la espalda y partir con Uther, pues no
puede observar a Arthas realizar la matanza. Mientras Arthas se prepara
para ingresar a la ciudad, Mal?Ganis aparece y reta a Arthas, mientras
transforma a los inocentes pobladores en muertos vivientes, engrosando
cada vez más su ejército. Entre las horribles garras del demonio y la
cólera del príncipe, los pobres ciudadanos de Stratholme hayan una
muerte segura. Finalmente, ambos rivales se encuentran cara a cara, pero
Mal?Ganis, lejos de enfrentarlo, lo reta a seguirlo a las heladas
tierras de Northrend,(rasganorte) donde hallará su verdadero destino. El Señor del
Terror desaparece y Arthas jura perseguirlo hasta el fin del mundo.
Tres días después, entre las ruinas de Stratholme, Uther y Jaina
descubren la horrible carnicería. Casi la totalidad de la población ha
sido asesinada, y la ciudad arde en llamas. Uther demanda a Jaina el
paradero de Arthas, y ella, luego de pensarlo un poco, revela los planes
del Príncipe. Uther parte hacia Lordaeron a informar a Terenas de los
actos de su hijo. Una vez que Jaina queda sola, el Profeta aparece
nuevamente. Es a ella la que corresponde, ahora, tomar la vara de la
esperanza para toda la humanidad y viajar hacia Kalimdor, donde podrá
resistir el ataque de la Sombra que cae sobre el mundo.
Un mes después, en la helada costa de la Bahía Daggercap, en Northrend,
las fuerzas de Arthas desembarcan sobre el frío continente. El príncipe
ordena la movilización hacia el interior para establecer una base antes
de iniciar la caza de Mal?Ganis.
Abriéndose camino entre los territorios de los trolls Gundrak de hielo,
Arthas se encuentra con un grupo de enanos, la Hermandad de Exploradores
de Ironforge, dirigida por su viejo amigo y maestro Muradin Bronzebearb.
Artrapados en Northrend, el avance de las fuerzas del Azote ha dividido
al grupo, por lo que Muradin acuerda con Arthas el rescate de sus
camaradas, mientras el valiente enano el asistirá en el combate contra
el Señor del Terror.
Las fuerzas de Arthas y Muradin combaten contra las bases del Azote y
rescatan a los enanos. Aunque no encuentran rastro de Mal?Ganis, las
tropas de la Alianza deciden establecer su base primaria en la zona.
Muradin explica a su amigo Arthas que los enanos se encuentran en
Northrend tras la pista de una legendaria espada conocida como
Frostmourne, pero mientras más se acercaban a la gruta donde se oculta
la espada, más muertos vivientes les salen al paso. Intrigado por la
misteriosa arma, Arthas decide ayudar a Muradin en la búsqueda de
Frostmourne.
Unos pocos días después, mientras Arthas y Muradin se hallan en una
misión de exploración, un emisario del Rey Terenas informa al capitán
del campamento acerca de que el rey Terenas, a instancias a Lord Uther,
ha decidido suspender la expedición. La flota tiene orden de regresar a
Lordaeron. Sin embargo, los ejércitos de los muertos vivientes han
tomado todos los caminos de regreso a la costa, por lo que las tropas,
jubilosas por volvera a casa, tendrán que abrirse paso entre los bosques
para llegar a sus barcos.
Enterado de la intromisión de Uther en sus planes, Arthas decide hundir
los barcos antes de que sus hombres puedan hacerse a la mar. Aunque
Muradin se sorprende de la pobre capacidad de juicio del príncipe,
decide ayudar a su amigo en el sabotaje de las naves. Ayudados por un
grupo de mercenarios trolls y ogros (contratado forzosamente contra el
gusto del propio Arthas), se abren paso entre las tropas de los muertos
vivientes y algunos puestos de guerra nerubians, para finalmente llegar
a la costa y quemar los barcos de la Alianza. En ese momento, los
hombres de Arthas llegan, pero el príncipe, aprovechando la situación,
culpa a los mercenarios y ordena a sus hombres asesinarlos. Los
mercenarios tienen un sangriento final, y Arthas ordena a sus hombres
regresar a sus puestos: ninguno regresará a casa hasta que la misión
esté completa.
Al día siguiente, Muradin reprocha a Arthas sus engaños y actitudes poco
honorables, pero el príncipe justifica sus actos de venganza en la
destrucción provocada por el Azote en Lordaeron. En ese momento,
Mal?Ganis reaparece y reta a Arthas nuevamente. Las fuerzas del Azote
han rodeado completamente el campamento y se preparan para atacar. Como
un último esfuerzo, Arthas y Muradin se lanzan en búsqueda de
Frostmourne, la única esperanza contra el poder de Mal?Ganis.
Mientras el Capitán defiende la base, Arthas y Muradin penetran en la
oscuridad de la cueva. Luego de algunas vicisitudes, finalmente llegan a
la Cámara de la Espada, donde un Guardián, un Revenante de hielo,
protege la entrada. El Revenante advierte de la peligrosidad del arma,
pero Arthas ignora la advertencia y destruye al Revenante. Con su último
aliento, el Revenante le dice que lo estaba protegiendo a él de la espada.
Dentro de la Cámara, Arthas y Muradin hallan a Frostmourne, la cual
flota en un bloque de hielo. El pedestal de la espada reza una antigua
maldición: ?La hoja no solo desgarra la carne, sino que carcome el
espíritu?. A pesar de que Muradin trata de convencerlo de volver y dejar
la espada, Arthas siente que no tiene elección. Invocando a los oscuros
espíritus de la Cámara, rompe el bloque de hielo y libera a Frostmourne,
lo cual que cuesta la vida a Muradin, atravesado por una estalactita
durante la explosión. Arthas tira el martillo de la luz y toma la
espada. Su destino se ha sellado finalmente.
Devuelta en el campamento, la situación es desesperada. Las fuerzas de
los muertos vivientes casi han derrotado al Capitán y sus tropas, pero
la llegada de Arthas con Frostmourne vuelca totalmente la situación. Las
fuerzas de Arthas dejan una estela de destrucción a su paso hacia la
Fortaleza de Draktharon. Destruida la última base de resistencia de
Mal'Ganis, el Señor del Terror emerge y se encara con Arthas por última vez.
Mal'Ganis nota que Arthas tiene a Frostmourne a expensas de las vidas de
sus camaradas. La voz del Rey Lich habla a su cabeza, y para sorpresa
del Señor del Terror, el esclavizado Arthas lanza un golpe fatal sobre
Mal?Ganis. Su venganza está consumada.
Atormentado por la enloquecedora voz de Ner?zhul, Arthas vaga por los
helados parajes de Northrend, perdiendo los últimos vestigios de su
cordura. Tiempo después, bajo la dirección de su nuevo amo, el Rey Lich,
Arthas vuelve a la ciudad capítal de Lordaeron. Aunque los ciudadanos
celebran el regreso de su héroe, Arthas penetra en la Cámara del trono,
y en un acto vil y terrible, asesina a su propio padre. Ahora, como
nuevo rey de Lordaeron, Arthas entrega su reino al Azote, y la caída
final de la Alianza ha empezado.
EL ASCENSO DE LOS MALDITOS
La plaga de muerte del Rey Lich ha arrasado la Ciudad Capital de
Lordaeron y todas las ciudades circundantes. Aterrorizados y
descorazonados por la muerte de su noble rey, las fuerzas de Lordaeron
han sido barridas por los furiosos guerreros muertos vivientes del
Azote. Ahora, Lordaeron es solamente una sombra de su anterior gloria ?
y el Príncipe Arthas no ha vuelto a ser visto?
Lord Uther el Portador de la Luz, destrozado por la muerte de rey (a
quien amaba como un hermano) y por la traición de su hijo y pupilo, ha
oficiado él mismo la incineración del cuerpo de Terenas, según la
tradición, y se ha ofrecido como voluntario para cuidar de su tumba.
La noche es oscura, fría y lluviosa, misteriosa como un profundo enigma.
El Príncipe Arthas, convertido ahora en el primer Caballero de la Muerte
del Rey Lich, es materializado en las afueras de la villa de Vandermar,
en el norte de Lordaeron. Monta ahora una cabalgadura infernal,
Pesadilla, una terrible criatura como el esqueleto de un caballo, que
bufa fuego por sus fauces. Frente a él, una figura conocida se
materializa, en quien Arthas cree reconocer a Mal?Ganis. En el momento
en que decide atacar, Tichodrius el Oscuro se presenta y le felicita por
haber matado a su padre y entregar su tierra al Azote, ya que así ha
aprobado la primera prueba del Rey Lich. Por primera y unica vez en su
vida, Artha se da cuenta de que ha maldecido y destruido todo lo que una
vez amó y defendió con todas sus fuerzas, sin sentir ningún
remordimiento o pena. Ticondrius explica que esto se debe a Frostmourne,
la cual ha sido forjada para robar almas, y la de Arthas fue la primera
que tomó. A su vez, ordena al Caballero de la Muerte reunir nuevamente
al Culto de los Malditos, cuyos miembros se han escondido entre el
populacho, temerosos de ser descubiertos por los paladines.
Penetrando en la durmiente villa, Arthas va reuniendo uno a uno a los
acólitos del Culto, y se reporta de nuevo con Ticondrius. Su siguiente
misión será recobrar los restos mortales del fundador del Culto, el
nigromante Kel?thuzad, enterrados en el cementerio de Andorhal.
Una vez en Andorhal, Arthas debe enfrentarse a la Mano de Plata, que ha
convertido la ciudad en una fortaleza para protegerla de los ataques del
Azote. El primero en caer es Gavinrad el Terrible, quien guarda la tumba
de Kel?thuzad. Arthas descubre que el espíritu del nigromante puede
comunicarse mentalmente con él, y a partir de ahora será su fiel
consejero. Los restos del nigromante, sin embargo, están en un avanzado
estado de putrefacción, y para poder conservarlos, Ticondrius instruye a
Arthas en recobrar una urna mágica donde los restos podrán conservarse.
Dicha urna, desgraciadamente, se encuentra en manos de los paladines.
Arthas ponde sitio a la ciudad, y uno a uno van cayendo sus defensores:
Ballador el Luminoso y sus Campeones de la Paz, Sage Truthbearer y los
Campeones de la Verdad, y finalmente, Uther Lightbringer, el antiguo
maestro de Arthas. Uther reprocha al Caballero de la Muerte el hecho de
que su padre, el noble Terenas, sostuviera a su pueblo por más de
setenta años, mientras Arthas lo había destruído en un puñado de días.
La urna, además, contiene los restos de su padre asesinado. Luego de un
gran batalla entre ambos titanes, Uther finalmente cae ante el poder de
Frostmourne. El héroe más grande de la historia humana ha muerto. Una
vez seguros los despojos de Kel?thuzad, Arthas, por instigación de
Ticondrius, parte hacia el mágico reino elfo de Quel?thalas. Solamente
las potentes energías del Pozo del Sol podrán reencarnar al nigromante.
Mientras tanto, en los oscuros salones de la ciudadela del Torbellino
del Vacío, Ticondrius y sus dos hermanos, Anetheron y Mephistroth,
disciernen acerca de sus sospechas sobre los motivos ocultos del Rey
Lich para su Caballero de la Muerte. Archimonde el Profanador no
permitirá ningún error, pero Ticondrius asegura tener total control del
Azote. Una duda, sin embargo, ha llenado su cabeza.
EL POZO DEL SOL, LA CAIDA DE SILVERMOON(la Ciudad de Lunargenta)
Seis días después, en las boscosas fronteras de Quel?thalas, el ejército
de muertos vivientes de Arthas inicia el asalto sobre el reino de los
Altos Elfos. El espíritu de Kel?thuzad le advierte de los grandes
poderes de los elfos, pero el Príncipe minimiza el asunto y el ataque
inicia. Luego de establecer su primera base, el Azote empieza a ser
atacado por las fuerzas de los elfos, dirigidos por Sylvanas Windrunner,
Ranger General de Silvermoon. Silvanas Windrunner, la menor de las
heroicas hermanas Windrunner, Alleria y Veressa, y la única que les
sobrevive. Más alta que sus compañeras Rangers, extremadamente audaz y
valerosa, con un hermoso cabello rubio largo y brillante al sol, y un
par de ojos de color verde esmeralda, los cuales despiden una bravura
solamente comparable con su belleza.
La entrada a Silvermoon se encuentra resguardada por dos puertas: la
Exterior, rodeada por enormes bases del ejército elfo, y la Interior,
protegida por un encantamiento, que solamente puede abrirse con un
artefacto mágico conocido como la Llave de las Tres Lunas. Constantes y
brutales batallas se entablan entre ambos ejércitos, pero
reiteradamente, Arthas logra hacer retroceder a Sylvanas, hasta que la
Puerta Exterior cae.
Sylvanas, para dificultar el avance del Azote, destruye el único que
puente que comunica directamente a la Puerta Interior. Valiéndose de
algunos dirigibles Goblin abandonados durante el escape, Arthas logra
pasar el río e inicia el asedio de los templos donde se ocultan las tres
partes de la Llave de las Tres Lunas: la Piedra de Amatista de Hannalee,
que abre el corazón del Guardián de la Puerta; el Cristal de la Luna
Esmeralda del Ojo de Jennala, que abre la mente del Guardián de la
Puerta, y el Cristal de la Luna de Zafiro del Cuerpo de Enulaia, que
abre el alma del Guardián de la Puerta. Asistido por los demonios de la
cripta, los cuerpos reanimados de los guerreros nerubian de Northrend,
uno a uno los templos son destruidos, hasta que finalmente, la Llave de
las Tres Lunas está completa. La Puerta Interior cae y el asalto final a
Silvermoon es inminente.
Desesperada por la cercana caída de su patria, Sylvanas envía constantes
mensajeros a Silvermoon pidiendo refuerzos, pero estos son fácil presa
de las gárgolas que Arthas ha traído de Northrend. Las superiores
fuerzas del Azote rodean y destruyen el último bastión de Sylvanas. La
valiente elfa se prepara para enfrentar una muerte segura, pero Arthas
tiene otros planes. Sabedor de que Sylvanas ha sido una contrincante
formidable y a la vez útil, Arthas le lanza una herida mortal, pero a la
vez, usando a Frostmourne, esclaviza su espíritu, que se transforma en
una banshee, un alma eternamente atormentada.
Con esta nueva y poderosa adquisición a su ejército, Arthas se ha vuelto
imparable. Con sus nuevos y horribles poderes, la que fue Silvanas
Windrunner ha llamado a los espíritus de sus camaradas caídas, que
retornan del oscuro Abismo convertidas en terribles y rencorosas
banshees. Ansiosas por retomar su forma terrenal, las banshees se lanzan
hacia Silvermoon, atormentando a los confundidos ciudadanos y sembrando
el dolor y la confusión entre las tropas de los elfos. Algunas, incluso,
se han posesionado de los caballeros y soldados más fuertes, que ahora,
guiados por la oscura voluntad de la banshee, se vuelven contra sus
compatriotas.
El Azote, encabezado por Arthas, se encuentra a las puertas de la
ciudad. Miles de esqueletos vivientes y zombis caminan sobre las calles
de Silvermoon, sembrando la muerte y la desolación. Silvermoon arde en
llamas, y los pocos sobrevivientes huyen hacia los bosques y la costa.
Muerte, cuerpos putrefactos y ríos de sangre corren por las calles. El
Concejo de los Siete Altos Elfos ha abandonado la ciudad. Las tropas de
Arthas avanzan hasta el Pozo del Sol.
El Santuario se halla defendido por cuatro grandes Golems de granito,
creados mágicamente por los hechiceros para guardar el preciado tesoro.
Aunque los Golems son realmente poderosos e inmunes a los hechizos, la
superioridad numérica del Azote es evidente, y finalmente las criaturas
son destruidas. Arthas ha llegado hasta el Pozo mismo. La potente
energía que mana de él es realmente asombrosa.
Los restos del nigromante son colocados dentro del Pozo, mientras el
fantasma de Kel?thuzad ingresa en las potentes aguas. La energía
desplegada es formidable, pero el Pozo del Sol, corrompido por la negra
magia de los muertos, se ha enrojecido como la sangre. Kel?thuzad ha
emergido de la fuente, pero ahora, su cuerpo es el de un formidable y
espeluznante esqueleto rodeado de una corrupta y voraz aura de maldad.
El dolor, el frío, la misericordia, la incertidumbre, la ansiedad, la
angustia, todas las vanas preocupaciones que apasionan y desbordan los
corazones de los mortales, son polvo que lleva el viento para él.
La masacre y la destrucción del Azote ha llegado a su fin. Reforzado por
gran cantidad de tropas por los muertos recientes, el ejército de Arthas
se retira hacia el sur, tomando el camino hacia las montañas de Alterac.
Silvermoon, y con ella toda la orgullosa y ancestral raza de los Altos
Elfos, solamente son sombras del pasado...
LA REVELACION
Levantado ahora como un Lich, Kel´thuzad lleva al Caballero de la Muerte
hacia las montañas Alterac, donde le explicará el verdadero propósito
del Rey Lich y el Azote. Tres días después, en las heladas montañas
Alterac, Kel´thuzad le explica a Arthas que el Rey Lich fue creado por
los feroces señores de la Legión Ardiente para preparar el camino de la
segunda invasión de Azeroth. Los Señores del Terror Nathrezim han sido
enviados para observar que tal meta se lleve a cabo. La plaga de muertos
vivientes que el Culto de los Malditos lanzó sobre Lordaeron e incluso
la invasión de Quel´thalas fue ordenada para quitar del camino dos
enemigos que pudieran resistir el regreso de la Legión. Esta era la
primera fase del plan del Rey Lich. Arthas parece impresionado por la
enormidad de los eventos por venir, pero Kel´thuzad le asegura que diez
mil años antes sobre el mundo hubo una guerra que sería el preludio del
caos que la Legión desataría sobre Azeroth.
Dada la presenta situación, Arthas y Kel´thuzad se acercan al campamento
de orcos del clan Blackrock para ordenar la segunda fase del plan de
Ner´zhul. El Azote debe destruir el campamento de los orcos Blackrock y
tomar control de una puerta demoníaca que aún es funcional. Kel´thuzad
usará la puerta para comunicarse con el demonio Arquimonde el
Profanador, quien actualmente dirige el plan de invasión de la Legión.
Sin embargo, los orcos Blackrock no serán un rival fácil. Jubei´thos, el
Maestro de las Espadas, quien se había enfrentado con Arthas cuando aún
era paladín, ha logrado su propósito de invocar a los demonios, y el
clan se encuentra fortalecido por poderosos brujos, ogros magos,
esclavos goblins y fieros dragones rojos. El mismo Jubei´thos se ha
transformado en un Orco del Caos. Ahora, erigido en nuevo líder del clan
después de la derrota de Doomhammer, ha rechazado las enseñanzas
chamanísticas del que considera hereje nuevo Señor de la Guerra y ha
acogido la sed de sangre, condenando a todo su clan a ser esclavos
eternamente.
Kel´thuzad le dice a Arthas que, hace mucho tiempo, los orcos fueron la
primera arma de la Legión contra la humanidad. Estos reclaman ser los
verdaderos sirvientes de la Legión Ardiente, y creen que sus amos les
han enviado a los muertos para probarlos. Arthas ha decido matar a cada
uno de los líderes del clan Blackrock para obtener poderosos artefactos
mágicos que estos guardan.
Aunque poderosos, los orcos del Clan Blackrock no son rival para el
ejército de Arthas, y el Caballero de la Muerte toma control rápidamente
de la puerta. Jubei´thos muere por la espada del poderoso Caballero,
dejando condenados a sus orcos a la esclavitud eterna. Kel´thuzad activa
el portal y contacta a Arquimonde.
ASEDIO Y DESTRUCION DE DALARAN
Tiemblen, mortales, y desesperen. El Apocalipsis ha llegado a este mundo?.
Archimonde el Profanador
Arquimonde ordena al lich encontrar el libro de hechizos perdido de
Medivh, el Último Guardián, pues solamente los poderosos encantos de
este libro pueden abrir un portal lo suficientemente grande para que la
Legión regrese al mundo. El libro puede ser hallado en la ciudad mágica
de Dalaran, hogar del Kirin Tor. Archimonde ordena que la invocación
deba ser realizada máximo en tres días en las afueras de la ciudad. El
Libro de Medivh, que fuera robado por las fuerzas orcas de Ner?zhul
antes de la invasión de Draenor, fue el único de los objetos mágicos que
pudo ser salvado por la Alianza antes de que aquel planeta implosionara.
A la mañana siguiente, en las puertas de Dalaran, Arthas ordena a los
magos rendirse a la fuerza del Azote. El Archimago Antonidas, líder del
Kirin Tor sale a su encuentro e, irónicamente, le pregunta por la salud
de su noble padre. A su vez, le advierte de no entrar a la Ciudadela
Violeta, pues los magos del Kirin Tor han erigido un aura mágica que
destruirá a cualquier muerto viviente que intente ingresar a la ciudad.
Arthas refuta sus amenazas, pero Antonidas de tele-transporta dentro de
la ciudad. Kel´thuzad nota que son tres los magos que mantienen las
auras, y si el Azote logra matarlos, el hechizo será roto y el Azote
podrá arrasar la ciudad.
En Dalaran, los tres archimagos más poderosos del Kirin Tor (Shal
Lightbringer, Conjurus Rex y el mismo Antonidas) elevan el encantamiento
del aura para defender la Ciudadela Violeta. Aunque muchos muertos
vivientes son destruidos por las poderosas auras, el grupo de Arthas
logra penetrar en Dalaran. Uno por uno, los archimagos van cayendo,
gracias a que Arthas ha logrado controlar a los poderosos Golems y
Dragones Azules que los magos tenían encerrados en Dalaran para su
estudio. Cuando Antonidas, el último mago, cae bajo el poder del Rey
Lich, clama que su actual dolor caiga sobre la conciencia de Arthas, que
luego le da muerte. El Caballero de la Muerte y el lich logran reclamar
el libro de hechizos.
Una hora después, en una colina sobre Dalaran, Kel´thuzad y Arthas se
preparan para invocar a Arquimonde. Kel´thuzad se da cuenta de que el
conocimiento demoníaco del Medivh poseído está más allá de cualquier
cosa que él hubiera visto. Ticondrius aparece y ordena el inicio de la
invocación. Conforme el lich inicia la entonación de los hechizos para
traer a Arquimonde a Azeroth, Arthas guía a sus guerreros muertos
vivientes para defender al lich de las encolerizadas fuerzas de Dalaran,
que preparan un último masivo ataque contra el Azote.
Ola tras ola, las tropas del Clan de Magos y la Liga de los Hechiceros,
bajo el mando de los magos Mannath Magesinger y Landazar, luchan por
derrotar las defensas del Azote. Ambos bandos tienen grandes pérdidas,
pero finalmente, Kel´thuzad abre el portal, y las fuerzas de la Legión
Ardiente, lideradas por Arquimonde el Profanador, ingresan al mundo.
Dando a Ticondrius y los señores de terror el poder del Azote, proclama
que el rey Lich ya no le es necesario y se dirige hacia Dalaran para
destruirla, como ejemplo para el resto de los habitantes de Azeroth.
Sorprendido y encolerizado, Arthas pregunta a Kel´thuzad que pasará con
ellos una vez que la Legión tome el control. El lich tranquiliza al
Caballero de la Muerte, diciéndole que el Rey Lich ya había previsto
esta situación y tiene un plan apropiado.
Mientras tanto, Archimonde realiza un terrible hechizo sobre Dalaran, y
usando sus poderes mágicos, se trae la ciudad entera al suelo. La
destrucción de Dalaran termina con el reinado del Kirin Tor, priva a
Azeroth de una de sus defensas primarias contra la Legión, y sirve como
telón de obertura para la Tercera Guerra. Después de diez mil años, la
segunda invasión demoníaca sobre Azeroth había comenzado?
EN EL OJO DEL MAELTROM---EL RESCATE DE LOS DARKSPEAR
Sobre el horizonte? hacia su destino?.
Los lugartenientes de Thrall le reportan que la mitad de la flota está
perdida, y que la otra mitad está seriamente dañada. Thrall ordena
construir una base en la isla, pues tomará cierto tiempo poner a punto
la flota para continuar el viaje hacia Kalimdor. Uno de los chamanes de
Thrall reporta que siente un extraño poder mágico alrededor del
campamento. Usando su hechizo de Visión Lejana, Thrall descubre que
Centinelas Guardianes han sido colocados alrededor de la zona donde la
Horda ha desembarcado. En ese momento, un curandero troll de la isla
llamado Sen´Jin, de la tribu Darkspear, aparece y advierte a Thrall de
que unos invasores han establecido un puesto de observación al otro lado
de la isla. Los Trolls han intentado vivir en paz, pero los invasores,
humanos, los han cazado día y noche. Sin atenerse a esperar un ataque
humano, Thrall ordena a una patrulla lidiar con cualquier tropa humana
que se atreva a cruzar. Lo que Thrall y Sen´Jin no conocen es que estas
tropas son marines reales de la nación marítima de la Alianza, Kul
Tiras, al mando del Gran Almirante Daelin Proudmoore.
Los Darkspear, una tribu de trolls de la jungla, fueron exiliados en
esta isla luego de entrar en conflicto con sus hermanos los Gurubashi,
quienes gobiernan en las vastas junglas del Valle de Strangletorn, en
Azeroth, después de que los Darkspear se negaran a adorar al sanguinario
dios Hakkar el Devorador de Almas.
Después de ayudar a los Trolls a purificar una fuente de sanidad y
defenderlos de los constantes ataques humanos, las fuerzas de Thrall
inician el asedio del campamento de Kul Tiras. Mientras los humanos
pelean valientemente, se ven sobrepasados por las fuerzas combinadas de
orcos y trolls. Sin embargo, justo cuando la Horda está cerca de vencer
a los humanos, ambos lados se ven atacados por un gran número de Murlocs
acuáticos. Tomando a los humanos, orcos y trolls bajo su custodia, los
Murlocs argumentan que la magia de Thrall no interferirá más con sus
planes de ?retomar la superficie?. Las criaturas acuáticas llevan a sus
prisioneros a una red de cavernas profundas dentro de la isla.
Thrall se encuentra prisionero en una mazmorra subterránea, separado de
sus compañeros. Como él se pregunta el propósito de los Murlocs en
capturarlo, un troll que se encuentra aprisionado junto con Thrall le
explica que los Murlocs usualmente eran pacíficos, pero recientemente
empezaron a capturar humanos y trolls para usarlos en sacrificios para
su líder: una Bruja del Mar que amenazó con destruir la isla si los
Murlocs no obedecían. Thrall no se intimida y utiliza su Rayo Luminoso
para matar a los guardias y escapar de su celda. El y el troll salen a
rescatar a sus compañeros.
Después de abrirse camino a través de la prisión subterránea y recoger a
todos los prisioneros que encuentran, Thrall y sus tropas finalmente
llegan al salón del trono del hechicero Murloc que los ha aprisionado.
Sin embargo, es demasiado tarde para salvar a Sen´Jin, que es
brutalmente sacrificado por el hechicero como sacrificio para la Bruja
del Mar. Consumido por su ira, Thrall derrota al hechicero y llega al
lado del Sen´Jin moribundo.
Con su último aliento, Sen´Jin le ruega a Thrall que guíe a los trolls
hacia Kalimdor junto con el resto de la Horda, pues nunca podrán volver
a vivir en paz en esta isla. Él asiente y extiende la oferta a los
restantes Trolls, quienes acceden a formar parte de la Horda.
En ese momento la voz de la Bruja del Mar hace eco dentro de la caverna,
diciendo a los orcos que no escaparán tan fácilmente, luego de lo cual,
las paredes de la caverna subterránea empiezan a colapsar, y los
soldados de la Horda tiene que escapar hacia la superficie.
Conforme las tropas de la Horda salen de la cueva, la Bruja del Mar
aparece y los ataca por haber matado a sus sirvientes y profanado su
santuario. Como compensación, ella tomará las vidas de orcos y trolls.
Thrall ordena a la Bruja regresar a las profundidades y dejar la isla en
paz. Sin embargo, la Bruja no lo escucha y se prepara para golpear el
campamento de la Horda con sus tropas.
Volviendo rápidamente a la base, Thrall pregunta por el estado de la
reparación de los barcos. El capitán encargado del campo le dice que los
barcos están casi terminados, pero en eso un volcán hace erupción y la
isla completa empieza a hundirse. Thrall ordena defender los barcos a
toda costa contra los Murlocs hasta que las reparaciones estén
finalizadas y la Horda pueda continuar su viaje hacia Kalimdor.
Durante los siguientes minutos, los peones trabajan frenéticamente para
reparar los barcos mientras los guerreros restantes batallan contra la
Bruja del Mar y los Murlocs. Finalmente, la reparación se completa y la
Horda rápidamente evacua la isla y desaparece entre las ondas del mar.
Conforme navegan hacia Kalimdor, la voz de la Bruja del Mar hace eco
entre las olas, profetizando la destrucción de los habitantes de la
superficie en manos de la raza acuática conocida como los Naga?
LA INVASION DE KALIMDOR
- Thrall perdóname, he sido un tonto. La furia de los demonios? se
extingue mis venas. ¡Me he liberado a mí mismo!
- No, amigo mío nos has liberado a todos?.
La muerte de Hellscream. Leyenda orca.
Después de semanas de viajar por los mares embravecidos, la Horda ha
desembarcado sobre las salvajes costas de Kalimdor. Con sus barcos
robados quebrados y hundidos, los orcos precavidamente se aventuran
tierra adentro, previniendo los posibles peligros desconocidos que
habitan en la desolada tierra.
Con sus barcos quemados y lentamente hundiéndose en el mar, Thrall
pregunta por el resto de la Horda. No hay seguridad de haber llegado a
Kalimdor, pero han viajada hacia el oeste más allá de toda tierra
conocida. No hay rastros de Grom Hellscream o los Warsong, pues sus
barcos fueron separados de la flota durante la tormenta, por lo que
Thrall ordena iniciar la búsqueda para reagruparse.
Conforme viajan sobre la extraña y hermosa tierra, los orcos rescatan
miembros de la Horda que han sido capturados por una extraña raza de
criaturas semejantes a jabalíes. Grupo por grupo, los quillboars van
cayendo ante el poder superior de la Horda. Explorando las distintas
aldeas quemadas, presencian la lucha entre los Centauros y enormes seres
como toros, las cuales caen ante la superioridad numérica de los
Centauros, y Thrall presiente que la Horda ha llegado a un lugar con
muchos más conflictos que los que dejó atrás en Lordaeron.
Eventualmente las fuerzas de la Horda tratan de ayudar a las criaturas
toro, hasta que logran dar con su líder, Cairne Bloodhoof, jefe de los
Tauren, el cual se encuentra intrigado por el estilo de pelea de los
orcos y desea conocerlos más. Thrall le relata la historia de cómo la
Horda vino a Kalimdor a hallar su destino, y Cairne sugiere que pueden
hablar con el Oráculo que se encuentra más al norte. Thrall se resiste a
viajar en esa dirección, pues un enorme ejército de centauros se mueve
hacia allá. Cairne se alarma pues los centauros marchan hacia la aldea
Bloodhoof, y debe retornar de inmediato. Deseoso de conocer más acerca
del Oráculo y los Tauren, Thrall conduce a la Horda hacia la aldea de
Cairne y lo asiste en su defensa.
Una vez en la aldea, la Horda y los Tauren resisten el asedio de
constantes olas de Centauros. Eventualmente, el Campeón de los Centauros
llegará a pelear y caerá ante las fuerzas unidas de ambos ejércitos. Su
muerte motivará la retirada de los centauros.
Cairne agradece a Thrall su apoyo, pero el viejo jefe se encuentra
desesperanzado, pues los centauros controlan toda la región, y los
Tauren se ven obligados a viajar a las verdes praderas de Mulgore o si
no morirán. Desafortunadamente, la velocidad de los centauros no tiene
rival en los planos abiertos, y el líder de los Bloodhoof teme que su
caravana será aniquilada durante el viaje. Thrall ofrece escoltar a los
Tauren a Mulgore a cambio de la información del Oráculo que Cairne le
informó. Cairne, intrigado por los orcos y los trolls, accede. La Horda
y los Tauren planean una larga marcha a través de los planos del sureste
de Kalimdor.
Dos días después, sobre las desoladas llanuras de los Barrenos, Thrall y
Cairne intercambian información sobre cada una de sus culturas durante
su viaje hacia Mulgore. Thrall nota que Kalimdor es muy similar al mundo
destruido de los orcos, Draenor. Cairne relata a Thrall que los Tauren
son hijos de la Madre Tierra, y que por ella tienen una cultura pacífica
y un estilo de vida propios en esa tierra. En ese momento, varios scouts
de la Horda reportan que una banda de arqueros y guerreros centauros se
acerca para atacar la caravana. Thrall rápidamente ordena a las tropas
que escolta a las bestias Kodo de los Tauren hacia una serie de oasis
donde podrán reabastecerse. Cairne y los guerreros Tauren asistirán en
la defensa del convoy.
Conforme los centauros continúan el asedio a la caravana durante su
viaje, los guerreros orcos y tauren la defienden de las brutales
bestias. Eventualmente la caravana logra llegar a Mulgore, pero los
centauros casi se encuentran sobre ellos. Llamando al espíritu de la
Madre Tierra, Cairne provoca un derrumbe de una formación rocosa, que
obstruye el paso de los centauros hacia Mulgore.
Con el paso asegurado, Thrall pregunta a Cairne acerca del Oráculo.
Cairne dice que las leyendas hablan de que el Oráculo conoce los caminos
del destino y que es Hijo mismo de la Madre Tierra, y que solamente él
podrá mostrarle a la Horda su verdadero destino. El Oráculo puede ser
hallado en el norte, en lo más alto del Monte Stonetalon. Luego de
mostrar agradecimiento por la asistencia de la Horda, Cairne envía sus
más finas bestias Kodo para asistir a los orcos y trolls en su viaje.
Thrall agradece a Cairne su generosidad y promete nunca olvidar al jefe
Tauren. Cairne deja la Horda con una bendición de la Madre Tierra y los
Tauren continúan su viaje sobre Mulgore.
Mientras tanto, de regreso en Lordaeron, la Legión inicia su invasión.
Las villas humanas son arrasadas por la Guardia del Apocalipsis y los
Infernales. Ticondrius aparece y conversa con Mannoroth el Destructor,
el barbárico líder de los Señores del Foso. Mannoroth se encuentra
disgustado por la facilidad con que los demonios han derrotado a los
Humanos. Ticondrius aclara que esto es gracias al trabajo del Azote, el
cual exitosamente derrotó a los humanos y Altos Elfos antes de la
invasión, cosa que los orcos no pudieron realizar cuando hicieron el
pacto de sangre con Mannoroth. A su vez, Ticondrius informa a Mannoroth
que los orcos no se encuentran lejos, y que sus agentes los han hallado
en Kalimdor, por lo que Mannoroth jura destruirlos por su traición. Sin
embargo, Arquimonde, que aparece de la nada, le dice que los orcos aún
pueden ser útiles a la Legión.
Cinco días después, cerca de las faldas del Monte Stonetalon, la Horda
de Thrall continúa su viaje en busca del Oráculo. Sin embargo, hay
desazón entre los miembros de la Horda por la falta de un buen combate.
En ese momento, a lo lejos, divisan a Grom Hellscream y los Warsong
luchado contra los defensores de un asentamiento humano. Sorprendidos de
hallar humanos en Kalimdor, la Horda se une a la batalla. Con la base
humana en ruinas, Thrall y Grom discuten la situación. Éste último le
informa que los humanos se encuentra liderados por una joven, y han
tomado el paso hacia el norte. Thrall ordena explorar el área, y ordena
a Grom no atacar a los humanos hasta que sus posiciones estén listas.
Los scouts de Thrall informan que un grupo de Goblins tienen unos
zeppelines hacia el norte, los cuales permiten pasar las fuerzas humanas
sin tener que pelear con ellas. Sin embargo, la sed de sangre de Grom lo
obliga a atacar a los humanos, con lo que las fuerzas de Thrall se ven
obligadas a luchar contra ellos. Las fuerzas de la Alianza se encuentran
comandadas por Agronnor el Poderoso, Thane de Ironforge al mando de las
fuerzas de Gilneas, Buzan el Osado, paladín de la Mano de Plata, y Tann
Flamecaster, mago sobreviviente de la destrucción de Dalaran. Todos caen
en la batalla. Luego de neutralizar las bases humanas, Thrall confronta
a Grom, pero este le responde que los humanos merecen morir, y que la
sed de sangre hierve en sus venas, igual que antes, cuando los demonios
estaban cerca. Furioso, Thrall envía a Grom y su clan hacia el norte, al
bosque de Ashevale, para construir un nuevo asentamiento, mientras él se
dirige hacia el Monte a buscar el Oráculo.
Dos días después, en las fronteras del Bosque de Ashenvale, los Warsong
construyen un pequeño campamento donde se levantará el asentamiento de
los orcos. Grom se encuentra disgustado por que sus bravos guerreros se
ven obligados a realizar trabajos manuales. Algunos de sus soldados,
entonces, empiezan a temer el bosque, debido a que escuchan extrañas
voces en un idioma desconocido que hacen eco en los ancestrales árboles.
Unos momentos más tarde, un grupo de guerreras aparece y ataca a los
Warsong, reclamando el irrespeto de los orcos hacia la vida. Grom
Hellscream nota que estas se parecen a los Altos Elfos, pero su color de
piel es púrpura y son más altas y salvajes. Constantemente, mientras
exploran el área, los orcos son atacados por las guerreras, pero la
superioridad de los orcos asegura el terreno. Grom, finalmente, halla
una pequeña tienda Goblin, donde su dueño, el jovial Neeloc
Greedyfingers, le ofrece dos aserradores mecánicos a cambio de matar a
líder de una tribu de furbolgs, unos enormes y voraces hombres-oso que
viven en lo profundo del bosque, a lo que Grom accede. Con ayuda de los
aserradores, Grom logra levantar rápidamente el asentamiento para Thrall.
Mientras tanto, cerca de las Praderas de la Luna del semi-dios Cenarius,
Mannoroth y Ticondrius discuten el plan de la Legión para los orcos.
Como prevención, Archimonde demanda la muerte de Cenarius antes de
invadir Kalimdor, para evitar que éste participe en la defensa.
Mannoroth reconoce que Cenarius es extraordinariamente poderoso y le
gustaría enfrentarlo en la batalla, pero el semi-dios raramente aparece
en despoblado. Tichondrius y Archimonde creen que los orcos pueden matar
a Cenarius por la Legión, solamente necesitan de un pequeño incentivo.
Entonces, Mannoroth vierte su sangre ardiente en la fuente de Cenarius,
con el objetivo de que los orcos la beban y reaviven la sed de sangre.
A la mañana siguiente, en Ashevale, los orcos han construido un nuevo
asentamiento. En ese momento, Cenarius aparece y destruye el campamento,
utilizando a sus treants y los elfos nocturnos, como retribución por la
destrucción del bosque. Superados por las fuerzas enemigas, los orcos
cruzan el río en retirada, y Cenarius hace crecer nuevamente, con sus
poderes, los bosques. Buscando una manera de derrotar a Cenarius, Grom
envía a un grupo a explorar la parte más profunda del bosque. Estos
descubren una fuente que irradia un gran poder, resguardada por Sátiros,
los cuales son rápidamente despachados por los orcos. Sin embargo, uno
de los curanderos troll advierte a Grom que el poder que emana de la
fuente es maligno, pero éste no le da importancia: está decidido a
acabar con Cenarius bajo cualquier precio. Uno de sus soldados le dice
que eso estaría en contra de todo lo que Thrall les ha enseñado, pero
Grom bebe de las oscuras aguas, e inmediatamente, él y sus orcos se
transforman en Orcos del Caos.
Movidos por la magia demoníaca, las fuerzas de los Warsong atacan el
territorio de Cenarius. Con sus nuevos poderes infernales, los Warsong
rápidamente derrotan a los Elfos Nocturnos y asesinan a Cenarius, cuya
armadura divina es vulnerable a la magia de los demonios. Mientras
agoniza, Cenarius dice a Grom que los demonios han hecho muy bien su
trabajo al corromper a los orcos. Cuando Grom proclama que los orcos son
libres del poder de la Legión, Cenarius le refuta diciendo que no son
mejores que la maligna bilis que corre por sus venas?. En este momento,
Mannoroth aparece y le dice a Grom que los orcos son nuevamente
propiedad de la Legión. Grom protesta diciendo que los orcos son libres,
pero Mannoroth, burlándose, le dice que es su sangre la que le da poder
a sus fuerzas y que a partir de ahora le servirá solo a él.
En ese mismo momento, en la base del monte Stonetalon, los scouts de
Thrall informan al Señor de la Guerra que las fuerzas humanas se han
posicionado cerca de la entrada al Oráculo. La Horda se ve obligada a
atacar la base humana. En ese instante, los Tauren, con Cairne a la
cabeza, llegan para asistir a sus aliados orcos. Dado que la base humana
se encuentra en una alta planicie sobre las rocas, Cairne sugiere pedir
ayuda a los Wyverns, una raza de criaturas voladoras, para atacar la base.
in embargo, los Wyverns han sido capturados por un grupo de Harpías, y
la Horda tiene que rescatarlos primero. Una vez de su lado, los Wyverns
realizan un ataque aéreo sobre la base humana y la toman. La joven
hechicera humana y sus seguidores huyen a lo profundo de la caverna, y
la Horda se prepara para perseguirlos.
Veinte minutos después, dentro de la cueva, Thrall y Cairne deciden
separarse para explorar el laberinto. Thrall, liderando un grupo de
orcos y trolls, tiene que enfrentarse a una serie de criaturas de
ultratumba y monstruos ancestrales que se encuentran prisioneros en el
laberinto, hasta que finalmente llega a un cruce que se encuentra
resguardado por una estatua. Asombrosamente, la estatua comienza a
hablar. Dice llamarse Aszune, una antigua princesa Elfa Nocturna que una
maldición convirtió en piedra. Su estatua ahora resguarda el camino al
Oráculo, y nadie podrá pasar hasta que su corazón le sea devuelto.
Explorando las cavernas, los orcos hallan a un dragón rojo peleando con
unas harpías. Thrall ordena unirse a la batalla y ambas fuerzas son
derrotadas. Al morir el dragón, deja caer un extraño medallón con una
gema que trae la efigie de Aszune. Thrall regresa su corazón a la
estatua, que les cede el paso. Sin embargo, se encuentra con un río de
lava que no pueden cruzar. En ese momento, Cairne y sus Tauren aparecen.
Durante su búsqueda, encuentran otra gema, que al parecer encaja
perfectamente en una abertura cerca de la estatua de Aszune. Al
colocarla, un puente de energía se forma sobre el río de lava,
permitiendo a los miembros de la Horda pasar hacia el otro lado.
Thrall y Cairne llegan al salón del Oráculo, y se topan con los humanos
y su joven hechicera, que no es otra que Jaina Proudmoore. Cuando ambas
facciones se preparan para pelear, una poderosa voz les ordena respetar
la solemnidad del lugar. Asombrado, Thrall reconoce al Profeta. Éste le
presenta a Jaina Proudmoore, líder de los sobrevivientes de la Alianza
de Lordaeron. Es cuando Thrall se entera de que la Legión Ardiente está
arrasando Azeroth y que Lordaeron realmente ha caído. Los demonios se
dirigen ahora hacia Kalimdor, y la Horda y la Alianza deben unirse para
combatirlos, o todo estará perdido. Aunque ambos se resisten al
principio, Thrall y Jaina entienden su deber, y acceden a unir sus
fuerzas. Lamentablemente, el Profeta también advierte a Thrall que Grom
ha caído bajo la maldición de la Legión, y que el destino de la Horda
solamente podrá estar seguro si el Warsong es rescatado de la influencia
demoníaca.
Tres días después, cerca de la entrada a los Barrenos, Thrall, Jaina y
Cairne discuten cómo liberar a Hellscream y los Warsong del control de
la Legión. Jaina le entrega a Thrall una esfera mágica, en la que éste
deberá capturar a Grom. Una vez capturado, deben regresar a la base de
Jaina, donde los sacerdotes Altos Elfos y los chamanes orcos lo
liberarán de la corrupción. Thrall agradece a Jaina su asistencia y ella
parte hacia su base.
Una vez que los héroes regresan a su propio campamento, Cairne nota que
Thrall está turbado. El Señor de la Guerra está frustrado por tener que
combatir a sus propios hermanos para salvarlos de la extinción a manos
de la Legión.
Conforme la Horda y la Alianza van haciendo su camino hacia el
campamento Warsong, el cielo se enrojece y enormes meteoros empiezan a
caer: Los Infernales de la Legión han llegado. La Legión se ha enterado
de los planes de Thrall y Jaina, y deben ser detenidos o todo se
perderá. Muchos valientes guerreros caen ante las demoníacas fuerzas
combinadas de los orcos Warsong y sus guardianes de la Legión, pero
finalmente el camino a Grom logra abrirse. Thrall confronta a Hellscream
directamente, tratando de persuadir a Grom de acompañarlo sin
resistencia. Hellscream se niega, clamando que el destino de los orcos
es servir a Mannoroth y la Legión. Thrall no conoce a Mannoroth y cree
que Grom está alucinando, pero Hellscream le replica que Thrall
solamente conoce la mitad de la historia. Cruelmente, le revela que los
Jefes de los Clanes, para sellar su pacto con los demonios, bebieron por
propia voluntad la sangre de Mannoroth, y que él, Grom Hellscream, fue
el primero de todos. Thrall pierde el control ante la aplastante verdad
y lucha con el Jefe Warsong hasta que logra encerrarlo en la esfera
mágica, regresando rápidamente a la base de Jaina.
Después de muchos conjuros y oraciones por parte de los sacerdotes y los
chamanes, el jefe Warsong es purificado y, avergonzado, solicita a
Thrall su perdón por sus acciones, pero Thrall le dice que lo necesita
para liberar a los orcos de la maldición de los demonios para siempre.
Grom le dice que en el cañón cercano podrán enfrentarse cara a cara con
Mannoroth en persona.
Ambos jefes ingresan precavidamente dentro del cañón. La risa burlona de
Mannoroth hace eco entre los muros. El sabía que vendrían a buscarlo,
pero ellos deben saber que la Horda nunca podrá librarse de la
influencia de la Legión. El gigantesco Señor del Foso aparece detrás de
los héroes orcos y comienza a ofenderlos. Thrall intenta herirlo con el
Doomhammer, pero Mannoroth logra defenderse usando una de sus alas, y
cargando contra los orcos, logra lanzar a Thrall hacia una de las
paredes y dejarlo inconsciente. Mientras Grom trata de recuperarse del
ataque, Mannoroth lo incita, diciéndole que, en lo profundo de su ser,
Grom sabe que ambos, él y Mannoroth, son lo mismo. Con sus ojos
enrojecidos por la furia, Grom lanza su grito de guerra y arremete
contra Mannoroth. El Señor del Foso logra rechazar a Grom con su espada,
pero el hacha del Warsong se ha clavado profundamente en el pecho del
demonio. Mortalmente herido, Mannoroth colapsa, y estalla en una furiosa
ola de fuego.
Con serias quemaduras, Grom cae y espera la muerte. Thrall, herido, se
acerca a su amigo moribundo y escucha sus últimas palabras. Lentamente,
sus ojos enrojecidos por la furia vuelven a tener su color normal, y
Grom siente cómo la influencia demoníaca va extinguiéndose en su ser: se
ha liberado a sí mismo. Por primera y última vez en su vida, Grom, el
líder de los Warsong, el imbatible, el más violento de los guerreros de
todas las guerras orcas, siente la tranquilidad de la paz, mientras se
reúne con los espíritus de sus ancestros. Pero la muerte de Grom no sólo
lo ha liberado a él: ha liberado a todos los orcos de la maldición de la
sed de sangre.
La hoja no solo desgarra la carne, sino que carcome el alma. El que
blanda la hoja, blandirá también una maldición.
El misterioso Profeta, volando en forma de cuervo, llega a los cuarteles
generales de la Alianza en la Ciudad Capital de Lordaeron, donde el Rey
Terenas y los embajadores de la Alianza discuten acerca de los
recientes
levantamientos orcos y la aparición de una extraña plaga en las tierras
del norte. Allí, advierte sobre el peligro de la inminente invasión
demoníaca y urge a la Alianza de viajar hacia el oeste, a Kalimdor, pero
Terenas y el Concejo de la Alianza desacuerdan con él. Desilusionado, el
Profeta parte en busca de algún otro que escuche la advertencia para
salvar a la humanidad.
Varios días después, el Príncipe Arthas, hijo de Terenas y su heredero
al trono de Lordaeron, llega cerca del sureño poblado de Strahnbrad,
enviado para ayudar al legendario Uther el Portador de la Luz, su
maestro, a prevenir el asalto de los Orcos del clan Blackrock sobre
Strahnbrad. Luego de lidiar con los orcos en la villa, Arthas se entera
de que estos han capturado algunos pobladores y los han ejecutado en una
especie de ritual demoníaco.
Treinta minutos después, en la base de Uther, Arthas descubre que los
negociadores de Uther han sido asesinados por los orcos, por lo que
Uther lo asigna para dirigir el ataque sobre el campamento enemigo,
mientras Uther contiene los contraataques. En su camino hacia la base
orca, Arthas se encuentra con una banda de enanos dirigida por Feranor
Steeltoe, una cazador de Dragones Negros, quien se encuentra tras la
pista de un Draco llamado Searinox que habita cerca del área. El corazón
de la bestia posee un encanto mágico que puede beneficiar a su
armamento. Arthas decide matar al dragón y robar su corazón, con el cual
Feranor elabora un poderoso orbe de fuego que mágicamente coloca en el
martillo del paladín. Esta vez, Arthas lanza sus fuerzas contra el
campamento Blackrock. Conforme Arthas se aproxima a la base, el
Blademaster del clan Blackrock ejecuta a sus rehenes con el propósito de
conjurar a sus amos demonios. Las fuerzas de la Alianza rápidamente se
deshacen de los orcos, pero Arthas y Uther se encuentran profundamente
preocupados por la ceremonia. Deciden regresar a la Ciudad Capital.
Dos semanas después, en los jardines de la Ciudadela Violeta de Dalaran,
el gran Archimago Antonidas intercambia argumentos con el Profeta. Al
igual que el rey Terenas, Antonidas rechaza las advertencias del
Profeta, pues no cree la historia de este. Luego de que el Profeta
desaparece en su forma de cuervo, Jaina Proudmoore aparece y se disculpa
por espiar a su maestro. Antonidas asigna a Jaina investigar acerca de
la fuente de la plaga de las tierras del norte de Lordaeron, y le dice
que le ha conseguido un aliado especial.
Tres días después, Arthas y sus hombres esperan en el cruzo de caminos
de Alterac. Jaina aparece y lucha con un par de orcos mediante la
invocación de un elemental de agua. Después de intercambiar saludos,
ambos héroes acuerdan viajar hacia el norte a lo largo del Camino del
Rey, buscando pistas del origen de la plaga. Llegan a la villa de Brill,
donde son informados de la destrucción del puente que comunica con el
otro lado del pueblo. Dando un rodeo por los vados del río, al norte, se
enfrentan con algunos Murlocs de río y una banda de ladrones Bloodhills,
y se dirigen hacia una fuente mística al oeste. Al acercarse a Brill,
encuentran a algunos soldados luchando contra bandas de esqueletos
vivientes. La villa entera ha enloquecido. Siguiendo hacia el sur,
encuentran un granero infectado con la plaga, bajo el cual la tierra se
ha ennegrecido y secado, como si estuviera muerta. Temiendo que el grano
esté infectado, destruyen el granero y se adentran más en el pueblo,
solamente para enfrentarse nuevamente con otros grupos de esqueletos.
Ayudados por un par de sacerdotes Altos Elfos y un equipo mortero enano,
se aproximan hasta el centro de Brill, donde se hallan con un extraño
hechicero vestido de negro, ayudado por algunos acólitos, que se
encuentran cerca de un almacén de granos infectado. Mientras el
nigromante escapa, Arthas y Jaina se enfrentan a los voraces necrófagos,
más guerreros esqueletos y una abominación. Vencidos y destruido el
granero, Arthas y Jaina deciden seguir al hechicero hacia Andorhal y
averiguar, de una vez por todas, el origen de la plaga.
Al aproximarse a Andorhal, al día siguiente, las tropas de Alianza
descubren un campamento de muertos vivientes en las afueras de la
ciudad, por lo que montan asedio al mismo. Una vez dentro de Andorhal,
Arthas se encuentra nuevamente con el nigromante, que no es otro que
Kel?thuzad, quien advierte a los jóvenes acerca del Azote y del Señor
del Terror, Mal?Ganis, comandante del mismo, cuyo propósito es erradicar
a todos los seres vivos de Lordaeron. Mal?Ganis tiene su base en la
ciudad de Stratholme, y ha retado a Arthas a buscarlo y luchar con él.
El grano plagado ha sido distribuido entre los pueblos del norte de
Lordaeron. Siguiendo a Kel?thuzad hacia el exterior de la ciudad, Arthas
finalmente logra matar a Kel?thuzad, quien sombríamente pronuncia el
Azote de Lordaeron. Profundamente turbados, Arthas y Jaina se dirigen a
Stratholme.
Temprano la mañana siguiente, se aproximana a la villa de Hearthglen,
sobre el camino a Stratholme. Allí se enteran de que la marcha del Azote
ha iniciado, y un vasto ejército de muertos vivientes se dirige a la
ciudad. Arthas pide a Jaina que busque a Lord Uther mientras el defiende
Hearthglen. Casi de inmedianto, enormes masas de muertos vivientes,
necrófagos, zombis, abominaciones, nigromantes, dirigidos por
escalofriantes liches esqueléticos. Para empeorar las cosas, una
caravana del Azote, transportando grano con la plaga, ataca las diversas
villas cercanas, aumentando las filas del ejército de muertos con cada
golpe.
Después de brutales combates donde el poder de la Luz logra sostener la
voluntad y fuerzas de las tropas de Arthas, Uther y Jaina llegan a
Hearthglen, y con ellos, los Caballeros de la Orden de la Mano de Plata.
Vencido el ejército de los malditos, Uther felicita a Arthas por su
tenaz resistencia, pero el príncipe se encuentra encolerizado por los
actos del Azote, y parte hacia Stratholme para enfrentarse a Mal?Ganis.
Uther y Jaina parten tras el héroe, en parte para lidiar con el Azote,
pero también para vigilar al rápidamente deteriorado paladín.
Horas después, sobre el camino a Stratholme, Arthas se topa con el
Profeta, quien le implora que es su deber guiar a su pueblo hacia
Kalimdor, ya que Lordaeron no puede ser salvado. Arthas acusa de locura
al Profeta, y éste finalmente se va. Jaina, quien ha observado la escena
desde la invisibilidad, se materializa y trata de convercer a Arthas
acerca de la sensatez de las palabras del Profeta, pero Arthas se niega
a abandonar su patria, y ambos parten hacia Stratholme.
A la mañana siguiente, en las afueras de la ciudad, bajo un oscuro cielo
lluvioso, Arthas descubre que los habitantes de Stratholme ya se
encuentran infectados por la plaga, y decide que la ciudad entera debe
ser sometida a una purga. Uther y Jaina se horrorizan ante la sola idea
de la masacre, y el noble paladin se niega a realizar tan vil acción.
Furioso, Arthas acusa a Uther de traidor y le suspende de sus servicios
como paladín. Jaina decide darle la espalda y partir con Uther, pues no
puede observar a Arthas realizar la matanza. Mientras Arthas se prepara
para ingresar a la ciudad, Mal?Ganis aparece y reta a Arthas, mientras
transforma a los inocentes pobladores en muertos vivientes, engrosando
cada vez más su ejército. Entre las horribles garras del demonio y la
cólera del príncipe, los pobres ciudadanos de Stratholme hayan una
muerte segura. Finalmente, ambos rivales se encuentran cara a cara, pero
Mal?Ganis, lejos de enfrentarlo, lo reta a seguirlo a las heladas
tierras de Northrend,(rasganorte) donde hallará su verdadero destino. El Señor del
Terror desaparece y Arthas jura perseguirlo hasta el fin del mundo.
Tres días después, entre las ruinas de Stratholme, Uther y Jaina
descubren la horrible carnicería. Casi la totalidad de la población ha
sido asesinada, y la ciudad arde en llamas. Uther demanda a Jaina el
paradero de Arthas, y ella, luego de pensarlo un poco, revela los planes
del Príncipe. Uther parte hacia Lordaeron a informar a Terenas de los
actos de su hijo. Una vez que Jaina queda sola, el Profeta aparece
nuevamente. Es a ella la que corresponde, ahora, tomar la vara de la
esperanza para toda la humanidad y viajar hacia Kalimdor, donde podrá
resistir el ataque de la Sombra que cae sobre el mundo.
Un mes después, en la helada costa de la Bahía Daggercap, en Northrend,
las fuerzas de Arthas desembarcan sobre el frío continente. El príncipe
ordena la movilización hacia el interior para establecer una base antes
de iniciar la caza de Mal?Ganis.
Abriéndose camino entre los territorios de los trolls Gundrak de hielo,
Arthas se encuentra con un grupo de enanos, la Hermandad de Exploradores
de Ironforge, dirigida por su viejo amigo y maestro Muradin Bronzebearb.
Artrapados en Northrend, el avance de las fuerzas del Azote ha dividido
al grupo, por lo que Muradin acuerda con Arthas el rescate de sus
camaradas, mientras el valiente enano el asistirá en el combate contra
el Señor del Terror.
Las fuerzas de Arthas y Muradin combaten contra las bases del Azote y
rescatan a los enanos. Aunque no encuentran rastro de Mal?Ganis, las
tropas de la Alianza deciden establecer su base primaria en la zona.
Muradin explica a su amigo Arthas que los enanos se encuentran en
Northrend tras la pista de una legendaria espada conocida como
Frostmourne, pero mientras más se acercaban a la gruta donde se oculta
la espada, más muertos vivientes les salen al paso. Intrigado por la
misteriosa arma, Arthas decide ayudar a Muradin en la búsqueda de
Frostmourne.
Unos pocos días después, mientras Arthas y Muradin se hallan en una
misión de exploración, un emisario del Rey Terenas informa al capitán
del campamento acerca de que el rey Terenas, a instancias a Lord Uther,
ha decidido suspender la expedición. La flota tiene orden de regresar a
Lordaeron. Sin embargo, los ejércitos de los muertos vivientes han
tomado todos los caminos de regreso a la costa, por lo que las tropas,
jubilosas por volvera a casa, tendrán que abrirse paso entre los bosques
para llegar a sus barcos.
Enterado de la intromisión de Uther en sus planes, Arthas decide hundir
los barcos antes de que sus hombres puedan hacerse a la mar. Aunque
Muradin se sorprende de la pobre capacidad de juicio del príncipe,
decide ayudar a su amigo en el sabotaje de las naves. Ayudados por un
grupo de mercenarios trolls y ogros (contratado forzosamente contra el
gusto del propio Arthas), se abren paso entre las tropas de los muertos
vivientes y algunos puestos de guerra nerubians, para finalmente llegar
a la costa y quemar los barcos de la Alianza. En ese momento, los
hombres de Arthas llegan, pero el príncipe, aprovechando la situación,
culpa a los mercenarios y ordena a sus hombres asesinarlos. Los
mercenarios tienen un sangriento final, y Arthas ordena a sus hombres
regresar a sus puestos: ninguno regresará a casa hasta que la misión
esté completa.
Al día siguiente, Muradin reprocha a Arthas sus engaños y actitudes poco
honorables, pero el príncipe justifica sus actos de venganza en la
destrucción provocada por el Azote en Lordaeron. En ese momento,
Mal?Ganis reaparece y reta a Arthas nuevamente. Las fuerzas del Azote
han rodeado completamente el campamento y se preparan para atacar. Como
un último esfuerzo, Arthas y Muradin se lanzan en búsqueda de
Frostmourne, la única esperanza contra el poder de Mal?Ganis.
Mientras el Capitán defiende la base, Arthas y Muradin penetran en la
oscuridad de la cueva. Luego de algunas vicisitudes, finalmente llegan a
la Cámara de la Espada, donde un Guardián, un Revenante de hielo,
protege la entrada. El Revenante advierte de la peligrosidad del arma,
pero Arthas ignora la advertencia y destruye al Revenante. Con su último
aliento, el Revenante le dice que lo estaba protegiendo a él de la espada.
Dentro de la Cámara, Arthas y Muradin hallan a Frostmourne, la cual
flota en un bloque de hielo. El pedestal de la espada reza una antigua
maldición: ?La hoja no solo desgarra la carne, sino que carcome el
espíritu?. A pesar de que Muradin trata de convencerlo de volver y dejar
la espada, Arthas siente que no tiene elección. Invocando a los oscuros
espíritus de la Cámara, rompe el bloque de hielo y libera a Frostmourne,
lo cual que cuesta la vida a Muradin, atravesado por una estalactita
durante la explosión. Arthas tira el martillo de la luz y toma la
espada. Su destino se ha sellado finalmente.
Devuelta en el campamento, la situación es desesperada. Las fuerzas de
los muertos vivientes casi han derrotado al Capitán y sus tropas, pero
la llegada de Arthas con Frostmourne vuelca totalmente la situación. Las
fuerzas de Arthas dejan una estela de destrucción a su paso hacia la
Fortaleza de Draktharon. Destruida la última base de resistencia de
Mal'Ganis, el Señor del Terror emerge y se encara con Arthas por última vez.
Mal'Ganis nota que Arthas tiene a Frostmourne a expensas de las vidas de
sus camaradas. La voz del Rey Lich habla a su cabeza, y para sorpresa
del Señor del Terror, el esclavizado Arthas lanza un golpe fatal sobre
Mal?Ganis. Su venganza está consumada.
Atormentado por la enloquecedora voz de Ner?zhul, Arthas vaga por los
helados parajes de Northrend, perdiendo los últimos vestigios de su
cordura. Tiempo después, bajo la dirección de su nuevo amo, el Rey Lich,
Arthas vuelve a la ciudad capítal de Lordaeron. Aunque los ciudadanos
celebran el regreso de su héroe, Arthas penetra en la Cámara del trono,
y en un acto vil y terrible, asesina a su propio padre. Ahora, como
nuevo rey de Lordaeron, Arthas entrega su reino al Azote, y la caída
final de la Alianza ha empezado.
EL ASCENSO DE LOS MALDITOS
La plaga de muerte del Rey Lich ha arrasado la Ciudad Capital de
Lordaeron y todas las ciudades circundantes. Aterrorizados y
descorazonados por la muerte de su noble rey, las fuerzas de Lordaeron
han sido barridas por los furiosos guerreros muertos vivientes del
Azote. Ahora, Lordaeron es solamente una sombra de su anterior gloria ?
y el Príncipe Arthas no ha vuelto a ser visto?
Lord Uther el Portador de la Luz, destrozado por la muerte de rey (a
quien amaba como un hermano) y por la traición de su hijo y pupilo, ha
oficiado él mismo la incineración del cuerpo de Terenas, según la
tradición, y se ha ofrecido como voluntario para cuidar de su tumba.
La noche es oscura, fría y lluviosa, misteriosa como un profundo enigma.
El Príncipe Arthas, convertido ahora en el primer Caballero de la Muerte
del Rey Lich, es materializado en las afueras de la villa de Vandermar,
en el norte de Lordaeron. Monta ahora una cabalgadura infernal,
Pesadilla, una terrible criatura como el esqueleto de un caballo, que
bufa fuego por sus fauces. Frente a él, una figura conocida se
materializa, en quien Arthas cree reconocer a Mal?Ganis. En el momento
en que decide atacar, Tichodrius el Oscuro se presenta y le felicita por
haber matado a su padre y entregar su tierra al Azote, ya que así ha
aprobado la primera prueba del Rey Lich. Por primera y unica vez en su
vida, Artha se da cuenta de que ha maldecido y destruido todo lo que una
vez amó y defendió con todas sus fuerzas, sin sentir ningún
remordimiento o pena. Ticondrius explica que esto se debe a Frostmourne,
la cual ha sido forjada para robar almas, y la de Arthas fue la primera
que tomó. A su vez, ordena al Caballero de la Muerte reunir nuevamente
al Culto de los Malditos, cuyos miembros se han escondido entre el
populacho, temerosos de ser descubiertos por los paladines.
Penetrando en la durmiente villa, Arthas va reuniendo uno a uno a los
acólitos del Culto, y se reporta de nuevo con Ticondrius. Su siguiente
misión será recobrar los restos mortales del fundador del Culto, el
nigromante Kel?thuzad, enterrados en el cementerio de Andorhal.
Una vez en Andorhal, Arthas debe enfrentarse a la Mano de Plata, que ha
convertido la ciudad en una fortaleza para protegerla de los ataques del
Azote. El primero en caer es Gavinrad el Terrible, quien guarda la tumba
de Kel?thuzad. Arthas descubre que el espíritu del nigromante puede
comunicarse mentalmente con él, y a partir de ahora será su fiel
consejero. Los restos del nigromante, sin embargo, están en un avanzado
estado de putrefacción, y para poder conservarlos, Ticondrius instruye a
Arthas en recobrar una urna mágica donde los restos podrán conservarse.
Dicha urna, desgraciadamente, se encuentra en manos de los paladines.
Arthas ponde sitio a la ciudad, y uno a uno van cayendo sus defensores:
Ballador el Luminoso y sus Campeones de la Paz, Sage Truthbearer y los
Campeones de la Verdad, y finalmente, Uther Lightbringer, el antiguo
maestro de Arthas. Uther reprocha al Caballero de la Muerte el hecho de
que su padre, el noble Terenas, sostuviera a su pueblo por más de
setenta años, mientras Arthas lo había destruído en un puñado de días.
La urna, además, contiene los restos de su padre asesinado. Luego de un
gran batalla entre ambos titanes, Uther finalmente cae ante el poder de
Frostmourne. El héroe más grande de la historia humana ha muerto. Una
vez seguros los despojos de Kel?thuzad, Arthas, por instigación de
Ticondrius, parte hacia el mágico reino elfo de Quel?thalas. Solamente
las potentes energías del Pozo del Sol podrán reencarnar al nigromante.
Mientras tanto, en los oscuros salones de la ciudadela del Torbellino
del Vacío, Ticondrius y sus dos hermanos, Anetheron y Mephistroth,
disciernen acerca de sus sospechas sobre los motivos ocultos del Rey
Lich para su Caballero de la Muerte. Archimonde el Profanador no
permitirá ningún error, pero Ticondrius asegura tener total control del
Azote. Una duda, sin embargo, ha llenado su cabeza.
EL POZO DEL SOL, LA CAIDA DE SILVERMOON(la Ciudad de Lunargenta)
Seis días después, en las boscosas fronteras de Quel?thalas, el ejército
de muertos vivientes de Arthas inicia el asalto sobre el reino de los
Altos Elfos. El espíritu de Kel?thuzad le advierte de los grandes
poderes de los elfos, pero el Príncipe minimiza el asunto y el ataque
inicia. Luego de establecer su primera base, el Azote empieza a ser
atacado por las fuerzas de los elfos, dirigidos por Sylvanas Windrunner,
Ranger General de Silvermoon. Silvanas Windrunner, la menor de las
heroicas hermanas Windrunner, Alleria y Veressa, y la única que les
sobrevive. Más alta que sus compañeras Rangers, extremadamente audaz y
valerosa, con un hermoso cabello rubio largo y brillante al sol, y un
par de ojos de color verde esmeralda, los cuales despiden una bravura
solamente comparable con su belleza.
La entrada a Silvermoon se encuentra resguardada por dos puertas: la
Exterior, rodeada por enormes bases del ejército elfo, y la Interior,
protegida por un encantamiento, que solamente puede abrirse con un
artefacto mágico conocido como la Llave de las Tres Lunas. Constantes y
brutales batallas se entablan entre ambos ejércitos, pero
reiteradamente, Arthas logra hacer retroceder a Sylvanas, hasta que la
Puerta Exterior cae.
Sylvanas, para dificultar el avance del Azote, destruye el único que
puente que comunica directamente a la Puerta Interior. Valiéndose de
algunos dirigibles Goblin abandonados durante el escape, Arthas logra
pasar el río e inicia el asedio de los templos donde se ocultan las tres
partes de la Llave de las Tres Lunas: la Piedra de Amatista de Hannalee,
que abre el corazón del Guardián de la Puerta; el Cristal de la Luna
Esmeralda del Ojo de Jennala, que abre la mente del Guardián de la
Puerta, y el Cristal de la Luna de Zafiro del Cuerpo de Enulaia, que
abre el alma del Guardián de la Puerta. Asistido por los demonios de la
cripta, los cuerpos reanimados de los guerreros nerubian de Northrend,
uno a uno los templos son destruidos, hasta que finalmente, la Llave de
las Tres Lunas está completa. La Puerta Interior cae y el asalto final a
Silvermoon es inminente.
Desesperada por la cercana caída de su patria, Sylvanas envía constantes
mensajeros a Silvermoon pidiendo refuerzos, pero estos son fácil presa
de las gárgolas que Arthas ha traído de Northrend. Las superiores
fuerzas del Azote rodean y destruyen el último bastión de Sylvanas. La
valiente elfa se prepara para enfrentar una muerte segura, pero Arthas
tiene otros planes. Sabedor de que Sylvanas ha sido una contrincante
formidable y a la vez útil, Arthas le lanza una herida mortal, pero a la
vez, usando a Frostmourne, esclaviza su espíritu, que se transforma en
una banshee, un alma eternamente atormentada.
Con esta nueva y poderosa adquisición a su ejército, Arthas se ha vuelto
imparable. Con sus nuevos y horribles poderes, la que fue Silvanas
Windrunner ha llamado a los espíritus de sus camaradas caídas, que
retornan del oscuro Abismo convertidas en terribles y rencorosas
banshees. Ansiosas por retomar su forma terrenal, las banshees se lanzan
hacia Silvermoon, atormentando a los confundidos ciudadanos y sembrando
el dolor y la confusión entre las tropas de los elfos. Algunas, incluso,
se han posesionado de los caballeros y soldados más fuertes, que ahora,
guiados por la oscura voluntad de la banshee, se vuelven contra sus
compatriotas.
El Azote, encabezado por Arthas, se encuentra a las puertas de la
ciudad. Miles de esqueletos vivientes y zombis caminan sobre las calles
de Silvermoon, sembrando la muerte y la desolación. Silvermoon arde en
llamas, y los pocos sobrevivientes huyen hacia los bosques y la costa.
Muerte, cuerpos putrefactos y ríos de sangre corren por las calles. El
Concejo de los Siete Altos Elfos ha abandonado la ciudad. Las tropas de
Arthas avanzan hasta el Pozo del Sol.
El Santuario se halla defendido por cuatro grandes Golems de granito,
creados mágicamente por los hechiceros para guardar el preciado tesoro.
Aunque los Golems son realmente poderosos e inmunes a los hechizos, la
superioridad numérica del Azote es evidente, y finalmente las criaturas
son destruidas. Arthas ha llegado hasta el Pozo mismo. La potente
energía que mana de él es realmente asombrosa.
Los restos del nigromante son colocados dentro del Pozo, mientras el
fantasma de Kel?thuzad ingresa en las potentes aguas. La energía
desplegada es formidable, pero el Pozo del Sol, corrompido por la negra
magia de los muertos, se ha enrojecido como la sangre. Kel?thuzad ha
emergido de la fuente, pero ahora, su cuerpo es el de un formidable y
espeluznante esqueleto rodeado de una corrupta y voraz aura de maldad.
El dolor, el frío, la misericordia, la incertidumbre, la ansiedad, la
angustia, todas las vanas preocupaciones que apasionan y desbordan los
corazones de los mortales, son polvo que lleva el viento para él.
La masacre y la destrucción del Azote ha llegado a su fin. Reforzado por
gran cantidad de tropas por los muertos recientes, el ejército de Arthas
se retira hacia el sur, tomando el camino hacia las montañas de Alterac.
Silvermoon, y con ella toda la orgullosa y ancestral raza de los Altos
Elfos, solamente son sombras del pasado...
LA REVELACION
Levantado ahora como un Lich, Kel´thuzad lleva al Caballero de la Muerte
hacia las montañas Alterac, donde le explicará el verdadero propósito
del Rey Lich y el Azote. Tres días después, en las heladas montañas
Alterac, Kel´thuzad le explica a Arthas que el Rey Lich fue creado por
los feroces señores de la Legión Ardiente para preparar el camino de la
segunda invasión de Azeroth. Los Señores del Terror Nathrezim han sido
enviados para observar que tal meta se lleve a cabo. La plaga de muertos
vivientes que el Culto de los Malditos lanzó sobre Lordaeron e incluso
la invasión de Quel´thalas fue ordenada para quitar del camino dos
enemigos que pudieran resistir el regreso de la Legión. Esta era la
primera fase del plan del Rey Lich. Arthas parece impresionado por la
enormidad de los eventos por venir, pero Kel´thuzad le asegura que diez
mil años antes sobre el mundo hubo una guerra que sería el preludio del
caos que la Legión desataría sobre Azeroth.
Dada la presenta situación, Arthas y Kel´thuzad se acercan al campamento
de orcos del clan Blackrock para ordenar la segunda fase del plan de
Ner´zhul. El Azote debe destruir el campamento de los orcos Blackrock y
tomar control de una puerta demoníaca que aún es funcional. Kel´thuzad
usará la puerta para comunicarse con el demonio Arquimonde el
Profanador, quien actualmente dirige el plan de invasión de la Legión.
Sin embargo, los orcos Blackrock no serán un rival fácil. Jubei´thos, el
Maestro de las Espadas, quien se había enfrentado con Arthas cuando aún
era paladín, ha logrado su propósito de invocar a los demonios, y el
clan se encuentra fortalecido por poderosos brujos, ogros magos,
esclavos goblins y fieros dragones rojos. El mismo Jubei´thos se ha
transformado en un Orco del Caos. Ahora, erigido en nuevo líder del clan
después de la derrota de Doomhammer, ha rechazado las enseñanzas
chamanísticas del que considera hereje nuevo Señor de la Guerra y ha
acogido la sed de sangre, condenando a todo su clan a ser esclavos
eternamente.
Kel´thuzad le dice a Arthas que, hace mucho tiempo, los orcos fueron la
primera arma de la Legión contra la humanidad. Estos reclaman ser los
verdaderos sirvientes de la Legión Ardiente, y creen que sus amos les
han enviado a los muertos para probarlos. Arthas ha decido matar a cada
uno de los líderes del clan Blackrock para obtener poderosos artefactos
mágicos que estos guardan.
Aunque poderosos, los orcos del Clan Blackrock no son rival para el
ejército de Arthas, y el Caballero de la Muerte toma control rápidamente
de la puerta. Jubei´thos muere por la espada del poderoso Caballero,
dejando condenados a sus orcos a la esclavitud eterna. Kel´thuzad activa
el portal y contacta a Arquimonde.
ASEDIO Y DESTRUCION DE DALARAN
Tiemblen, mortales, y desesperen. El Apocalipsis ha llegado a este mundo?.
Archimonde el Profanador
Arquimonde ordena al lich encontrar el libro de hechizos perdido de
Medivh, el Último Guardián, pues solamente los poderosos encantos de
este libro pueden abrir un portal lo suficientemente grande para que la
Legión regrese al mundo. El libro puede ser hallado en la ciudad mágica
de Dalaran, hogar del Kirin Tor. Archimonde ordena que la invocación
deba ser realizada máximo en tres días en las afueras de la ciudad. El
Libro de Medivh, que fuera robado por las fuerzas orcas de Ner?zhul
antes de la invasión de Draenor, fue el único de los objetos mágicos que
pudo ser salvado por la Alianza antes de que aquel planeta implosionara.
A la mañana siguiente, en las puertas de Dalaran, Arthas ordena a los
magos rendirse a la fuerza del Azote. El Archimago Antonidas, líder del
Kirin Tor sale a su encuentro e, irónicamente, le pregunta por la salud
de su noble padre. A su vez, le advierte de no entrar a la Ciudadela
Violeta, pues los magos del Kirin Tor han erigido un aura mágica que
destruirá a cualquier muerto viviente que intente ingresar a la ciudad.
Arthas refuta sus amenazas, pero Antonidas de tele-transporta dentro de
la ciudad. Kel´thuzad nota que son tres los magos que mantienen las
auras, y si el Azote logra matarlos, el hechizo será roto y el Azote
podrá arrasar la ciudad.
En Dalaran, los tres archimagos más poderosos del Kirin Tor (Shal
Lightbringer, Conjurus Rex y el mismo Antonidas) elevan el encantamiento
del aura para defender la Ciudadela Violeta. Aunque muchos muertos
vivientes son destruidos por las poderosas auras, el grupo de Arthas
logra penetrar en Dalaran. Uno por uno, los archimagos van cayendo,
gracias a que Arthas ha logrado controlar a los poderosos Golems y
Dragones Azules que los magos tenían encerrados en Dalaran para su
estudio. Cuando Antonidas, el último mago, cae bajo el poder del Rey
Lich, clama que su actual dolor caiga sobre la conciencia de Arthas, que
luego le da muerte. El Caballero de la Muerte y el lich logran reclamar
el libro de hechizos.
Una hora después, en una colina sobre Dalaran, Kel´thuzad y Arthas se
preparan para invocar a Arquimonde. Kel´thuzad se da cuenta de que el
conocimiento demoníaco del Medivh poseído está más allá de cualquier
cosa que él hubiera visto. Ticondrius aparece y ordena el inicio de la
invocación. Conforme el lich inicia la entonación de los hechizos para
traer a Arquimonde a Azeroth, Arthas guía a sus guerreros muertos
vivientes para defender al lich de las encolerizadas fuerzas de Dalaran,
que preparan un último masivo ataque contra el Azote.
Ola tras ola, las tropas del Clan de Magos y la Liga de los Hechiceros,
bajo el mando de los magos Mannath Magesinger y Landazar, luchan por
derrotar las defensas del Azote. Ambos bandos tienen grandes pérdidas,
pero finalmente, Kel´thuzad abre el portal, y las fuerzas de la Legión
Ardiente, lideradas por Arquimonde el Profanador, ingresan al mundo.
Dando a Ticondrius y los señores de terror el poder del Azote, proclama
que el rey Lich ya no le es necesario y se dirige hacia Dalaran para
destruirla, como ejemplo para el resto de los habitantes de Azeroth.
Sorprendido y encolerizado, Arthas pregunta a Kel´thuzad que pasará con
ellos una vez que la Legión tome el control. El lich tranquiliza al
Caballero de la Muerte, diciéndole que el Rey Lich ya había previsto
esta situación y tiene un plan apropiado.
Mientras tanto, Archimonde realiza un terrible hechizo sobre Dalaran, y
usando sus poderes mágicos, se trae la ciudad entera al suelo. La
destrucción de Dalaran termina con el reinado del Kirin Tor, priva a
Azeroth de una de sus defensas primarias contra la Legión, y sirve como
telón de obertura para la Tercera Guerra. Después de diez mil años, la
segunda invasión demoníaca sobre Azeroth había comenzado?
EN EL OJO DEL MAELTROM---EL RESCATE DE LOS DARKSPEAR
Sobre el horizonte? hacia su destino?.
Los lugartenientes de Thrall le reportan que la mitad de la flota está
perdida, y que la otra mitad está seriamente dañada. Thrall ordena
construir una base en la isla, pues tomará cierto tiempo poner a punto
la flota para continuar el viaje hacia Kalimdor. Uno de los chamanes de
Thrall reporta que siente un extraño poder mágico alrededor del
campamento. Usando su hechizo de Visión Lejana, Thrall descubre que
Centinelas Guardianes han sido colocados alrededor de la zona donde la
Horda ha desembarcado. En ese momento, un curandero troll de la isla
llamado Sen´Jin, de la tribu Darkspear, aparece y advierte a Thrall de
que unos invasores han establecido un puesto de observación al otro lado
de la isla. Los Trolls han intentado vivir en paz, pero los invasores,
humanos, los han cazado día y noche. Sin atenerse a esperar un ataque
humano, Thrall ordena a una patrulla lidiar con cualquier tropa humana
que se atreva a cruzar. Lo que Thrall y Sen´Jin no conocen es que estas
tropas son marines reales de la nación marítima de la Alianza, Kul
Tiras, al mando del Gran Almirante Daelin Proudmoore.
Los Darkspear, una tribu de trolls de la jungla, fueron exiliados en
esta isla luego de entrar en conflicto con sus hermanos los Gurubashi,
quienes gobiernan en las vastas junglas del Valle de Strangletorn, en
Azeroth, después de que los Darkspear se negaran a adorar al sanguinario
dios Hakkar el Devorador de Almas.
Después de ayudar a los Trolls a purificar una fuente de sanidad y
defenderlos de los constantes ataques humanos, las fuerzas de Thrall
inician el asedio del campamento de Kul Tiras. Mientras los humanos
pelean valientemente, se ven sobrepasados por las fuerzas combinadas de
orcos y trolls. Sin embargo, justo cuando la Horda está cerca de vencer
a los humanos, ambos lados se ven atacados por un gran número de Murlocs
acuáticos. Tomando a los humanos, orcos y trolls bajo su custodia, los
Murlocs argumentan que la magia de Thrall no interferirá más con sus
planes de ?retomar la superficie?. Las criaturas acuáticas llevan a sus
prisioneros a una red de cavernas profundas dentro de la isla.
Thrall se encuentra prisionero en una mazmorra subterránea, separado de
sus compañeros. Como él se pregunta el propósito de los Murlocs en
capturarlo, un troll que se encuentra aprisionado junto con Thrall le
explica que los Murlocs usualmente eran pacíficos, pero recientemente
empezaron a capturar humanos y trolls para usarlos en sacrificios para
su líder: una Bruja del Mar que amenazó con destruir la isla si los
Murlocs no obedecían. Thrall no se intimida y utiliza su Rayo Luminoso
para matar a los guardias y escapar de su celda. El y el troll salen a
rescatar a sus compañeros.
Después de abrirse camino a través de la prisión subterránea y recoger a
todos los prisioneros que encuentran, Thrall y sus tropas finalmente
llegan al salón del trono del hechicero Murloc que los ha aprisionado.
Sin embargo, es demasiado tarde para salvar a Sen´Jin, que es
brutalmente sacrificado por el hechicero como sacrificio para la Bruja
del Mar. Consumido por su ira, Thrall derrota al hechicero y llega al
lado del Sen´Jin moribundo.
Con su último aliento, Sen´Jin le ruega a Thrall que guíe a los trolls
hacia Kalimdor junto con el resto de la Horda, pues nunca podrán volver
a vivir en paz en esta isla. Él asiente y extiende la oferta a los
restantes Trolls, quienes acceden a formar parte de la Horda.
En ese momento la voz de la Bruja del Mar hace eco dentro de la caverna,
diciendo a los orcos que no escaparán tan fácilmente, luego de lo cual,
las paredes de la caverna subterránea empiezan a colapsar, y los
soldados de la Horda tiene que escapar hacia la superficie.
Conforme las tropas de la Horda salen de la cueva, la Bruja del Mar
aparece y los ataca por haber matado a sus sirvientes y profanado su
santuario. Como compensación, ella tomará las vidas de orcos y trolls.
Thrall ordena a la Bruja regresar a las profundidades y dejar la isla en
paz. Sin embargo, la Bruja no lo escucha y se prepara para golpear el
campamento de la Horda con sus tropas.
Volviendo rápidamente a la base, Thrall pregunta por el estado de la
reparación de los barcos. El capitán encargado del campo le dice que los
barcos están casi terminados, pero en eso un volcán hace erupción y la
isla completa empieza a hundirse. Thrall ordena defender los barcos a
toda costa contra los Murlocs hasta que las reparaciones estén
finalizadas y la Horda pueda continuar su viaje hacia Kalimdor.
Durante los siguientes minutos, los peones trabajan frenéticamente para
reparar los barcos mientras los guerreros restantes batallan contra la
Bruja del Mar y los Murlocs. Finalmente, la reparación se completa y la
Horda rápidamente evacua la isla y desaparece entre las ondas del mar.
Conforme navegan hacia Kalimdor, la voz de la Bruja del Mar hace eco
entre las olas, profetizando la destrucción de los habitantes de la
superficie en manos de la raza acuática conocida como los Naga?
LA INVASION DE KALIMDOR
- Thrall perdóname, he sido un tonto. La furia de los demonios? se
extingue mis venas. ¡Me he liberado a mí mismo!
- No, amigo mío nos has liberado a todos?.
La muerte de Hellscream. Leyenda orca.
Después de semanas de viajar por los mares embravecidos, la Horda ha
desembarcado sobre las salvajes costas de Kalimdor. Con sus barcos
robados quebrados y hundidos, los orcos precavidamente se aventuran
tierra adentro, previniendo los posibles peligros desconocidos que
habitan en la desolada tierra.
Con sus barcos quemados y lentamente hundiéndose en el mar, Thrall
pregunta por el resto de la Horda. No hay seguridad de haber llegado a
Kalimdor, pero han viajada hacia el oeste más allá de toda tierra
conocida. No hay rastros de Grom Hellscream o los Warsong, pues sus
barcos fueron separados de la flota durante la tormenta, por lo que
Thrall ordena iniciar la búsqueda para reagruparse.
Conforme viajan sobre la extraña y hermosa tierra, los orcos rescatan
miembros de la Horda que han sido capturados por una extraña raza de
criaturas semejantes a jabalíes. Grupo por grupo, los quillboars van
cayendo ante el poder superior de la Horda. Explorando las distintas
aldeas quemadas, presencian la lucha entre los Centauros y enormes seres
como toros, las cuales caen ante la superioridad numérica de los
Centauros, y Thrall presiente que la Horda ha llegado a un lugar con
muchos más conflictos que los que dejó atrás en Lordaeron.
Eventualmente las fuerzas de la Horda tratan de ayudar a las criaturas
toro, hasta que logran dar con su líder, Cairne Bloodhoof, jefe de los
Tauren, el cual se encuentra intrigado por el estilo de pelea de los
orcos y desea conocerlos más. Thrall le relata la historia de cómo la
Horda vino a Kalimdor a hallar su destino, y Cairne sugiere que pueden
hablar con el Oráculo que se encuentra más al norte. Thrall se resiste a
viajar en esa dirección, pues un enorme ejército de centauros se mueve
hacia allá. Cairne se alarma pues los centauros marchan hacia la aldea
Bloodhoof, y debe retornar de inmediato. Deseoso de conocer más acerca
del Oráculo y los Tauren, Thrall conduce a la Horda hacia la aldea de
Cairne y lo asiste en su defensa.
Una vez en la aldea, la Horda y los Tauren resisten el asedio de
constantes olas de Centauros. Eventualmente, el Campeón de los Centauros
llegará a pelear y caerá ante las fuerzas unidas de ambos ejércitos. Su
muerte motivará la retirada de los centauros.
Cairne agradece a Thrall su apoyo, pero el viejo jefe se encuentra
desesperanzado, pues los centauros controlan toda la región, y los
Tauren se ven obligados a viajar a las verdes praderas de Mulgore o si
no morirán. Desafortunadamente, la velocidad de los centauros no tiene
rival en los planos abiertos, y el líder de los Bloodhoof teme que su
caravana será aniquilada durante el viaje. Thrall ofrece escoltar a los
Tauren a Mulgore a cambio de la información del Oráculo que Cairne le
informó. Cairne, intrigado por los orcos y los trolls, accede. La Horda
y los Tauren planean una larga marcha a través de los planos del sureste
de Kalimdor.
Dos días después, sobre las desoladas llanuras de los Barrenos, Thrall y
Cairne intercambian información sobre cada una de sus culturas durante
su viaje hacia Mulgore. Thrall nota que Kalimdor es muy similar al mundo
destruido de los orcos, Draenor. Cairne relata a Thrall que los Tauren
son hijos de la Madre Tierra, y que por ella tienen una cultura pacífica
y un estilo de vida propios en esa tierra. En ese momento, varios scouts
de la Horda reportan que una banda de arqueros y guerreros centauros se
acerca para atacar la caravana. Thrall rápidamente ordena a las tropas
que escolta a las bestias Kodo de los Tauren hacia una serie de oasis
donde podrán reabastecerse. Cairne y los guerreros Tauren asistirán en
la defensa del convoy.
Conforme los centauros continúan el asedio a la caravana durante su
viaje, los guerreros orcos y tauren la defienden de las brutales
bestias. Eventualmente la caravana logra llegar a Mulgore, pero los
centauros casi se encuentran sobre ellos. Llamando al espíritu de la
Madre Tierra, Cairne provoca un derrumbe de una formación rocosa, que
obstruye el paso de los centauros hacia Mulgore.
Con el paso asegurado, Thrall pregunta a Cairne acerca del Oráculo.
Cairne dice que las leyendas hablan de que el Oráculo conoce los caminos
del destino y que es Hijo mismo de la Madre Tierra, y que solamente él
podrá mostrarle a la Horda su verdadero destino. El Oráculo puede ser
hallado en el norte, en lo más alto del Monte Stonetalon. Luego de
mostrar agradecimiento por la asistencia de la Horda, Cairne envía sus
más finas bestias Kodo para asistir a los orcos y trolls en su viaje.
Thrall agradece a Cairne su generosidad y promete nunca olvidar al jefe
Tauren. Cairne deja la Horda con una bendición de la Madre Tierra y los
Tauren continúan su viaje sobre Mulgore.
Mientras tanto, de regreso en Lordaeron, la Legión inicia su invasión.
Las villas humanas son arrasadas por la Guardia del Apocalipsis y los
Infernales. Ticondrius aparece y conversa con Mannoroth el Destructor,
el barbárico líder de los Señores del Foso. Mannoroth se encuentra
disgustado por la facilidad con que los demonios han derrotado a los
Humanos. Ticondrius aclara que esto es gracias al trabajo del Azote, el
cual exitosamente derrotó a los humanos y Altos Elfos antes de la
invasión, cosa que los orcos no pudieron realizar cuando hicieron el
pacto de sangre con Mannoroth. A su vez, Ticondrius informa a Mannoroth
que los orcos no se encuentran lejos, y que sus agentes los han hallado
en Kalimdor, por lo que Mannoroth jura destruirlos por su traición. Sin
embargo, Arquimonde, que aparece de la nada, le dice que los orcos aún
pueden ser útiles a la Legión.
Cinco días después, cerca de las faldas del Monte Stonetalon, la Horda
de Thrall continúa su viaje en busca del Oráculo. Sin embargo, hay
desazón entre los miembros de la Horda por la falta de un buen combate.
En ese momento, a lo lejos, divisan a Grom Hellscream y los Warsong
luchado contra los defensores de un asentamiento humano. Sorprendidos de
hallar humanos en Kalimdor, la Horda se une a la batalla. Con la base
humana en ruinas, Thrall y Grom discuten la situación. Éste último le
informa que los humanos se encuentra liderados por una joven, y han
tomado el paso hacia el norte. Thrall ordena explorar el área, y ordena
a Grom no atacar a los humanos hasta que sus posiciones estén listas.
Los scouts de Thrall informan que un grupo de Goblins tienen unos
zeppelines hacia el norte, los cuales permiten pasar las fuerzas humanas
sin tener que pelear con ellas. Sin embargo, la sed de sangre de Grom lo
obliga a atacar a los humanos, con lo que las fuerzas de Thrall se ven
obligadas a luchar contra ellos. Las fuerzas de la Alianza se encuentran
comandadas por Agronnor el Poderoso, Thane de Ironforge al mando de las
fuerzas de Gilneas, Buzan el Osado, paladín de la Mano de Plata, y Tann
Flamecaster, mago sobreviviente de la destrucción de Dalaran. Todos caen
en la batalla. Luego de neutralizar las bases humanas, Thrall confronta
a Grom, pero este le responde que los humanos merecen morir, y que la
sed de sangre hierve en sus venas, igual que antes, cuando los demonios
estaban cerca. Furioso, Thrall envía a Grom y su clan hacia el norte, al
bosque de Ashevale, para construir un nuevo asentamiento, mientras él se
dirige hacia el Monte a buscar el Oráculo.
Dos días después, en las fronteras del Bosque de Ashenvale, los Warsong
construyen un pequeño campamento donde se levantará el asentamiento de
los orcos. Grom se encuentra disgustado por que sus bravos guerreros se
ven obligados a realizar trabajos manuales. Algunos de sus soldados,
entonces, empiezan a temer el bosque, debido a que escuchan extrañas
voces en un idioma desconocido que hacen eco en los ancestrales árboles.
Unos momentos más tarde, un grupo de guerreras aparece y ataca a los
Warsong, reclamando el irrespeto de los orcos hacia la vida. Grom
Hellscream nota que estas se parecen a los Altos Elfos, pero su color de
piel es púrpura y son más altas y salvajes. Constantemente, mientras
exploran el área, los orcos son atacados por las guerreras, pero la
superioridad de los orcos asegura el terreno. Grom, finalmente, halla
una pequeña tienda Goblin, donde su dueño, el jovial Neeloc
Greedyfingers, le ofrece dos aserradores mecánicos a cambio de matar a
líder de una tribu de furbolgs, unos enormes y voraces hombres-oso que
viven en lo profundo del bosque, a lo que Grom accede. Con ayuda de los
aserradores, Grom logra levantar rápidamente el asentamiento para Thrall.
Mientras tanto, cerca de las Praderas de la Luna del semi-dios Cenarius,
Mannoroth y Ticondrius discuten el plan de la Legión para los orcos.
Como prevención, Archimonde demanda la muerte de Cenarius antes de
invadir Kalimdor, para evitar que éste participe en la defensa.
Mannoroth reconoce que Cenarius es extraordinariamente poderoso y le
gustaría enfrentarlo en la batalla, pero el semi-dios raramente aparece
en despoblado. Tichondrius y Archimonde creen que los orcos pueden matar
a Cenarius por la Legión, solamente necesitan de un pequeño incentivo.
Entonces, Mannoroth vierte su sangre ardiente en la fuente de Cenarius,
con el objetivo de que los orcos la beban y reaviven la sed de sangre.
A la mañana siguiente, en Ashevale, los orcos han construido un nuevo
asentamiento. En ese momento, Cenarius aparece y destruye el campamento,
utilizando a sus treants y los elfos nocturnos, como retribución por la
destrucción del bosque. Superados por las fuerzas enemigas, los orcos
cruzan el río en retirada, y Cenarius hace crecer nuevamente, con sus
poderes, los bosques. Buscando una manera de derrotar a Cenarius, Grom
envía a un grupo a explorar la parte más profunda del bosque. Estos
descubren una fuente que irradia un gran poder, resguardada por Sátiros,
los cuales son rápidamente despachados por los orcos. Sin embargo, uno
de los curanderos troll advierte a Grom que el poder que emana de la
fuente es maligno, pero éste no le da importancia: está decidido a
acabar con Cenarius bajo cualquier precio. Uno de sus soldados le dice
que eso estaría en contra de todo lo que Thrall les ha enseñado, pero
Grom bebe de las oscuras aguas, e inmediatamente, él y sus orcos se
transforman en Orcos del Caos.
Movidos por la magia demoníaca, las fuerzas de los Warsong atacan el
territorio de Cenarius. Con sus nuevos poderes infernales, los Warsong
rápidamente derrotan a los Elfos Nocturnos y asesinan a Cenarius, cuya
armadura divina es vulnerable a la magia de los demonios. Mientras
agoniza, Cenarius dice a Grom que los demonios han hecho muy bien su
trabajo al corromper a los orcos. Cuando Grom proclama que los orcos son
libres del poder de la Legión, Cenarius le refuta diciendo que no son
mejores que la maligna bilis que corre por sus venas?. En este momento,
Mannoroth aparece y le dice a Grom que los orcos son nuevamente
propiedad de la Legión. Grom protesta diciendo que los orcos son libres,
pero Mannoroth, burlándose, le dice que es su sangre la que le da poder
a sus fuerzas y que a partir de ahora le servirá solo a él.
En ese mismo momento, en la base del monte Stonetalon, los scouts de
Thrall informan al Señor de la Guerra que las fuerzas humanas se han
posicionado cerca de la entrada al Oráculo. La Horda se ve obligada a
atacar la base humana. En ese instante, los Tauren, con Cairne a la
cabeza, llegan para asistir a sus aliados orcos. Dado que la base humana
se encuentra en una alta planicie sobre las rocas, Cairne sugiere pedir
ayuda a los Wyverns, una raza de criaturas voladoras, para atacar la base.
in embargo, los Wyverns han sido capturados por un grupo de Harpías, y
la Horda tiene que rescatarlos primero. Una vez de su lado, los Wyverns
realizan un ataque aéreo sobre la base humana y la toman. La joven
hechicera humana y sus seguidores huyen a lo profundo de la caverna, y
la Horda se prepara para perseguirlos.
Veinte minutos después, dentro de la cueva, Thrall y Cairne deciden
separarse para explorar el laberinto. Thrall, liderando un grupo de
orcos y trolls, tiene que enfrentarse a una serie de criaturas de
ultratumba y monstruos ancestrales que se encuentran prisioneros en el
laberinto, hasta que finalmente llega a un cruce que se encuentra
resguardado por una estatua. Asombrosamente, la estatua comienza a
hablar. Dice llamarse Aszune, una antigua princesa Elfa Nocturna que una
maldición convirtió en piedra. Su estatua ahora resguarda el camino al
Oráculo, y nadie podrá pasar hasta que su corazón le sea devuelto.
Explorando las cavernas, los orcos hallan a un dragón rojo peleando con
unas harpías. Thrall ordena unirse a la batalla y ambas fuerzas son
derrotadas. Al morir el dragón, deja caer un extraño medallón con una
gema que trae la efigie de Aszune. Thrall regresa su corazón a la
estatua, que les cede el paso. Sin embargo, se encuentra con un río de
lava que no pueden cruzar. En ese momento, Cairne y sus Tauren aparecen.
Durante su búsqueda, encuentran otra gema, que al parecer encaja
perfectamente en una abertura cerca de la estatua de Aszune. Al
colocarla, un puente de energía se forma sobre el río de lava,
permitiendo a los miembros de la Horda pasar hacia el otro lado.
Thrall y Cairne llegan al salón del Oráculo, y se topan con los humanos
y su joven hechicera, que no es otra que Jaina Proudmoore. Cuando ambas
facciones se preparan para pelear, una poderosa voz les ordena respetar
la solemnidad del lugar. Asombrado, Thrall reconoce al Profeta. Éste le
presenta a Jaina Proudmoore, líder de los sobrevivientes de la Alianza
de Lordaeron. Es cuando Thrall se entera de que la Legión Ardiente está
arrasando Azeroth y que Lordaeron realmente ha caído. Los demonios se
dirigen ahora hacia Kalimdor, y la Horda y la Alianza deben unirse para
combatirlos, o todo estará perdido. Aunque ambos se resisten al
principio, Thrall y Jaina entienden su deber, y acceden a unir sus
fuerzas. Lamentablemente, el Profeta también advierte a Thrall que Grom
ha caído bajo la maldición de la Legión, y que el destino de la Horda
solamente podrá estar seguro si el Warsong es rescatado de la influencia
demoníaca.
Tres días después, cerca de la entrada a los Barrenos, Thrall, Jaina y
Cairne discuten cómo liberar a Hellscream y los Warsong del control de
la Legión. Jaina le entrega a Thrall una esfera mágica, en la que éste
deberá capturar a Grom. Una vez capturado, deben regresar a la base de
Jaina, donde los sacerdotes Altos Elfos y los chamanes orcos lo
liberarán de la corrupción. Thrall agradece a Jaina su asistencia y ella
parte hacia su base.
Una vez que los héroes regresan a su propio campamento, Cairne nota que
Thrall está turbado. El Señor de la Guerra está frustrado por tener que
combatir a sus propios hermanos para salvarlos de la extinción a manos
de la Legión.
Conforme la Horda y la Alianza van haciendo su camino hacia el
campamento Warsong, el cielo se enrojece y enormes meteoros empiezan a
caer: Los Infernales de la Legión han llegado. La Legión se ha enterado
de los planes de Thrall y Jaina, y deben ser detenidos o todo se
perderá. Muchos valientes guerreros caen ante las demoníacas fuerzas
combinadas de los orcos Warsong y sus guardianes de la Legión, pero
finalmente el camino a Grom logra abrirse. Thrall confronta a Hellscream
directamente, tratando de persuadir a Grom de acompañarlo sin
resistencia. Hellscream se niega, clamando que el destino de los orcos
es servir a Mannoroth y la Legión. Thrall no conoce a Mannoroth y cree
que Grom está alucinando, pero Hellscream le replica que Thrall
solamente conoce la mitad de la historia. Cruelmente, le revela que los
Jefes de los Clanes, para sellar su pacto con los demonios, bebieron por
propia voluntad la sangre de Mannoroth, y que él, Grom Hellscream, fue
el primero de todos. Thrall pierde el control ante la aplastante verdad
y lucha con el Jefe Warsong hasta que logra encerrarlo en la esfera
mágica, regresando rápidamente a la base de Jaina.
Después de muchos conjuros y oraciones por parte de los sacerdotes y los
chamanes, el jefe Warsong es purificado y, avergonzado, solicita a
Thrall su perdón por sus acciones, pero Thrall le dice que lo necesita
para liberar a los orcos de la maldición de los demonios para siempre.
Grom le dice que en el cañón cercano podrán enfrentarse cara a cara con
Mannoroth en persona.
Ambos jefes ingresan precavidamente dentro del cañón. La risa burlona de
Mannoroth hace eco entre los muros. El sabía que vendrían a buscarlo,
pero ellos deben saber que la Horda nunca podrá librarse de la
influencia de la Legión. El gigantesco Señor del Foso aparece detrás de
los héroes orcos y comienza a ofenderlos. Thrall intenta herirlo con el
Doomhammer, pero Mannoroth logra defenderse usando una de sus alas, y
cargando contra los orcos, logra lanzar a Thrall hacia una de las
paredes y dejarlo inconsciente. Mientras Grom trata de recuperarse del
ataque, Mannoroth lo incita, diciéndole que, en lo profundo de su ser,
Grom sabe que ambos, él y Mannoroth, son lo mismo. Con sus ojos
enrojecidos por la furia, Grom lanza su grito de guerra y arremete
contra Mannoroth. El Señor del Foso logra rechazar a Grom con su espada,
pero el hacha del Warsong se ha clavado profundamente en el pecho del
demonio. Mortalmente herido, Mannoroth colapsa, y estalla en una furiosa
ola de fuego.
Con serias quemaduras, Grom cae y espera la muerte. Thrall, herido, se
acerca a su amigo moribundo y escucha sus últimas palabras. Lentamente,
sus ojos enrojecidos por la furia vuelven a tener su color normal, y
Grom siente cómo la influencia demoníaca va extinguiéndose en su ser: se
ha liberado a sí mismo. Por primera y última vez en su vida, Grom, el
líder de los Warsong, el imbatible, el más violento de los guerreros de
todas las guerras orcas, siente la tranquilidad de la paz, mientras se
reúne con los espíritus de sus ancestros. Pero la muerte de Grom no sólo
lo ha liberado a él: ha liberado a todos los orcos de la maldición de la
sed de sangre.
Abaddon- Admin
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Fecha de inscripción : 16/04/2013
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